El imperdible Great Zimbabwe Monument

Por la mañana no me puse el despertador, por un día me perdonaba madrugar. Desayuné en la cocina donde también había una empleada que me ofreció compartir su te con leche. Yo, muy agradecida, le hice una tostada con mantequilla.

Antes de irme me organicé una auto-fotografía en la desamparada estancia (observad detrás de mi la jaula-televisión) y tome una instantánea de la prometedora vista de los infames dormitorios ;-).

Cuando dejaba mis trastos en la recepción, un señor que parecía el responsable de los alojamientos me preguntó que tal había ido todo y me despaché a gusto. Le dije tal cual lo que pensaba sobre el estado de los dormitorios, la cocina, los baños….pero bien dicho, intentando no ofender. El hombre me escuchó con atención y me agradeció toda la información. Hasta para recibir las quejas son encantadores estas gentes!. Al menos el enfoque hacia el cliente si que lo tienen desarrollado 😉 Me hubiera quedado una noche más, de hecho es lo que tenía pensado hacer, pero era demasiado desolador. No pido mucho para dormir, sólo unos mínimos. Prefiero una tienda de campaña!

Así que fui paseando al monumento. Esto si que no tiene precio, dormir a casi los pies de una maravilla y en plena naturaleza. Pagué religiosamente los 15 $ de la tarifa para los no zimbabuenses y 6 $ más para una visita guiada. Alexis era mi guía, y no tuve que  compartirlo. Iba él todo elegante con su corbata y zapatos relucientes. Sufría por ellos y por él propio Alexis cuando escalábamos la roca, pero él iba tan ligero y resuelto que no tuvimos ningún percance. Es un chico muy joven, de un pueblo cerca de la zona pero ahora vive aquí. Sabía mucho de historia y disfrutaba compartiéndola.

Os informo para que valoréis la maravilla que visitamos: Great Zimbabwe es un complejo en ruinas que constituyó la capital del país al final de la edad de hierro. El inicio de la edificación se remonta al siglo XI y continuó su construcción hasta el siglo XIV, llegando a ocupar un área de 722 hectáreas. En su momento de máximo esplendor se estima pudo ser habitado por 18.00 personas.

Las ruinas fueron descubiertas por exploradores europeos a finales del siglo XIX y se empezó a investigar sobre el sitio en 1871. En su momento, los orígenes del monumento estuvieron rodeados de controversia, ya que los arqueólogos fueron presionados por el gobierno de la entonces Rhodesia (ver post de Historia de Zimbabue) para que mintieran sobre su construcción negando que fueran hombres negros los artífices de esta gran obra. No tengo mucho que añadir, la historia a puesto a Rhodes y sus secuaces en su sitio. Actualmente su estatua se ubica en la parte trasera del museo de Historia Nacional de Bulawayo. Nadie la ve, a menos que como yo y Reverte, preguntemos curiosos por ella.

El complejo del Great Zimbabwe es un testimonio excepcional de la civilización bantú de los shona entre los siglos XI y XV, que hizo las veces de palacio real para los monarcas zimbabueses. Durante siglos se alimentó la leyenda de que había sido la capital de la reina de Saba… el territorio de las minas del rey Salomón!!, lo que motivó continuas incursiones en la zona por parte de colonos y expedicionarios.

Se divide en tres zonas bien diferenciadas:

  • The Hill Ruins: (Ruinas en la colina): Una inmensa mole de granito, que es considerada una ciudad real, cuya zona oeste se piensa fue el hogar de los diferentes reyes que habitaron el complejo mientras que su lado este, se considera se empleaba para rituales. El lugar es privilegiado y estratégico, sus vistas del valle magníficas.
  • The Great Enclosure (El Gran recinto): Bajo la colina, esta construcción de forma elíptica rodeada por un inmenso muro formado por pequeños ladrillos de granito exquisitamente alineados, data del siglo XIV. Se dice que lo habitaban las mujeres del rey. En su interior además de unos maravillosos laberintos de ladrillo que parecen rasgar el cielo, se puede apreciar restos de las, en su día, habitaciones. En el exterior unas plantaciones de altos áloes alumbran el camino hacia la colina. Alexis me indica que no son plantas autóctonas, si no que las trajeron para que las mujeres las emplearan en cuidar su piel y hacerla atractiva.
  • The Valley Ruins: Una serie de conjuntos de estancias por el valle.

