Cachí y el sorprendente recorrido por los Valles Calchaquíes

A las 7:30 horas me pasaron a recoger por el hostel en una minivan. Las excursiones organizadas suelen funcionar así, recogen a cada uno en su hostel/hotel. Lo cual es cómodo pero si te recogen al principio te tiras una hora en el colectivo recorriendo los hoteles de la ciudad.

A mi lado se sentó Leticia. Al principio no hablábamos, con el madrugón no estás muy despejada y dormitas hasta una hora decente en que ya eres persona. Después de la primera parada ya empezamos a hablar, nos presentamos y nos contamos de nuestros viajes. Resultó ser una compañera estupenda. Viaja sola, la primera chica argentina que me encuentro viajando así. Es su primer viaje sola de pero tiene madera de viajera! Congeniamos mucho.

Durante el recorrido me llamo mucho la atención encontrar cactus en unas montañas tan verdes y frondosas. Mirad. Nos dice la guía que es por la altura.

  

 

Yo pedí una foto a unos chicos de la otra furgoneta que conocí ayer por Salta y mirad la foto que me hacen. Es que de verdad, los que me conocéis viajando y me sufrís 😉 ya sabéis lo pesada que soy con lo que quiero que salga en la foto y lo que no. Esto se ve que es para castigarme un poquito, no?. De verdad que a la gente le gustan las fotos así? Se ve que en la explicación que le di se me olvidó decirle que no me sacara el culete del japonés ;-)!

Hicimos una parada espectacular en la cuesta del Obispo. Aunque con nubes, el paisaje era imponente.

 

Hicimos otra parada en el Parque Nacional Los Cardones. Porque aquí los cactus se llaman cardones y son un tipo de cactus de gran altura. Aunque este viaje he visto muchos, y también vi cuando estuvimos en el Desierto de Mojave, en California, no me cansan y me siguen fascinando, el mismo efecto que mis queridas palmeras de Sri Lanka.

En frente de la extensión de cardones teníamos un monte espectacular, me recordaba a la visión del Hornocal, el colorido diverso de la roca era increíble.

 

Paramos a comer ya en Cachí. Los guías siempre intentan enfocarte hacia un restaurante, dicen que habían reservado para todos, que estaba muy bien, etc, etc. Miramos la carta y no era barato precisamente, así que Leticia y yo decidimos pasar y buscar algo por el pueblo. Encontramos enseguida un sitio perfecto, un restaurante local más que sencillo, donde por unos 18 pesos tenía un guiso, una sopa y luego fruta. Probé el guiso que veis más abajo, llenaba muchísimo, estaba bueno pero demasiado abundante. Luego te ponen la sopa, es curioso que aquí lo hacen al revés que en España. La sopa después del plato. Y de postre sandía. Luego paseamos por el bonito pueblo de Cachí y nos hicimos nuestras fotos.

        

De vuelta a Salta en la minivan, dormimos una larga siesta. Cualquier medio de transporte por aquí es más cómodo que una minivan, porque el espacio en estas es mínimo y la nuestra no tenía ni cortinas. Por supuesto que los colectivos públicos por muy viejitos que sean son mucho más cómodos y estables, yo prefiero no apuntarme a excursiones organizadas pero a veces tienes poco tiempo en un lugar y si quieres visitar varios sitios no hay otra opción.

Al llegar a Salta me fui con Leticia a recorrer unos puestecitos de artesania que habían instalado en el parque de San Martín. Ella quería llevar algo a sus hermanos y sus padres y fue super rápida con las compras!. Aunque yo no estaba muy predispuesta al consumo, compré una boina de lana de llama y unas polainas auténticas, todo con la excusa de combatir el frío del sur 😉

Compré unas empanadas para la noche en el bus hacia Córdoba, me despedí de Leticia, nos dimos un abrazo y tomamos una última foto. Sólo un hasta luego, como ella vive muy cerca de Buenos Aires quedamos en vernos de nuevo en la capital. Una amiga más en tierras argentinas! Una persona entrañable! Espero que algún día venga a visitarme a España, su abuela era de aquí, y le hizo gracia cuando pregunté en el sitio donde comimos dónde estaban los servicios. Aquí no me entienden. Ella dice que su abuela siempre lo dijo así.

A las 21 horas cojo mi bus a Córdoba, dejo el norte que me ha sorprendido gratamente. Le debo a mia miga Gloria quizás mi visita al norte pues ella me habló de este lugar tan poco frecuentado por los paquetes turísticos, que me ha encantado y donde tanta gente estupenda he conocido.

Pero ahí no acaba todo porque mi compañero de viaje hasta Cordoba fue Clamen. Qué hombre! Pero esto ya lo cuento en el siguiente post, viajer@s …

 

Un paseo por Salta con impacto

Salta colonial

De Salta, aparte de la plaza con su iglesia  y edificios coloniales (3 primeras fotos), del Convento de San Bernardo (3 siguientes fotos) y la Iglesia de San Francisco, lo que más me gustó fue la visita al Museo de Arqueología de Alta Montaña. Os cuento más abajo.

Museo de Arqueología de Alta Montaña

Es visita casi obligada porque alberga algo insólito: «Los Niños del Llullaillaco», sin duda uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de los últimos años.

Tres niños fueron hallados en marzo de 1999  en la cima del volcán Llullaillaco (6.739 mts.) que comparten Chile y Argentina,  junto a una serie de objetos que componían su ajuar. Según los estudios realizados, vivieron hace más de 500 años, durante el apogeo del estado inca, poco antes de la llegada de los españoles y han sido conservados en perfecto estado por el frío.

Al parecer, para la civilización inca, las personas sacrificadas eran seres «elegidos» como ofrendas para el mundo de los dioses, o bien como mensajeros para el «Más Allá». Los incas creían en que la ofrenda de un niño restaruaba el equilibro del universo.

