Un coro, una orquesta, un pastor que hace las veces de showman director y cantante al unísono, y un profuso público entregado a la causa. Eso es una misa africana!.
He estado en tres misas, cada una en un país diferente, os contaré particularidades si bien todas tienen en común ese ambiente más que cálido, enseguida me hicieron sentir que era una más. En una misa africana todos somos una familia, aplican a rajatabla la máxima de «Todos somos hermanos», y más que una misa, es una auténtica fiesta. No podía ser de otra manera con estas gentes.
Empezamos por Village’s Church. En Maun era domingo y aunque decidí quedarme descansando para salir el lunes a Kasane, madrugué para ir a misa. La iglesia era una gran carpa y cuando llegué me dieron la bienvenida estrechándome la mano y con una gran sonrisa. Ya había empezado la música. A la derecha una pantalla con las letras de las canciones y un grupo de niños sordomudos con intérprete. Me llama la atención que en la banda haya blancos y negros y también entre el público hay algunos blancos. Aparentemente no hay aparheid en Botswana, que sensación más distinta a Namibia, no obstante aquí también muchos dueños de los negocios son blancos, algo que da que pensar…
Los pastores que dirigían el asunto eran blancos, supuse que matrimonio, hablaban en inglés y luego había una traductora de tswana. Presentaron a un matrimonio de Mississipi que eran de la misma Iglesia, más pinta de norteamericanos no podían tener, y como tales actuaron. Hicieron una serie de gracias, él pidió hacer una foto a todo el público para llevarla consigo, soltó algunos piropos a su mujer y hubo más detalles que contribuyeron a crear «chou» en toda regla. Me apunté unas de sus palabras manifestadas con fuerza y júbilo: «We love you, we love Jesus and Jesus loves you». El público les devolvía risas y algunos aplausos. Era casi irreal.
En el momento de la paz, mi vecina, una negra auténtica me plantó dos besos, y también otros vecinos me saludaron efusivamente. Las mujeres con niños se salían de vez en cuando y yo también lo hice y disfruté de unos momentos geniales. Los veo y me emocionan esas sonrisas. Antonia, la de la camisa granate, es nigeriana, hablamos un rato e intercambiamos direcciones. Era estupenda y su peque, como todos, para comérselo.
Pero no todo es entrega incondicional a los cánticos y letanías reincidentes, otros apuestan por las nuevas tecnologías ;-), como este joven..
La siguiente fue en Zimbabwe, en concreto en Mutare. Me enteré por un ensayo que hacían el sábado cerca de donde vivía yo en Mutare. Entré y la chica me dijo que cantaban mañana en la misa de las 8:30 horas en el «Mutare Teachers College». Así que cuando conseguí conductor para ir a Bvumba, y ya con retraso llegamos a esta Escuela que se transformaba en iglesia. Enseguida me hicieron pasar al principio y el chico perfectamente trajeado que me recibió me buscó una anfitriona para que me guiará en el acto. Y me ubicó en la primerísima fila donde el pastor ya largaba sus letanías con énfasis inimaginable. Mi guía espiritual iba a ser Mangwer, ella me traducía con el mismo entusiasmo con el que el pastor medio cantaba medio hablaba-gritaba, y ya me estaba diciendo que quería presentarme al Ministro de su Iglesia que iba a llegar en breve. Yo lo dije que sintiéndolo mucho me tenía que ir a Bvumba en unos instantes, y ella lo entendió y se tomó mis datos para estar en contacto y me dio los suyos. Era una feligresa devota y entusiasta. Esta celebración era mucho más modesta en cuanto a infraestructura dominical se refiere, y no me permitieron hacer fotos aunque conseguí un par. La chica que me había mandado aquí y que participaba en el coro me saludó desde lo lejos. Era imposible no reconocerme, era la única blanca.
Se volvía a repetir el espectáculo, cantan, mueven brazos, caderas, yo diría que bailan. No lo pueden evitar, no hay castigo peor que obligarlos a mantenerse inmóviles. Seguramente aquellos primeros evangelizadores captaron pronto la esencia de estas gentes y les propusieron una celebración totalmente adaptada a sus necesidades con el fin de conquistar su corazón y captar su fe. O quien sabe igual ellos la han ido transformando a su gusto, para que sea sangre de su sangre.
El mayor despliegue en lo que a infraestructuras y público se refiere, fue el que presencié en Soweto. En la guest-house me informaron de la misa, era el domingo de mi despedida, mi avión salía a las 15 horas y a las 9 horas era la misa. No solo me lo indicaron si no que una de las trabajadoras de la guest-house, por supuesto negra, me acompañó hasta que pudimos ver la carpa. Patrice se unió. Ya había empezado al llegar nosotros y como es habitual nos recibió con amabilidad y sonrisa ilimitada una de las personas responsables de dar la bienvenida al evento dominical y nos acompañó a ubicarnos. La iglesia a modo de carpa estaba repleta de fieles y en el escenario un coro magnífico no sabéis cómo animaba la celebración. La multitud no me defraudó lo más mínimo, entrega incondicional a la música… Disfruto viéndolos y me siento africana, no puedo evitar imitarles.
Al rato de posicionarnos en la fila unos niños han venido lanzados y se han enroscado en mis piernas para darme la bienvenida, una gran abrazo en toda regla. Yo les he abrazado y se los he pasado a Patrice. Enseguida he mirado a las madres para darles las gracias con una sonrisa. Ellas han respondido encantadas. ¿Creéis que en algún sitio del mundo se puede ver esto, viajer@s? Yo no…..Lo que tú mente no alcanza a imaginar ocurre en África. Y no quiero que acabe…
Deu ser una combinació estranya, entre els ritmes i cants africans que duen en la sang, i l’estil nord-americà de pegar crits baix la bandera bíblica… El que és inqüestionable és que deuen ser més divertides que les d’ací (excepte per al de les TIC 😉 Besets!!!
Interessant aixó de la combinació.
I si, res a veure amb les de açí, amic. Tenim molt a aprendre 😉 Bssss