Mi desayuno comida en Casa del Río, una locura! Cómo a veces no entiendo bien el castellano de Jamal pues he pensado que era una cosa y era mucho más. Así que intento dar buena cuenta de ello pero es imposible. No os digo lo maravilloso que es comer en la terraza, no hay muchos placeres que lo igualen.
Me pongo en marcha tarde, el calor es importante, callejeo siguiendo el río hasta dar con el lugar donde se bañan los niños, son pequeños locos, estas gentes no conocen el miedo. Hay una pequeña poza con agua que no cubre más que las rodillas, pues ellos hacen ademán de tirarse de cabeza y en el aire cambian a plancha para no quebrarse la crisma. Hay que ver cómo lo pasan, a falta de piscina municipal la naturaleza cubre sus necesidades. Curioso los parasoles de los coches por aquí, para que gastar teniendo cartones por casa.
Color azul
Sigo y me adentro por la medina. No hay plano que valga, ella, absolutamente laberíntica, está hecha para perderse, proponerse algún tipo de orientación es casi un absurdo, y menos el primer día. Así que me dejo perder…Siempre el azul presente, resplandeciente y con rincones olvidados, alguna influencia tiene en el ánimo porque es fascinante.
Hay fuentes en todos los lados, junto a ésta, preciosa, me encuentro a Mohamed, él me anima a beber agua, dice que es apta para estómagos foráneos. Vive en Ibiza y ha vuelto por vacaciones a su tierra. Habla muy bien español, un tipo simpático, charramos un poco. Pruebo el agua, buena y fresca. Lo mejor de algunas fuentes públicas es que hay un cacito de plástico para servirse. Se bebe se vacía y se deja en la fuente para el siguiente. Así lo usan los marroquís, por supuesto ningún extranjero.
Plaza el Hauta
Sigo mi camino, tengo que acabar dando con la plaza que descubrí anoche, y no es fácil porque no sé ni el nombre ni el camino. Decidí buscar un sitio para cenar y me asomé a la plaza principal, Plaza Uta el Hammam. Me asusté de ver la avalancha de turistas y la invasión de mesas y sillas, no la recordaba así, y no me gusta compartir con tanta gente, así que no la pude disfrutar pero eso me obligó a deambular en búsqueda de lugares menos accesibles y tras el correspondiente pateo obtuve mi recompensa: El restaurante Assada con su pequeña terraza en la misma calle y luego la Plaza el Hauta, territorio marroquí, sin turistas, solo un par de cafés y una fuente preciosa, un lugar tranquilo. Decidí que volvería de día, merece mi tiempo y mis fotos.
Algunas puertas abiertas ofrecen paso al rellano de acceso a otras viviendas, son pequeños refrigeradores, a las horas de más calor son una bendición. También las hojas de parra son sombras de incalculable valor.
Para la ubicación de algunas puertas se olvidaron del nivel, es todo libre, rigurosamente irregular, y eso la hace todavía más bella.
Colores
Abundan por doquier, las pinturas ensacadas y perfectamente dispuestas para enmarcarlas, los sombreros con sus bolas de lana, que no son sombreros mexicanos, sino los típicos de esta región y triunfan entre locales y turistas, los gorros, telas, alfombras….
Xauen felino
La villa está atestada de gatos, por todos los rincones aparecen, algunos muy pequeños, son también estupendos modelos.
No está mal para nuestro primer día, verdad?. Xauen engancha, viajeros ;-)… seguiremos informando desde la Medina….