Estos sacrificios se desarrollaban en el transcurso de ceremonias llamadas «Ceremonia de la Capacocha», en las que los incas viajaban centenares de kilómetros, pues parece ser se iniciaban en Cuzco y llegaban hasta los santuarios de altura.

Es posible que a los niños se le diera alguna bebida embriagante para adormecerlos, ya que con sólo dejarlos en la cumbre el congelamiento terminaba con su vida, sin necesidad de otra acción más violenta. 

Las momias corresponden a una adolescente de 15 años (conocida como La Doncella), una niña de unos 6 años (la Niña del Rayo) y un niño de 7 años. Las tres se conservan en el museo, aunque solo se expone una, y van cambiando alternativamente. Todavía hoy existe polémica sobre la exposición o no de los cuerpos, pues hay comunidades que se oponen, y el visitante puede elegir verlos o no, pues la cabina no está iluminada y el que quiere se acerca y da a un interruptor.

Yo pude ver la Niña del Rayo. Es más que impactante, he conseguido una foto en la «todopoderosa internet» que abajo os muestro. Ojo a los aprensivos y si molesta lo decís y la quito!. Es realmente una niña, con una parte de la cara quemada por la descarga eléctrica de un rayo. Pero el resto es que tiene la cara perfecta. En la sala hace un frío terrible, para asegurar la conservación en condiciones óptimas, si bien todo lo que supone sacarlas del laboratorio implica una alteración de su estado de conservación.

También se puede visualizar a la Reina del Cerro. La momia de una niña que se halla en peor estado de conservación porque su tumba fue saqueada en 1920 por personajes dedicados al tráfico ilegal de bienes culturales que la comercializaron, y ha andado durante décadas pasando por diversas manos, hasta que el último propietario decide donarla al museo.

¿No es alucinante el planteamiento de esta civilización inca? ¿Y sobre todo el estado de conservación de estas momias después de siglos? Ellos ya escalaban montañas y desafiaban las duras condiciones y temperaturas de las cumbres solo con medios y protecciones directamente obtenidos de la naturaleza. Sorprendente! La historia nos supera!

El resto del día fue tranquilo, gestioné la excursión de mañana a Cachí y hasta dormí una siesta tardía en el hostel después de pasear por la Avenida San Martín que estaba muy animada.

Domingo tarde en los jardines de la Avenida San Martín

      

Por la noche tenía de compañero a un canadiense que llegó cargado con al menos dos mochilas de gran peso. Le pregunté y me contó que llevaba 35 kilos encima y que iba a subir al Aconcagua. Guau! Un andinista!

Bueno, pues me contó que esperaba a 3 amigos para subir juntos, que no iban a necesitar guía y que tardarían unos 20-25 días, 20 para la subida y solo unos pocos para la bajada. Contratarían unas mulas para repartir la carga. Interesante viaje también! Más adelante sabremos más sobre este gran pico porque nos acercaremos a verlo 😉 y aprenderemos algo más sobre la ascensión a casi un 7000.

Buenas noches viajer@s!! Mañana madrugamos para conocer Cachí!

 

 

Purmamarca con las chicas de Jujuy

Me fui a primera hora a Tilcara. En el bus coincidí con Rosa, una chica de Humahuaca que vive en Buenos Aires. Hoy parte para allá, se despide con pena de su familia. Dice que a veces lo dejaría todo allí y se volvería a su tierra, pues se vive de forma tan distinta…Pero claro aquí tendría que vivir con sus padres y es difícil encontrar un trabajo donde le paguen lo que gana en BsAs, pues a pesar de los gastos se ve que le compensa. Rosa, qué maja, nos faltó tiempo!

Al llegar a Tilcara no eran más de las 10 de la mañana y empiezo toda confiada a buscar alojamiento. Al poco tiempo me percato de que está todo lleno. Carteles de no hay disponible, y dos sitios donde me dicen que quizás tengan algo un poco más tarde, (cuando se haga el check-out) pero a precios de Río de Janerio en Reveillon. Es el Enero Tilcareño y además estamos en fin de semana, osea que hay mucha demanda y por tanto abuso!!. Me niego a pagar esto de nuevo! Después de consultar al menos 8 lugares, mis ánimos van decayendo, además me acuerdo de que me he dejado la toalla en el hostel de Humahuaca, y ya era lo que faltaba para ponerme negra!!. Voy dejando cosas por todas partes, la primera semana me dejé las gafas de sol no sé donde, hace unos días perdí una camisa y ahora la toalla, que además es de las que se secan enseguida y no ocupan nada. Aquí no he visto que vendan. Aggg, qué rabia!!!, pero no podía volver, pues iba a perder mucho tiempo.

Este es uno de los momentos del viaje en que por segundos lo ves todo negro, piensas que eres muy desafortunada, que no puede pasarte nada peor. Lo comentaba el otro día con otros viajeros. Creo que en la vida también nos pasa a veces. Y luego con un poco de distancia te das cuenta de que son pequeñas cosas, que no es nada grave, lo único que en ese momento eso para ti es lo que más importa. Mientras escribo lo de Tilcara y lo releo pienso que no os puedo transmitir mi desencanto y mi desazón, ya ni la siento, pero creedme, tenía que ver Tilcara y Purmamarca y tuve que despedirme de Tilcara antes de conocerla. Y además volver a perder algo… me da rabia perder cosas, sobre todo porque la había dejado secando un poco pero lista para cogerla (ejem, tomarla!) y colgarla de la mochila. Lo tenía controlado!!! Me enfado conmigo!!!

Pero en la marea de maldiciones hay que pararse y pensar con algo de racionalidad. Si algo se resiste mucho pues se deja pasar. Otra vez será!. Mejor enfocar la energía hacia otra cosa y pensar que ya que el día no empezó de la mejor manera, era muy, pero que muy fácil mejorarlo ;-).