 

¿No os parece increíble la perfección de los ladrillos, viajero@s? Los shonas los producían a partir de una mezcla de arena de granito y arcilla. La fragmentación de las piedras de granito en pequeños trozos la conseguían mediante repetidos ciclos de calentamiento y enfriamiento de la roca.

Tras despedirme de Alexis (que de una forma más que elegante me pidió una propina, bien merecida) cogí los trastos y me dirigí hacia la carretera en busca de la combi. Esperaba tener suerte y que alguien que fuera a Masvingo me llevara. Estaba perezosa!. Sin embargo, no fue así y caminé cargada hasta la carretera. Pero no hay mal que por bien no venga porque me crucé con unos japoneses supermajos que me dieron información sobre los buses a Johan. Yo, a cambio, les fui preparando para su llegada al dormitorio 😉. Haciendo recuento hacía unos 4 días que no me cruzaba con ningún extranjero.

La parada de las combis la identifiqué fácilmente porque habían dos chicas esperando, una de ellas embarazada. Charlamos el rato que tardó en llegar mi transporte favorito, pero llegaba llena, bueno podía subir una, y ellas me dijeron que si quería subir que adelante, pero que me invitaban a ir con ellas en la siguiente. Ya veis, contaban conmigo!. Yo subí porque era la hora de comer y tenía que ver los autobuses a Johan de la tarde, o a Bulawayo. De repente no sabía que hacer, parecía que una fuerza oculta me impedía dejar el país. Me resistía a dejar este ,para mi, ya hogar…

Al llegar a Masvingo fui al ciber café donde ya me conocían y la mujer se reía cuando me veía. Me permitieron dejar los trastos y me fui a preguntar por el transporte a Bulawayo.

Una cosa que no os he comentado era la presencia de algunos blancos que me llamaban extraordinariamente la atención, pues su fisonomía era extraña. Yo cuando me los cruzaba, muy de vez en cuando, pensaba: vaya otro blanco, ya no soy la única!, pero no, no era exactamente eso…. Son distintos. He investigado y he confirmado mi sospecha: Son albinos. ¿Os imagináis un negro blanco? Pues ellos lo son. Es algo alucinante. Recuerdo especialmente uno que vi en el cibercafé de Masvingo. Me miró fijamente y no sonreía. Quizás pensaba: me deben ver parecido a ella… Es algo que me impresiona, imagino su conflicto interior: un negro-blanco y ni blanco ni negro. Investigando, pues es realmente un tema que me asombra, he leído y compartido la angustia de algunos testimonios de albinos en África. En Zimbabwe suman unos 5.000, pero los casos se suceden por toda África. En algunos sitios son tratados como parias y son excluidos, e incluso han llegado a ser perseguidos y mutilados. Debe ser angustioso que los tuyos no te reconozcan….

Os adjunto un par de links por si queréis ahondar. Por favor no quiero que penséis tras su lectura/escucha que en África son salvajes, nada más lejos de la realidad. La falta de información y las creencias ascentrales no evolucionadas son las responsables. Y como en otras partes del mundo, hay gente con miedos irracionales y mente cuadriculada que es capaz de llevar la incomprensión a su máxima expresión.

Os traduzco un párrafo de uno de los artículos: «Albinismo es una condición que normalmente causa pequeños unos pocos inconvenientes – una alta sensibilidad a la luz, y por tanto mayor riesgo de problemas en los ojos y cáncer de piel, la ocasional mirada fija de algún viandante. . . Sin embargo, nacer albino en Zimbabwe es una maldición desde el primer instante.»

Aun con dudas sobre mi próximo destino anduve unas cuadras y encontré la parada de combis. Quería aprovechar que tenía Internet para completar lallamada, así que cogería el último transporte. Sobre las 17 horas me dijeron que aún podría encontrar alguna combi hacia Bulawayo. Al final me decidí, no dejaba Zimbabwe!

De vuelta al ciber, paré a comer en este acogedor restaurante: Paredes amarillas, hules a cuadros y por supuesto la presencia del gigante americano. Pero lo mejor «ellas», ese equipo que regentaba el local y que alucinaron con mi visita. Parecía que nunca hubieran visto un blanco, estaban como fascinadas, se asomaban desde la cocina, y cuando les pedí una foto enloquecieron. La comida buenísima, mirar que plato más apañado, pero lo más grande fue dar con estas maravillosas negras. No me pude ir con mejor recuerdo de Masvingo!
Hacía tiempo que había olvidado el infame dormitorio ;-).

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