Xauen, el reencuentro

DSC_0947Mi desayuno comida en Casa del Río, una locura! Cómo a veces no entiendo bien el castellano de Jamal pues he pensado que era una cosa y era mucho más. Así que intento dar buena cuenta de ello pero es imposible. No os digo lo maravilloso que es comer en la terraza, no hay muchos placeres que lo igualen.

Me pongo en marcha tarde, el calor es importante, callejeo siguiendo el río hasta dar con el lugar donde se bañan los niños, son pequeños locos, estas gentes no conocen el miedo. Hay una pequeña poza con agua que no cubre más que las rodillas, pues ellos hacen ademán de tirarse de cabeza y en el aire cambian a plancha para no quebrarse la crisma. Hay que ver cómo lo pasan, a falta de piscina municipal la naturaleza cubre sus necesidades. Curioso los parasoles de los coches por aquí, para que gastar teniendo cartones por casa. Sigue leyendo

Bajando a Marruecos

A Algeciras

00:01: Salida bus de Valencia con llegada a Algeciras a las 13:30 horas. No hay ni que calcular, son la intemerata de 13 horas y media, suerte que caigo al lado de Lola, una granadina muy maja, charlamos hasta rendirnos al sueño y por la mañana nos levantamos, mejor dicho despertamos, y seguimos hablando de unas cosas y otras, tiene un novio en Argentina, así que va y viene con frecuencia.

8:30 Granada, ella se baja y tengo asiento entero para mi. He dormido mucho pero sigo dormitando, se hace llevadero el camino, llegamos a la Línea de la Concepción, a la derecha el peñón de Gibraltar, espectacular estructura.

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No hay playa despues de Bazaruto

Madrugué para ver el amanecer en estas costas. Así empezaba mi día con destino a Bazaruto.

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Preguntando a la mujer que trabajaba en la limpieza de la guest-house me relajé. Me dijo que no me preocupara, se ve que muchos días empiezan al más puro estilo londinense pero se abre el cielo a mitad de mañana. A veces, si no siempre, la sabiduría popular es una gran aliada. Sigue leyendo

Dia tranquilo en Vilankulo

Tuve que esperar un día más en Vilankulo para ir a Bazaruto. Echaba de menos Matola y los niños y me sentía dividida. Necesitaba llegar a Bazaruto pero mi anhelo me restaba días de felicidad junto a los rapaces y los meninos. A pesar de todo estaba a gusto en este lugar, aprovecharía el día para escribir, callejear, charlar, observar, en definitiva viajar…

Antiguo mercado

En el antiguo mercado el pescado abunda, los cangrejos son espectaculares, ningún extranjero y por tanto blanco a la vista, es temporada baja y uno de los lugares más turísticos de Moz se haya desierto de turistas, cosa que explica que en un dormitorio de 10 camas esté yo sola. Sigue leyendo

Vilankulo city & beach

Animado madrugón

Inevitable madrugón. Nelson me acompañó a la puerta de la parroquia. Estaba todo desierto. Eran las 3 de la mañana.

Llega el taxi. Por la carretera nos pararon unos policías. Decía el taxista que era para sacarle dinero, para intentar pillarle con algún papel a faltar, pero él lo tenía todo. Ni siquiera estaban autorizados a multar porque no eran agentes de tráfico pero en fin. Su taxi no estaba identificado como tal. Él dice que pintarlo como taxi si luego decide dedicarse a otra cosa supone un gasto de pintar y despintar y luego el coche no se queda igual de bien.

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Las varias Maputos

Dos veces estuve en Maputo, bueno tres para ser exactos, pero dos de ellas pasé el día allí. La ciudad me pareció agradable y llena de vida. Como me habían advertido, es una de las capitales más interesantes del sur de África. Las impersonales Windhoek y Gaborone hacen hasta interesante Harare, y al lado de todas éstas Maputo es una ciudad con encanto.

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La primera vez fui en coche con Pepe y Andrés, a comer a casa de unos amigos de Pepe. Me fascinaron esos grandes bloques de hormigón sin encanto pero con personalidad esparcidos por el aire, rodeados de bajas edificaciones y vestidos con esos enormes y coloridos anuncios en sus medianeras.

La segunda escapada fue a pasar el día y me llevé a Chico y a Marcelo. Se lo propuse y ellos inmediatamente dijeron que sí. Antes del sí yo ya sabía que aceptaban, el brillo de sus grandes ojos los delataba. Sigue leyendo

Centro de nutrición de la parroquia São Gabriel

Encuentro con el Centro

El lunes por la mañana vino Pepe para enseñarme las distintas partes de la misión de los Frailes de la Orden de los Siervos de María. Estos religiosos iniciaron su andadura en Mozambique en 1984 administrando la Parroquia de San Gabriel Arcángel de la ciudad de Matola, una población de 729.443 habitantes.

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Pero el trabajo de los religiosos no se ha circunscrito al ámbito evangelizador, si no que en vista de las necesidades de la población más vulnerable de la demarcación misionera han puesto en marcha distintos proyectos, tales como: escuelas, una guardería para los hijos de las madres trabajadoras fuera del hogar, el LAR Nova Esperança (el hogar para niños de la calle y huérfanos de Sida donde vivo) y el Centro de Nutrición Infantil donde voy a trabajar como voluntaria.

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Lar Nova Esperança

El encuentro con los rapaces

El refectorio (un primer ejemplo de palabra que no usamos en español y que se emplea en portugués) es un lugar estoico. Dos grupos de mesas en forma de L y sillas básicas alrededor, los cerramientos con ventanas techo y puerta. No hay nada más en este local, bueno sí un pequeño cuadro con motivos religiosos al fondo, en lo alto.

En la cena era la nueva y la única chica. Todos miraban curiosos, con risas y cierta timidez. Pepe me presentó y le dijo a Chico (abreviatura de Francisco), que con 10 años es uno de los pequeños del LAR, si se podía hacer cargo de enseñarme Matola. Él dijo muy bajito y deslizando la mirada que sí. Me pareció una estupenda idea. Chico nos tiene prendados a Andrés y a mí, es un tímido encantador.

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Aterrizaje en Matola

Me despedí del recepcionista del Lys y de los trabajadores, y con los trastos en ristre cogí la chapa y me dejaron en la entrada del aeropuerto. Los 2441 km que separan Pemba de Maputo decidí volarlos. Vía terrestre hubiera empleado mínimo 48 horas, y dos días cuando se acerca el final de viaje tienen un valor inponderable. Realmente no iba a Maputo, sino a Matola, una ciudad a 10 kilómetros de Maputo y donde se hallaba la misión católica de los Siervos de María. Desde el área de Cooperación Internacional de Cáritas me habían puesto en contacto con José Correcher, el religioso responsable de la misión, quien me había permitido visitarles y pasar unos días con ellos trabajando como voluntaria.

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