En definitiva, tiro del plan B 😉 : Decido ir a Purmamarca y además ya ni buscar alojamiento por allí, pues iba a ser una hazaña igual o mayor que en Tilcara. Tan pronto como llegara me compraba el billete último a Salta, dejaba los trastos en algún sitio y aprovechaba el día al máximo. Quería visitar las Salinas Grandes y el cerro de los siete colores. Ya estaba decidido! Adelante!!

Y así hice, nada más llegar busqué la boletería y compré el bus de las 18:40 a Jujuy pues no había directo a Salta. Pero en Jujuy esperaba encontrar un bus a Salta esa misma noche. Dormía en Salta y al día siguiente a visitar la ciudad colonial. Un plan ambicioso pero no imposible ;-).

Las Salinas Grandes

Dejé los trastos en la tienda de Mercedes que también actuaba como guardería (de equipajes, aquí les llaman guardería a los guardaequipajes, me encanta!) y pregunté por el transporte a las salinas. Estaba muy organizado el negocio. En la esquina siguiente un grupo de conductores con tarifa establecida de 60 pesos per person, organizaban los grupos. Cuando llegué habían 3 chicas así que como eran 4 plazas hicimos grupo. Y piña! Son las chicas de Jujuy y mis chicas de Purmamarca!. Enseguida me acogieron como una más. Mariana, Lorena y Sonia. Son estupendas. Son amigas y viajan por los alrededores de su ciudad pues tienen mucho que conocer. Es lo que tiene vivir en el noroeste andino, una región fascinante ;-). El trayecto fue largo, así que hablamos y luego al llegar a las Salinas paseamos juntas y compartimos las sensaciones de estar en este gran salar, de podernos mojar los pies y caminar descalzas sobre las placas de sal. Fundamental descalzarse y caminar por la salina, si no, no es igual. A veces pinchaban las placas pero era una gozada igualmente pasear. Están en una gran llanura y con montañas a lo lejos. El contraste del blanco imponente de las salinas con el marrón de las montañas lejanas y el azul intenso del cielo con esas nubes magníficas, es indescriptible. El día era tan espectacular que la visión era más que hermosa y la sensación de poder estar dentro de la salina lo hacía todavía más alucinante….

Aunque estas salinas son grandiosas dicen que el Salar de Uyuni en Bolivia es más impresionante. Habrá que verlo, pero en otro viaje 😉

 

Luego había puestos de figuritas de todo tipo realizadas con sal, sobretodo llamitas, lechuzas… Sonia vió la gracia que me hicieron las llamitas y me regaló una. Tremenda, no pude decir que no y me lleve la pequeña llama de recuerdo de un gran día.

Ojo al atuendo de los vendedores de los puestos, que parecen del ejército sandinista. Todo para protegerse del sol que aquí se refleja con una fuerza que literalmente quema.

Cerro de los siete colores 

Al llegar a Purmamarca el pueblo estaba más que animado, las calles llenas de gente. Paramos a comer unas empanadas buenísimas. Probamos la empanada de llama, riquísima, y luego nos fuimos caminando a pasear por el cerro de los 7 colores. Hicimos primero el paseo de los colorados y luego subimos a un pequeño montículo para tener mejor vista del cerro. Espectacular una vez más el fenómeno de la diversidad de color en estas montañas a causa de una compleja historia geológica y la participación de movimientos tectónicos. Hipnotizante!

Luego aun me quedaba una hora para mi bus y paseamos por las calles. Se oía música por todas partes. Fuimos buscando a los músicos, la plaza estaba a rebosar, un montón de puestos de artesanía y montones de turistas. Y entramos en una peña, era música al aire libre, y la gente muy animada, una especie de verbena diurna. Bailamos un ratillo y luego yo ya tuve que despedirme de mis chicas. Había sido un día muy completo y con compañía inmejorable. Hasta la vista chicas, espero un reencuentro 😉

Me subí al bus y 1,5 horas a Jujuy, llegué sobre las 20 horas, la estación a rebosar, y un bus de una compañía salía a las 21:30 y llegaba a las 00:30, mientras que en otra compañía salía a las 20:15 horas, pero había una cola increíble para sacar el boleto. Un hombre me deja pasar y son solo 4 personas delante, pero son de lentosssss, de verdad, a veces me recuerdan al sudeste. Para comprar boletos se toman su tiempo, no existen las prisas. Aggggg, que me los como!!! Y yo toda estresada queriendo coger el bus. Me toca el turno y me dice el vendedor que el bus está todavía en la plataforma 1 y que aun puedo tomarlo. Voy lanzada y el bus saliendo ya de la plataforma marcha atrás. Pero esto no es Japón, lo paro como puedo y me dejan subir. Uffff, menos mal! Ahora a relajarme un par de horas, y luego a la aventura de la búsqueda de hostel en Salta.

Como ya dijimos el día iba a ir mejorando, así fue sin duda y por tanto encontré lugar en un hostel cercano a la estación.

Me fui a cenar a una pizzería que era lo único abierto a esas horas y el niño de una mesa cercana quiso jugar conmigo. Tenía como Cris, mi sobri, unos 3 años, y era un polvorín. Benjamín! no paraba de decir cosas y luego acababa las frases con viste?. Una  gracia! Cuando acabaron de cenar y ya se iba la familia, vino directamente a mi para despedirse y me dio un beso. Lástima que no llevaba la cámara encima para inmortalizar al pequeño Benja 😉

Buenas noches viajer@s, a descansar de un día más que intenso….

