Dia tranquilo en Vilankulo

Tuve que esperar un día más en Vilankulo para ir a Bazaruto. Echaba de menos Matola y los niños y me sentía dividida. Necesitaba llegar a Bazaruto pero mi anhelo me restaba días de felicidad junto a los rapaces y los meninos. A pesar de todo estaba a gusto en este lugar, aprovecharía el día para escribir, callejear, charlar, observar, en definitiva viajar…

Antiguo mercado

En el antiguo mercado el pescado abunda, los cangrejos son espectaculares, ningún extranjero y por tanto blanco a la vista, es temporada baja y uno de los lugares más turísticos de Moz se haya desierto de turistas, cosa que explica que en un dormitorio de 10 camas esté yo sola.

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Las señoras de abajo me dejaron fotografiarlas y me contaron que cantaban para recoger dinero para una de ellas, ellas mismas echaban dinero y quise contribuir. Es una forma de ayudarse, me dijeron, y lo mejor es que lo pasaban en grande. Emocionante!

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A la derecha el pescado en salazón, la forma más barata y segura de conservarlo. Es un producto presente en todos los mercados de esta parte de África.

Abajo una industria textil a pequeña escala y al aire libre. Elegías un tipo de capulana y te confeccionaban el bolso en un santiamén. Recordemos que las capulanas son piezas de tela empleadas por las mujeres, principalmente en Mozambique pero también en otros países de África. Se caracterizan por su variedad de color, su diversidad de estampados y la variedad de usos que ellas les dan. Tanto te apaña como falda como luego te la agencias como pañuelo para la cabeza o la transformas en una banda a la espalda que hace las veces de mochila para bebé. Eso sí, tienen un arte para ponerla y que se quede fija donde corresponde que me deja pasmada. Son preciosas y ellas están más que favorecidas. No salgo del país sin capulana ;-).

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Regalos

Una de los regalos del día fue este: Sentada en la terraza de la guest-house detecté barco. Esa hilera de personas con agua hasta la cintura y trastos hasta la cabeza es una estampa auténticamente mozambiqueña. Me apasiona y hay que vivirla, estar ahí, mojarse, faltarte manos para echar una mano, que te la echen, compartir sonrisas, sufrir por los bártulos, respirar tranquilo al pisar la arena, imaginar grandes fotos, calzarte pies mojados con arena, despedirte con cariño, orientarte, seguir tu camino…. Es magnífico! La pequeña gran aventura de los transportes en África!. La visión desde fuera es maravillosa con ese fondo de mar en calma barrido de tonos azulados….Seguimos cumpliendo sueños ;-).

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Otro gran obsequio fue conseguir la excursión a Bazaruto para el día siguiente. Mapapay Dhow Safari es la empresa de Marina y su marido, tienen barcos y organizan pasajes a las famosas islas de estas costas. Ella es italiana, tras acabar un periodo de voluntariado en Zambia vino para estas costas de relax antes de volver a Europa y conoció a un mozambiqueño, que por cierto tiene unos rasgos asiáticos increíbles, se enamoraron y ella se quedó. Dice que es feliz aunque necesita el contacto con otros extranjeros que su trabajo como organizadora de escapadas a las islas cercanas le permite. La verdad que nos llevamos muy bien, es buena gente y se le ve muy adaptada.

Chao y la subasta de pescado

Por la tarde conocí a Chao, un chino muy simpático que acababa de llegar del norte de Moz. Chinos mochileros creo que es el primero que encuentro, sin duda es un número que irá creciendo, aunque no sé si superará el número de backpackers japoneses Los nipones son viajeros incansables y aventureros en solitario las más de las veces. A pesar de nuestras diferencias siempre conecté con ellos, Taka, Kyoko, Jimbo… El caso es que Chao es muy hablador y entusiasta, nada que ver con la forma de ser y el habitual carácter introvertido asiático, pero sí me recordó a los japoneses en lo que se refería a su infraestructura informática: buen portátil y lo mejor en complementos. Entre muchas cosas me contó que había pasado por Madagascar, me habló de ese país que tengo en los primeros puestos de mi lista de pendientes y le escuché con fascinación. Me contó maravillas pero también de lo cansado de viajar, dado el horripilante estado de las carreteras y los transportes y la dificultad de las comunicaciones si no manejas el francés, y en algunos zonas a pesar de hablarlo.

Luego me convenció de ir a comprar pescado. Él había conocido a un chico que le había ayudado a comprarlo en la subasta de la playa y me lo presentó. Me hacía gracia la idea aunque no me apetecía mucho cocinar y no tenía nada para aderezar el pescado. Acompañé a Antonio por la playa, hasta alcanzar un grupo de gente en la orilla. Él enseguida me agenció unos ejemplares y negoció su precio. Eran cuatro pero a mi me sobraban dos. Antonio, ya lo suponía, y se ofreció voluntario para quedárselos ;-). La idea que él tenía era cocinarme el pescado en su casa, nunca se habló de dinero, en eso son elegantes, pero se sobreentendía. No es que fuera mala idea pero me apetecía quedarme en el hostel, estaba vaga.

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DSC_0287Él me limpió el pescado en la misma arena, con el canto de las conchas lo cortaba y quitaba las tripas que las olas se tragaban. No improvisaba, sabía lo que hacía. Así que casi sin pensarlo me encuentro yendo a la guest-house con dos peces tal cual muestra la foto. Intenté en la cocina cambiar un pescado por algo de acompañamiento, patatas por ejemplo pero no me lo pusieron fácil, se trataba de un negocio real en manos de un inglés poco flexible. Lo dejé estar y lo intenté en alguna tienda de las inmediaciones, pero el pescado aquí abunda y es barato, cosa que con las patatas y otras verduras no ocurre. Le regalé el pescado a la chica de la tienda donde compré patatas. Le hizo gracia verme llegar con el pez y yo le expliqué la historia. Ella me dio un poco de aceite en una bolsita, que no me quería cobrar. Total tanto trajín y al llegar el chino me dice que me ha dejado arroz y algo más para acompañar el plato principal! Yo me hice mis patatas y el plato casero estaba más que decente.

DSC_0267bisNo olvidé tomar fotos al color de la puesta de sol. Aquí no vemos el sol absorbido por el mar al ubicarnos al este, pero sí podemos apreciar las tonalidades del ocaso sobre el horizonte marino, la maravillosa luna sobre el límpido cielo azul y los barcos meciéndose dócilmente sobre la línea de agua, com aguardando nerviosos el dulce momento de echarse a la mar…

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Recuerdo a mis niños de Matola, como se divertirían ellos en estas playas!. Ya queda menos para encontrarlos… Cuando pienso que cada vez es menos lejano el momento de dejar África lo asumo con resignación y lo alejo de mis pensamientos, no me lo quiero creer porque es demasiado pronto, soy demasiado feliz aquí….

Volviendo a Vilankulo y a mi día tranquilo, este es un lugar de mucha paz y gran belleza, y es la puerta a una de las maravillas de Moz: el archipiélago Bazaruto. Mañana lo descubriremos, viajer@s, mientras….haceros el favor de disfrutar de las pequeñas cosas…

 

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