Cape Cross y Skeleton Coast

La colonia de focas de Cape Cross en la costa oeste de Namibia alberga más de 100.000 individuos. A pesar de ser gregarios, estos mamíferos no son especialmente sociables pero vivir en comunidad les reporta más oportunidades para el apareamiento y reduce el riesgo de ataques de los depredadores. A excepción de los juegos entre las crías cualquier otra interacción entre ellos es hostil.

Estos mamíferos debido a la estructura de su piel y su pelo mantienen su cuerpo a una temperatura de 37º, lo cual  les permite disfrutar de largos periodos en aguas frías

Las hembras dan a luz un único ejemplar a finales de Noviembre y Diciembre. Los pequeños comienzan a mamar al poco de nacer pero pronto las madres las deja en una especie de guarderías para ir a buscar alimento. Al volver los reconocen por una combinación de olor y sonidos. La mortalidad de los recién nacidos es alta. Hasta una cuarta parte no consigue sobrevivir el primer año. Los principales depredadores son la hiena y el chacal que son los causantes de más del 25% de las muertes. Los supervivientes permanecen con las madres hasta que tienen un año de vida.

Las focas se alimentan de pescado. Comen sobre un 8% de su peso diariamente. Las colonias del Sur de África anualmente consumen 1 millón de toneladas de pescado. Unas 300.000 toneladas más de lo que es comercializado por las pesqueras de Namibia y Sudáfrica.

A esto que he extraído de la guía sólo añadir que el olor es nauseabundo y el sonido de sus bramidos constante y elevado. Aun así la visita merece la pena porque la gran concentración de animales es casi única y porque la cercanía permite apreciar sus movimientos y disfrutar de algunas exhibiciones. Se hayan esparcidas por la superficie de la playa alfombrando toda la banda de arena que alcanza la vista. A tenor de lo visto, nadan cuando quieren, comen a su antojo el pescado que estas productivas costas les ofrecen y se tumban al sol horas y horas. Hard life! 😉

Continuamos la escalada hacia el norte, hacia Skeleton Coast. Antes de salir de Cape Cross, Aggies nos dice que no tiene claro el alojamiento en Tora Bay pues el camping que hay allí solo abren en verano. Buscamos en la guía otros campings, Aggies llama a la agencia para indicar que miren el tema y avanzamos hacia el norte.

Sospechamos algun problemilla y nuestro temor se hace realidad al llegar a la «escalofriante» puerta del parque y nos dicen que sin un permiso que únicamente se puede tramitar en Windhoek no podemos avanzar por el parque. Permiso que por supuesto no tenemos. No sabemos si el guía lo ignoraba o se ha esperado a que otros nos dieran la noticia otros. Únicamente podemos obtener un permiso de tránsito para entrar por la puerta de Ugabmund, donde nos encontramos, y salir por la puerta de Springbokwater antes de las 19 horas. Bajo ningún concepto tenemos permitido acampar en el parque ni hoy ni mañana, tal y como estaba previsto.

Nos quedamos completamente bloqueados, nos acabábamos de cargar 1,5 días de viaje y un paraje absolutamente único. No hay cobertura en todo el parque y por tanto Aggies no puede llamar a la agencia y expresar nuestro sentir.

Tras el correspondiente esfuerzo para adaptarnos a la nueva situación sin demasiada afección a nuestro ánimo, decidimos apreciar al máximo los kilómetros que nos es permitido transitar y esperar a contactar con la agencia a la salida. El paisaje es singular, más que desértico parece lunar. Desangelado y gélido. El mar bravo y magníficas dunas de arena. Paramos a comer cerca de una oxidada estación de extracción de algún tipo de producto oleaginoso. Alcanzamos el camping de Tora Bay, unas instalaciones desiertas en primera línea de mar y sometidas al imponente y frío viento. La única alma que nos encontramos es una chica paseando por la playa que vive en unas pequeñas casas que se ven más a lo lejos y se dedican a la pesca.

Debemos abandonar el parque y Aggies nos propone acampar en una especie de camping deshabitado justo en la puerta de salida. Pero la cuestión es qué hacer ahora. Paco propone a la agencia que el día que perdemos lo pasemos en Twyfelfontein, visitando las pinturas rupestres, el bosque petrificado y adentrándonos en las zonas donde se avistan los elefantes salvajes de Damaraland. Pero Jeffrey de entrada no acepta esto ultimo y por tanto no llegamos a acuerdo. Se corta la llamada a mitad de negociación, Aggies dice que no tiene crédito para llamar y quedamos a la espera de que Jeffrey nos contacte para seguir debatiendo. No podemos avanzar porque según la respuesta hay que tomar dirección norte o sur. Tras una hora sin noticias y anocheciendo decidimos avanzar hacia la bifurcación. Ya de noche (aproximadamente las 19 horas) y tras 1 hora de recorrido seguimos sin noticias. Aggies nos dice que tiene prohibido conducir por la noche con turistas porque Damaraland es peligroso. No lo entendemos y menos aun que nos lo eche en cara a nosotros. Lo que nos faltaba! Por un momento nos vemos durmiendo en el coche. Pero no, vamos hacia el norte, al camping de Palmwag que a 60 kilómetros de pista forestal es el más cercano.

Llegamos cansados, hoy el día no ha sido fácil. Ya veremos mañana, viajeros, lo que nos depara 😉 Sin duda mejor y nuevos maravillosos paisajes!

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