Viaje a Iruya

Bueno pues el paseo a Iruya es precioso, tuve suerte en el bus y por tanto unas vistas espectaculares. Eran 3 los buses que salían a esa hora desde Humahuaca hacia Iruya, la demanda de este trayecto es más que elevada. Son casi 4 horas de ida y el camino es realmente sinuoso y con un firme en estado a veces lamentable, y por supuesto unos precipicios sin quitamiedos de ningún tipo. Confianza ciega en el conductor, que de vez en cuando se paraba para poner piedras en un riachuelo y poder cruzarlo. No veáis la corriente que había en esos pequeños ríos. Desde luego con el auto de uno eso no se cruza a menos que tengas práctica en el Dakar. En uno de ellos había una máquina que se encargaba de mover piedras para cubrir parcialmente el cauce y permitir el paso.

Unos 600 metros antes de llegar al pueblito el bus dice que para y que no cruza el río, que tenemos que bajar y con nuestras mochilas ir por el lateral hasta llegar a un puente colgante que nos cruza al pueblo. Así que a sortear algunos charcos que habían por el caminito y ale! cuesta arriba a Iruya, pues el pueblito está en la ladera de una montaña. La plaza de la iglesia estaba muy animada. Coincidí con un matrimonio de porteños más que amables y conversadores que me cuidaron la bolsa mientras que sacaba mi boleto de vuelta y hasta me ofrecieron dejar la bolsa en su hotel durante mi recorrido por el pueblo. Porque mi idea era quedarme un día, pero con una primera vista tuve claro que no me quedaba, era bonito pero no lo que me esperaba. Me temo que después del día de ayer iba a ser bien difícil que algo me impactara.

Me saqué el boleto de vuelta y tenia 2 horas para pasear por el lugar y comer. Tiene unos miradores preciosos. El pueblo es una pura cuesta y esta lleno de hostels y restaurantes para turistas. Un poco guirilandia, si! pero era pintoresco y merecía una visita, aunque las pendientes fueran del 40%. La placita de la iglesia, también con unas vistas espléndidas, estaba inundada de mochileros, descansando y tomando el sol. Muchos esperando el próximo bus de vuelta a Humahuaca. Es sin duda el punto de encuentro de la pequeña Iruya. 

 

Comí un plato de carne con guarnición buenísima. El sitio era lo mejor, aquí tenéis la fachada. Todo eran pequeños restaurantes para turistas, pero yo di con este. Solo unas pocas meses, lleno de locales, y la mujer muy maja me habían dejado ir al baño sin consumir (aquí te cobran si quieres ir al baño en un restaurante y no has comido en él). La comida estaba buenísima. Mientras esperaba escuché la conversación de los lugareños y no entendía ni una palabra. No pude aguantarme y les pregunté en qué lengua hablaban, por si era un dialecto. Tenía que ser un dialecto, si no lo entendería. Pero me dijeron que hablaban en español. Yo les dije, cómo? Pero si estoy intentando escucharles y no entiendo nada? Se reían y estuvimos charlando un rato. Me decían que quizás sin ser muy conscientes de ello empleaban algunas palabras quechuas que tenían integradas en su vocabulario. El caso es que cuando me hablaban a mi si que los entendía. Más que curioso!

Después de 4 horas más de desplazamiento volví al hostel de Humahuaca con todos los trastos y ahí estaba Gilda, tan solícita como siempre. Los chicos porteños se habían ido pero la habitación se animó enseguida. Dos chicas de BsAs Madelaine y Ana, muy majas que van de camino a Bolivia, luego Augusto, un brasileño de Camboriu, supermajo y con una cultura increíble, y poco más tarde una pareja de BsAs, Jeremías y Zati, muy simpáticos. Nos pusimos a tomar mate, este era más fuerte que el tereté que probé en Misiones, aunque al principio un poco amargo, te acabas acostumbrando y le coges el gustillo. Es una cuestión social, beber mate y compartir. Una linda costumbre, que aquí está superarraigada y les encanta a estas gentes. No sé si lo comenté pero en el norte, en Misiones es donde más gente he visto con su mate y su termo, lo toman por la calle, en el trabajo, en el bus…

Por la noche nos fuimos todos juntos a cenar a una peña. Las peñas son locales donde tocan música, en algunos también se cena. Yo estaba muerta, pero intenté animarme. Las canciones eran más bien protesta, música instrumental y rural, me gustaron!.

Pensábamos que luego iban a poner música más bailable pero no fue así, por tanto nos retiramos, pues al día siguiente todos madrugábamos. Quedamos en mantenernos en contacto y contarnos nuestros viajes. Cada uno seguía su camino. Al día siguiente, un nuevo destino….

 

 

 

Únicos: Coptaca y Hornocal!!

Coptaca

Al llegar a Humahuaca me compré unas empanadas para comer rápido, llegué al hostel y me encuentro una nota de la pareja porteña diciendo que se tenían que ir a Iruya porque se iban al día siguiente a Bolivia y si no se perdían la visita a Iruya. Qué rabia! Con la ilusión que tenía de ir al Hornocal! Me fastidió un poco, pero hice marcha. Me fui al sitio donde ellos habían preguntado lo de la excursión y me dijeron que había dos chicos más interesados y que salíamos en 15 minutos y dividíamos los 200 pesos entre 3. Genial! No puede ser más cuadrado. Cuando vuelvo me dicen que los chicos se habían ido a otro sitio y que dejaban la excursión para mañana. Uffff!! Pero qué informalidad!!  Ya decía yo que había sido demasiado fácil. A veces hay que sufrir un poquito para conseguir lo que quieres ;-). Empezamos de cero, por ahora no me rendía. Me habían dicho que desde la otra parte del puente salían furgonetas que llevaban a gente a otros puntos, uno de ellos el Hornocal. Así que llegué allí y no identifico ninguna. Empecé a preguntar a cada coche parado y me decían que para allá no iba. Otro señor me dice que si me llevaría pero iba para otro lado con otra gente. De todas formas me habla de 230 pesos, que no pienso pagar. Doy con Cecilia y sus niñas, ella quiere ir a Coptaca, yo no había oído hablar pero le han dicho que es muy bonito, lleno de cactus. Ellas van a comer y quedamos en vernos en 2 horas si no hemos encontrado otra cosa.

