Por la mañana no me puse el despertador, por un día me perdonaba madrugar. Desayuné en la cocina donde también había una empleada que me ofreció compartir su te con leche. Yo, muy agradecida, le hice una tostada con mantequilla.
Antes de irme me organicé una auto-fotografía en la desamparada estancia (observad detrás de mi la jaula-televisión) y tome una instantánea de la prometedora vista de los infames dormitorios ;-).