Nos levantamos a las 6 h., nos arreglamos, desayunamos, recogimos el campamento y nos dirigimos al Cañón. La visión es impresionante, por la extensión del cañón, por sus formas y colores variados y porque era solo para nosotros. Recuerda mucho al Cañón del Colorado. Fish River Canyon es menor pero igualmente magnífico. El segundo en tamaño (161 kilómetros de longitud, 27 kilómetros de anchura y 550 metros de profundidad) tras el de Arizona. Y y lo que lo hace más grande es que no hay que compartirlo. Únicamente otro vehículo se ubicaba en el aparcamiento con nosotros a esas tempranas horas.
Hay un famoso trekking de 5 días que comprende el recorrido por el Cañón, según la Lonely Planet merece la pena pero hay que tener tiempo y forma física. No se incluye en nuestro itinerario ;-).
Tras la visita al cañón nuestro objetivo era alcanzar Lüderitz. No nos costó mucho convencer a Ronney para cambiar la ruta, queríamos evitar la carretera principal y seguir el curso del Orange River siguiendo pistas forestales para acercarnos lo máximo posible al Sperrgebiet National Park. Seguíamos solos por la gran y despoblada Namibia. Con sus 2.165.000 habitantes millones de habitantes (de los cuales casi un 15% se ubica en Windhoek) y una extensión de 825.418 km2 (como referencia la superficie de España es de 504.645 km2) podéis imaginar lo fácil que es hacer 100 kilómetros sin atravesar ninguna población y sin apenas rastro de civilización. No hay nadie trabajando la tierra porque no hay campos de cultivo, no hay vehículos de transporte público porque apenas hay gente a quien transportar, los vehículos que recorren estas tierras son básicamente turistas y parece que el sur está siendo menos frecuentado que el norte.
La ruta alternativa que planteamos fue increíble, ni si quiera nos la imaginábamos así. Tras recorrer durante kilómetros un paisaje desértico y sin vegetación, vemos a lo lejos hileras de árboles bajos. Encontramos el Orange River en el punto en que actúa de frontera natural con Sudáfrica. El río es de un azul intenso por el reflejo de este gran cielo y sus orillas combinan un verde intenso con piedras erosionadas de diferentes tonalidades. El contraste con el paisaje que recorríamos nos hace pensar por momentos que no es real. Pero sí. Seguimos su curso, parecía que no habíamos visto nunca un río. Una maravilla!
Tras dejar atrás el Orange River seguimos por pistas y atravesamos zonas de monte bajo. Parecía que habían detonado piedras para abrir paso al camino. Unos paisajes distintos, más rocosos y de nuevo secos. Y seguíamos solos… El único rastro de civilización lo encontramos en Rosh Pinah, una pequeña población que debe su existencia a unas minas de plomo, plata y zinc. A partir de aquí seguimos por la C13, una carretera perfectamente asfaltada, hasta Aus, donde paramos a repostar. Aus es un pueblo tranquilo, pero se ve agradable y con cierta vida. En la tienda de la gasolinera (fotos de abajo) no nos dejaron ir al baño (atención al detalle de la primera foto para diferenciar los baños) porque no había agua en la ciudad, y nos llevó el guía a la oficina de información y turismo, que nos sorprendió lo bonita que era con una especie de bar y todo, para una población tan poco turística. Era mucho mejor que la de Windhoek. Cosas inexplicables…;-)
Al llegar a Lüderitz ya anochecía y nuestro guía no encontraba el presunto hotel donde nos debíamos hospedar. Paró a una mujer y tras casi 15 minutos de conversación en afrikaans nos dice que tenemos que buscar un sitio sin aclararnos realmente que ha pasado pues se supone que teníamos reserva. Visitamos un hotel que nos pareció estupendo pero se iba de precio, luego una especie de pensión más que tétrica: muy poca luz, entramos… la recepción desierta, nos baja por unas escaleras un tipo negro-negro con una gabardina de cuero hasta los pies y unos zapatos puntiagudos también negros. Llego a estar sola con mi mochila y doy un salto hasta la calle. Qué miedo daba, por favor, era de película!. Ni siquiera quisimos ver las habitaciones. Queríamos un sitio de backpackers! Seguimos buscando, parecía la 1 h. de la mañana y no eran más de las 20 horas, apenas algunas personas por las calles. El viento era frío. Finalmente dimos con Lüderitz Backpackers y tuvimos que esperar al dueño. Cuando vino, casi iba dando saltos de alegría, quería estrenar la ampliación de la guest-house que tiene casi acabada y eramos sus conejillos de indias. Estaba unas calles más arriba y fuimos en coche. Un jardincillo lúgubre, una ducha sin funcionar, un baño sin bombilla, pero luego la casa estaba bastante bien. Estrenábamos las camas! Teníamos cocina y era muy confortable. Nos quedamos, era tarde y habíamos dado bastantes vueltas. Cenamos cerca del puerto. Yo una cazoleta de pescado con arroz buenísima. Hablamos sobre los diamantes de Namibia, mañana os cuento que es tarde. Buenas noches viajeros!
Chulisimo el cañón, pero no como para un trekking de 5 días, me muero!!!