Yo sigo preguntando y coincido con Trini y Claudia, otras dos argentinas, porteñas, que iban a Copcapa también. Negocian un buen precio, decido apuntarme en el momento final y voy con ellas, ya que no veo fácil ir a Hornocal y por lo menos veo algo chulo. El caso es que me montó en la pick-up en la parte de atrás, sobre un neumático que el chofer me forra de cartones. Este sistema de transporte me traslada a mi Asia querida ;-)) .

La carretera es tremenda, pero el viaje merece la pena!. Decidme vos si no ;-))

Me comentan Trini y Claudia que habían hablado con el conductor y que al contarles lo del Hornocal les habían entrado ganas de ir y habían negociado ir a continuación. Qué alegria!  Yo encantada! Ellas también son unas corredoras, así que nos pusimos en marcha….

Hornocal

El camino al Hornocal fue muy muy duro. La carretera por supuesto sin asfaltar y en unas condiciones pésimas. Varias veces tuvo que parar la pick-up para ventilarse porque sufría lo que no estaba escrito. Pero la ruta era única, subimos muy alto, no sé cuánto, no había ni carteles por allí. De repente era todo tan árido… pero con un atractivo tan especial.

Y de pronto pasan cerca de nosotros unas vicuñas, habituales de estas latitudes andinas. Son preciosos estos animales, tienen un porte elegante hasta cuando corren. A diferencia de las llamas las vicuñas son silvestres. Las llamas sin embargo son animales domésticos. Ambas pertenecen a la familia Camelidae, al igual que la alpaca y el guanaco. La alpaca es la vicuña domesticada y el guanaco es el animal de mayor tamaño de la Patagonia, casi el doble de peso de la vicuña. Como veis, vamos aprendiendo un poquito de la fauna patagónica 😉

La ruta fue larga, a veces un sol de justicia y de repente un aire gélido. Yo en mi posición de contacto absoluto con la naturaleza me abrigaba y desabrigaba cada dos por tres. Pero llega el final de la carretera, para el auto y de repente nos topamos con el Hornocal. Una serie de montañas, cada una distinta, y con una diversidad de colores incontable. Una formación con una especie de cuñas de diferentes colores, me cuesta localizar palabras para explicarlo porque también es único. Luego otra montaña con diferentes colores, impresionante aunque ésta casi todo tiempo tenía una nube encima que no nos permitía ver la intensidad de sus tonos. Dicen que en el Hornocal casi nunca se puede ver todo despejado y por tanto la visión de los colores con el reflejo del sol es siempre parcial, pero solo con el 50% ya es suficiente regalo porque es maravilloso. A mi me impactó muchísimo, tenía expectativas, me había hecho a la idea de perdérmelo y de repente vengo y me encuentro algo tan grandioso, que supera lo imaginable. Tenía la sensación de que este día había sido demasiado bueno….pensaba: Dios Mío puedo en tan poco tiempo asimilar tanta belleza?

Además estábamos solos junto a otra pick-up, solos con el Hornocal!! Alucinante!!. Trini y Claudia estaban también hipnotizadas por tanta hermosura frente a nosotros. Nos mirábamos y girábamos la cabeza diciendo: no es posible! es demasiado mágico!!

Si no me llego a encontrar a Gabriel en el hostel, me lo pierdo seguro, porque en la guía ni está. Así que os perdono chicos por no haberme acompañado 😉 y os deseo lo mejor por Bolivia. En fin, lo que tiene que salir sale, persiguiéndolo un poco, claro!

Esa noche en el hostel me cambié de habitación, a la de más camas y así me salía 35 pesos la noche sin desayuno, el precio más económico hasta ahora y posiblemente para el futuro, pues bajando al sur cada vez es más turístico y más caro. Coincidí en la habitación con un grupo de porteños, viajaban 7 amigos juntos, toda una hazaña, aunque iban en plan tranquilos, con guitarras, sus carpas… Enseguida me invitaron a unirme.

Mañana madrugamos para irnos a Iruya, viajer@s, un lugar de moda en estas alturas. Todo el mundo lo recomienda aunque es un poco recóndito y a veces los buses no logran llegar porque está perdido en las montañas y hay que cruzar algunos riachuelos que con las lluvias van bien crecidos. A ver qué nos depara, aunque el día de hoy ha sido excesivo y creo que irrepetible. Difícil de superar querid@s!!

Uquía y la Quebrada de las Señoritas

Hoy vengo de ver lugares increíbles, de verdad que creo que es demasiado para un solo día y un solo post ;-). A ver cómo os lo explico…

Madrugué para comprar mi boleto de Iruya para ir mañana a ver este más que recomendado lugar. Enseguida cogí el bus de las 8 para Uquía, mejor dicho «tomé» el bus (intento adaptar el lenguaje para evitar malentendidos pero me sale sin querer ;-)), ya que a las 12:30 tenía que estar en el hostal para ir con la pareja argentina a ver Hornocal, que según el chico era impresionante, lo mejor de por aquí.

Así que compré el boleto y me subí al colectivo «El Vallecito» que era el busito más humilde que he visto por esta zona, encantador. Solo locales en el bus y el chofer (aquí la pronuncian siempre como aguda) muy simpático, enseguida me dijo que me avisaba.

Llegué a Uquia y visité la pequeña iglesia, el pueblo es mínimo y estaba muy tranquilo, era temprano todavía, creo que solo hay una posada, no hay más hostels.

Me puse a caminar y pregunté a un lugareño por el camino a la quebrada de las señoritas, me lo tuvo que explicar varias veces porque yo no le entendía esa forma de hablar, fue paciente y creo que al final lo entendí. Seguí caminando y al final del pueblito me encontré el cementerio, con la valla rota. Una gracia, mirad las fotos, superdecorado, muy alegre!

Después ya dejé el pueblo y me encontré a dos perritos que fueron mis únicos acompañantes en todo el recorrido. Suerte que había un único cartel al salir del pueblo que me confirmaba que estaba en el camino acertado. Las montañas eran rojas, el contraste con el cielo azul y el verde de la vegetación era precioso, porque aunque era un terreno muy árido, habían algunos tipos de plantas verdes, y sobre todo espectaculares cactus, altos, bien altos, algunos con hijos, alguno incluso con flores, todos imponentes, y vigilando la quebrada.

Seguí caminando como un kilómetro hasta bajar a una especie de llanura, por supuesto los perritos conmigo. Ellos iban jugando entre ellos y de vez en cuando venían a mi lado.

Era espectacular el paisaje, sola en este lugar…Increíble!! Avancé hacia uno de los extremos de la explanada y me encontré otros tonos de color en la montaña. Espectacular!

Me tomé mi tiempo para admirar todo lo que me rodeaba, tan distinto, tan natural, tan sencillo y tan impresionante…

Me hubiera quedado más tiempo, pero tenía que coger el bus sobre las 12 horas de vuelta a Humahuaca, así que tuve que despedirme de la Quebrada de las Señoritas. Uno de los perritos, el negro, me siguió por todo el pueblo, se ve que buscaba dueño, ya sabéis los que conocéis esta faceta mía lo poco cariñosa que soy con los animales, pero yo les hablaba durante el camino, se ve que les caí bien ;-). Entré en una tienda y él entró también. El dueño me dijo: ah! Que ha venido con su perrita!, jajaja, ya le aclaré enseguida, y yo ni me había dado cuenta de que era perrita. Pero es que luego voy a por el colectivo y viene tras de mi. La gente de la parada daba por hecho que era mía. Total que la perrita se esperó hasta que llegó el bus a mi lado y cuándo paró el micro (=bus aquí) hizo ademán de subir. Le dije que se tenía que quedar, me despedí y ella se quedó allí…Y yo seguí mi camino en un día intenso….

 

Noroeste alpino: Humahuaca

Hoy ha sido un largo día de bus. Desde las 15 horas de ayer hasta las 9:30 horas de hoy he vivido en el bus, apenas ha hecho alguna parada, porque dan de comer dentro, ya os dije que era cama-con servicio.

Al llegar a Salta he decidido que me iba hacía el norte, a Humauaca y luego ya iría bajando. Así que he cogido el bus sobre las 11 horas y 4 horas más de autobús, hacia el norte.

En el bus he coincidido con un argentino que iba viajando hacia el norte para pasar a Bolivia y luego a Perú y Colombia. Un viaje largo sin final, pues dice que buscará trabajo por allí. Se ha cansado de trabajar en La Plata y quiere cambiar ;-).

Durante el viaje ya se puede apreciar el entorno, de hecho el recorrido en bus es paralelo a la Quebrada de Humauaca, una zona con montañas secas y erosionadas que muestras colores diversos en función de los reflejos del sol. Algo único que en un paisaje árido y seco es más espectacular todavía. Lo veis?

Al llegar a Huamaca coincidí con una americana que también andaba buscando hostel. Dimos con la oficina de información y turismo y luego acabamos yendo a un hostel de lo más barato que hemos visto y bien situado “Hostal de Ale Suyay”.

Gilda nos atendió y compartimos habitación con una pareja de jóvenes porteños, que viajarán hasta Perú. Con ellos me iré mañana a una excursión por los alrededores de Humahuaca.

Después de una buena ducha ya era persona y me fui a comer algo rápido. Y luego a pasear por el pueblito. Es muy lindo el lugar, tiene encanto. Hay turistas pero se puede estar. Hay un montón de gente con rasgos indígenas, puestos de artesanía en la zona de la plaza y en las escalinatas hacia el monumento de la independencia. La vista un poco más arriba es espectacular, las montañas en diferentes tonos. Precioso.


Empezaba a hacer fresco y en uno de los puestos divisé unos ponchos de lana que me eclipsaron. Me lo pensé pero finalmente sucumbí. Me gustaban y además me vendrían bien para las noches del norte y los días en el sur. Hablé con Jacinta, la artífice de esas prendas, aquí la tenéis. Negocié un poco, aunque aquí apenas se regatea Jacinta me hizo una pequeña rebaja y yo me llevé el poncho.

Hay un montón de jóvenes argentinos viajando por esta zona. La mayoría van en carpas (como aquí llaman a las tiendas de campaña). En los hostels ofrecen tanto precio por cama en dormitorio o precio de tirar la bolsa, que es una habitación con un suelo para echar aislante y saco de dormir.

Hay que ver como viajan, muchos son estudiantes con muy bajo presupuesto, pero como digo yo, para viajar de backpacker solo hace falta un poquito de dinero. Más importante que el dinero es querer descubrir.. sentir la llamada ;-), y sobre todo….. capacidad de adaptación. No viajer@s?

Casa Horacio Quiroga…. ciao San Ignacio

Esta mañana me fui a la casa De Horacio Quiroga. Está en la otra punta del pueblo, algo más de un kilómetro. No se cuántas cuadras he andado pero ha sido mortal. Hacía un sol de justicia y las sombras escaseaban. Aunque hay árboles, la sombra no va más allá de su proyección al ser casi mediodía.

Pero he tenido mi recompensa, la casa está ubicada en un sitio privilegiado. Observad

Nada más llegar les he pedido permiso a los chicos de la entrada para revivir en una hamaca que había cerca de un ventilador y con vistas al jardín. Y casi no me levanto de lo bien que estaba. La visita comienza con un paseo por un sendero que se abre entre pequeños bambús. Hay varios carteles con retazos sobre la historia del fotográfo-escritor, que aquí es muy admirado porque es el que descubrió los yacimientos arqueológicos de las reducciones después de siglos de abandono y saqueos. Él se quedo prendado de esta tierra y se hizo una casa. La historia de este hombre es todo menos usual, y está salpicada por un montón de tragedias que sin duda marcaron su vida y su estilo literario. Al final del sendero se llega a la explanada donde está la pequeña casa de piedra. Conserva muchos elementos originales y es muy fresca. El jardín salvaje de la pequeña explanada es precioso, y tiene vistas sobre el río Paraná. El escritor eligió bien el lugar. Para volver al pueblo pienso hacer dedo, el camino de arena sin sombra se me hace imposible. Es sofocante el calor, aun así lo prefiero al frío. Pero no hay coches a quien parar, no está transitado este camino. Logro llegar, compro algo para comer y me doy una vuelta por el pueblo. Es un pueblito pequeño, super sencillo, hiper tranquilo, no tiene nada pero tiene algo 😉

Me despido de El Jesuita, de Irma y de Herminia, me quedaría más días, se me ha hecho super corto, pero tengo mucho que recorrer y no me lo pouedo permitir,. Ojalá tuviera más tiempo para reposar en éste, mi hogar en Misiones :-). Hasta siempre chicas!

Recojo todas mis cosas y voy a la terminal a esperar mi bus. Las chicas de la boletería son encantadoras y me dejan sentarme con ellas y nos ponemos a charlar un rato. Además me dicen que me ayudarán a subir los trastos al micro (aquí colectivo o micro es como le llaman al bus) Yo les digo agradecidísima que ni hablar, que yo ya estoy acostumbrada. El bus como he comentado anteriormente es «cama» tenemos una azafata y todo, y aunque no funciona, tienen wi-fi. Jamás había subido en un bus de tanto nivel, si pienso en los de Asia, Dios qué dos mundos!!

Quizás media hora después de arrancar, llega un control de policía que nos para el bus y sube un agente pidiendo documentación. Les pide a los de atrás, todos extranjeros, (no hispanos, yo aquí solo me considero extranjera a medias) y al llegar a mí, me revisa el pasaporte y me dice muy gracioso: Y qué tal, cómo le va el viaje? Por dónde estuvo, en Iguazú? Y ahí se me pone a charlar, que si me gustó, que si tenemos algo parecido en España. Ya le dijo que no, que ni en España ni creo que en ningún otro lugar. Fue grandioso, le dije. Se ríe y se despide…

Por la región de Misiones…

Viajer@s, os voy a hablar de mi paso por la región de Misiones. De entrada ya siento dejar tan pronto San Ignacio Miní. Ahora de camino a Salta en un superbus de lujo os lo cuento 😉

Tras la visita a las cataratas lado argentino llegue a la estación de bus de San Ignacio. El viaje fue estupendo. Iba en la primera fila de un autobús de 2 pisos, una panorámica increíble, largas rectas en la carretera, vegetación verde a veces más selvática, a veces más escueta, pero con ese suelo rojizo y el cielo azul intenso era siempre bellísima!

Además con araucarias en algunos lados de la carretera! Fabulosas! Adoro este árbol, que ya me encontré en Brasil! Es una conífera propia de esta zona, y está en peligro de extinción. Al parecer su madera es muy buena y eso ha provocado un exceso de tala, que ahora se está controlando. Tienen una presencia increíble.

Y luego, con buena compañía! Compartiendo la primera fila una familia argentina: la madre y la hija con el marido de ésta. Eran de Posadas pero la hija y el marido son misioneros en Suecia. Qué gente más maja! A la madre le encantó que fuera española. Estuvo con su marido 6 meses en Europa hace años (él ya falleció) y recuerda todo con gran cariño. Estuvimos hablando un buen rato, nos reímos bastante, les gustaba saber de mi experiencia viajando sola y yo les contaba anécdotas. Venían de Iguazú. La madre, que ya había estado otras veces, decía que casi de forma inexplicable, cada vez que volvía le impactaban más las cataratas. Y yo la puedo entender. Creo que es tan grande que ni siquiera nuestra mente, nuestros recuerdos, son capaces de contener esa magnitud de maravilla. Por muy magnificado que sea el recuerdo, siempre es pequeño frente a la monstruosa presencia de la naturaleza en esos saltos.

Luego el yerno bajó a por refrescos en una parada y directamente me trajo una botellita de agua. Yo súper agradecida, pues nos daba el sol de pleno en nuestro solarium de la primera línea y hacía calor, pero no cambiaba el sitio por nada.

Poco después ya me despedí pues me apeaba y ellos seguían a Posadas, ellos me desearon lo mejor para mi paso por estas tierras.

Al llegar a San Ignacio, la estación está en la carretera y el pueblo al otro lado. Nada más entrar al pueblo encuentro la oficina de información. Me dieron datos sobre hostels y las reducciones cercanas a San Ignacio y decidí ir al hostel “El jesuita”. No era el más barato pero me llamó ;-). Después de caminar un rato con un calor nada despreciable lo alcancé. Y acerté. Tuve que esperar a que llegara Herminia, la chica que lo gestiona. Ha alquilado la casa a los dueños y ella lleva el negocio. Por fuera la casa parece un poco viejita, pero nada más traspasar la puerta me encantó el lugar. Es antiguo pero muy acogedor y limpio. Herminia es una chica entregada a su trabajo, una profesional excelente, muy cercana, y ya una amiga en Misiones ;-). Me muestra el dormitorio, tiene varias camas pero hoy estoy sola, porque hay varias parejas en el hostel, pero unas en tiendas de campaña y otras en las habitaciones dobles. Así que esta es la primera vez que duermo sola desde mi salida de Valencia ;-).

Decido ir a ver el espectáculo nocturno de las ruinas y aunque me gusta y te sitúan en la época, me esperaba otra cosa, es un poco infantil para mi gusto y en absoluto sustituye a la visita de día.

Al día siguiente por la mañana decido ver primero las reducciones del Loreto y Santa Ana y ya por la tarde San Ignacio. Me quedaré una noche más en San Ignacio y cogeré el bus directo a Salta el día siguiente a las 15 horas.

Para ir a Loreto cojo el colectivo en la avenida principal de San Ignacio y me deja a las puertas de las reducciones. Allí me espera Elisabeth, la guía que me hace la visita a mi sola hasta que se incorpora una simpática familia argentina. Elisabeth es estupenda, es muy joven y sabe muchísimo, se nota que le encanta su trabajo. Fue un gusto escucharla, ya se lo dije. Y sobre las reducciones os diré que con su ayuda te trasladas en el tiempo, porque las piedras no es que ayuden precisamente, apenas hay restos, están todavía trabajando en los yacimientos. Lo más sobrecogedor es la selva, la variedad de árboles, lo verde, lo fresco del lugar con el gran calor que hace fuera. La absoluta paz que se respira. Un lugar privilegiado.

Luego me fui a Santa Ana. Cojo el colectivo donde me había dejado y ahora me tiene que dejar en la carretera, donde tengo que esperar al siguiente que vaya en dirección Santa Ana. Finalmente me deja el colectivo a aproximadamente 1,3 kilómetros de las ruinas. Distancia que me tengo que recorrer a pie y a casi 40 º C con un sol de justicia. No pasa ni un solo coche, si pasa uno lo paro y le pregunto en qué dirección va, pero para cuando pasa uno yo ya estoy tocando la entrada.

La reducción de Santa Ana me gustó mucho. Estas reducciones están algo mejor conservadas que las de Loreto. Sobre todo la plaza me pareció espectacular.

La vuelta hasta la parada del colectivo se me hacía dolorosa, pero luego no lo fue tanto. Nos subimos a un autobús de dos pisos ya que por la carretera pasan todos los que van a Iguazú que también paran en San Ignacio.

Cuando por la tarde llego al hostel derrotada por el cansancio y el calor, me encuentro con el dormitorio súper animado. Estaban Víctor (Uruguay) y Nicolás (Alemania) hablando de sus rutas y yo me uno. Más tarde llegó Rosemary, de Rio de Janeiro y también Jeff de Francia. En fin de la tranquilidad a la buena compañía. Después de charlar un rato me tumbo un poco con intención de descansar pero llegar a visitar San Ignacio en la entrada de las 18 horas.

Decisión más que acertada. Nicolás también hizo la visita y tuvimos un guía cañerísimo!, Julio, guaraní y un apasionado de la historia y defensor acérrimo de la cultura indígena. Un hombre visceral, trasparente y divertido. Nos contó un montón de cosas, nos quedábamos todo el grupo escuchándole en silencio.

Y luego las ruinas, casi en la puesta de sol, sin calor, poca gente y con una luz maravillosa, las ruinas estaban perfectas. Estas ya reconstruidas y recreando lo que fueron en su momento de esplendor.

Un tema apasionante el de las reducciones jesuíticas, también conflictivo, por lo novedoso del planteamiento, por los cambios que introdujo para la cultura guaraní, por la época convulsa en que se produjo, por su término, etc.

No sé si muchos recordáis la historia. Mi primer contacto con esta realidad fue “La Misión” que me impactó mucho. Y ahora yo estoy aquí! Os resumo rápidamente:

En 1549 llegaron los jesuítas a América, estableciéndose primero en Brasil y propiciando una evangelización sin armas. No querían imponer una doctrina a la fuerza, sino lograr la aceptación de los guaraníes a través de un dialogo, y el respeto de sus derechos. Iban a trabajar para defenderlos de los abusos a los que se veían expuestos en la nueva sociedad principalmente de los bandeirantes portugueses y los colonizadores españoles que acechaban cazando esclavos.

Durante 150 años, un grupo de sólo 50 a 60 sacerdotes gobernaron a más de 140.000 guaraníes. La planificación del los pueblos se centraba alrededor una gran plaza. Junto a esta , la Iglesia era la construcción mas importante y también había una escuela donde se impartía la formación religiosa y humana. Había una «casa de resguardo» (Cotiguazú) para los huérfanos y viudas, talleres para tallar piedra y madera, fabricar instrumentos de todo tipo, incluso musicales, escuelas de pintura, huertas, ganadería y un cementerio.

La organización se basó en comunidades libres. Cada indio tenia su vida privada familiar y propiedades personales. También habían bienes comunes. 

En 1768 los jesuitas fueron expulsados por orden de Carlos III rey de España. Poco después la vida en las reducciones fue desapareciendo, fueron abandonadas, saqueadas y olvidadas.

Por la noche nos fuimos Nicolás y yo a cenar al Hotel San Ignacio, que estaba súper animado y junto al que había una pista de paddle viejita viejita.

No os he dicho que Nicolás viaja por un año por Sudamérica. Ya sabe que le envidió 😉 Habla español bastante bien y cuando acabe el viaje, hablará sin problemas español y portugués, pues también lo va a aprender ;-). También está escribiendo en un blog, bueno él está un poco perezoso para escribir, no lo tiene muy avanzado, aunque dice que se va aponer en serio. Yo le animo.

Nos llevamos muy bien, y quizás coincidamos en Buenos Aires.

Buenas noches viajer@s…