Hoy el día ha sido completito. Ya nos había indicado Aggies en varias ocasiones que el camino iba a ser complicado, que según se había informado la mejor manera de llegar al parque era desde el norte, desde Caprivi, y que el acceso desde Tsumkwe solo era posible con guías de la zona y en coches más equipados. Él no conocía la zona, era la primera vez que venía. En fin, se juntaba todo y todo apuntaba a que desistiéramos pero no nos dimos por vencidos. Teníamos que intentarlo, habíamos venido a Tsumkwe por Khaudom.
Así que nos hemos puesto en marcha. Había unos 50 kilómetros hasta la entrada del parque. El camino tenía zonas con mucha arena, el coche bailaba, pero según los expertos en desiertos eso estaba bien, así que no había porque preocuparse.
Antes de salir hemos ido a la División de Medioambiente de Tsumkwe. Aggies se creía que allí podían no darnos el permiso para acceder por esta zona pero le hemos acompañado y, creo que para su desgracia, no le han puesto ninguna pega.
La entrada del parque por la parte sur se llama Sekerreti. Después de hacer el check-in al parque hemos cogido el camino que Aggies ha considerado. El parque se nota más salvaje que Etosha, prácticamente nada transitado, los paisajes preciosos, bastante vegetación y en algunas zonas terreno incendiado. Nos preguntamos si se trata de quema controlada o incendio accidental, pues los árboles no parecen afectados.
De repente a la derecha un elefante muy cerca del camino, nada entre nosotros y él!! Nos mira fijamente y sigue comiendo ramas. Nos quedamos aparcados frente a él y sigue mirando. El animal a menos de 10 metros. Impresionante, se hacía un poco pesada la respiración, asusta su presencia pero a la vez quieres quedarte allí clavado, observando su mirada y sus movimientos. Extraña atracción…
Finalmente nos desplazamos, seguimos avanzando por el paisaje, a veces más sabana, a veces más bosque, a la expectativa de la siguiente sorpresa. De repente un kudu cruza el camino!
Entramos en una zona de arena y el coche de nuevo empieza a vadear, parece que la arena cada vez es más alta y el motor sufre. De repente Aggies para el coche. Se ha sobrecalentado el agua del motor, parece que hierve, y nos dice que hay que esperar al menos una hora antes de volver a ponerlo en marcha. Así que ni corto ni perezoso se echa el asiento hacia tras para dormir. Alucinante! Ante el panorama nosotros salimos del coche, aunque ya nos dice él que a nuestro propio riesgo. En caso de que venga un animal, se refiere. Tras un buen rato esperando pasan un par de coches: pick ups, que recorren el camino sin ninguna dificultad. Tenemos un coche que es 4×4 pero parece ser que lo es a medias porque no nos está respondiendo como tal. Por otra parte Paco sospecha que no quiere meter la reductora porque consume mucha gasolina. La segunda pick-up que pasa lleva al menos a 10 personas arriba, son trabajadores del Ministerio de Medioambiente que están trabajando en el parque. Nada más irse nos damos cuenta de que teníamos que haberles preguntado si podíamos subir con ellos para recorrer el parque!. Pero al cabo de un buen rato vuelven de nuevo. Paran y ayudan a poner el coche en marcha, al principio no arranca, yo les pregunto si podemos ir con ellos en la pick up, uno pide dinero pero los demás dicen que si, yo aclaro que “free” por favor, y asienten. Así que nos montamos para nuestro game-drive particular 😉 y dejamos solo a nuestro conductor. Un par de trabajadores subieron con él en el coche pero tuvieron que bajar para aligerar carga.
Así que por fin arranca nuestro coche con el conductor y pasa delante de nosotros a toda velocidad. En la pick up le seguimos pero pronto le perdemos de vista. Nosotros encantados en nuestro nuevo transporte. Una pasada recorrer el parque así! Solo nos falta encontrarnos con algún animal!
De repente llegamos a una bifurcación y la pick-up se para. Ni rastro de nuestro coche, les decimos que habrá seguido recto pero ellos nos dicen que ellos van a la izquierda que es donde está su campamento. Ufff!!! vaya problema imprevisto. Qué hacer? Nos vamos con ellos. En breve estamos en su campamento. Están trabajando en las conducciones del parque que aseguran la disposición de agua en las pozas donde beben los animales en ésta, la estación seca.
Dicen que se tienen que ir a hacer un trabajo, que nos quedemos a ver si nuestro guía nos recoge, que nos pongamos cómodos. Nos preguntan si tenemos agua pues la que ellos nos pueden ofrecer no es apta para nuestro estómago. Resulta que con las prisas de subir a la pick-up hemos dejado las aguas y casi todas nuestras pertenencias en el coche. Quien iba a pensar esta situación! L
Son las 13:15 horas. Empieza la preocupación, no entendemos como no se ha esperado en la bifurcación, ni como va a saber donde estamos en caso de que quiera recuperarnos. Hay unas chicas muy majas en el campamento, ellas también trabajan para el ministerio. Intento despreocuparme. Les pregunto por los animales y me cuentan que no suelen acercarse demasiado al campamento. No obstante todas saben disparar y tienen rifles para usarlos en caso de necesidad. Qué fuerte!!
Así que algunos de nosotros más intranquilos, otros menos, seguimos a la espera. Nos han dicho que iban a avisar por walkie talkie a otros compañeros que había más adelante para que avisaran a nuestro guía de dónde estábamos. Pero va pasando el tiempo y ni rastro. Ya son las 14:15 h.
Pero como la vida tiene sus mecanismos de compensación nos encontramos con una maravillosa poza a 15 metros del campamento. La visitan primero un grupo de kudus, magníficos!, y al cabo de un rato aparecen un par de elefantes. El espectáculo comienza, pero lo interrumpe la llegada de un coche hacia el que nos lanzamos para ver si nos saca de aquí y nos lleva a la puerta de Sekerreti, donde entendíamos que estaría Aggies.
Nos dicen que hemos tenido suerte porque son los responsables del ministerio de medioambiente, también acampados en el campamento. Aunque no me dicen claramente que nos llevan nos dan cierta esperanza. Nos relajamos y tanto los trabajadores como nosotros miramos boquiabiertos a los dos grandiosos ejemplares. Nos eclipsan con su ritual de limpieza y su imponente cercanía. Estábamos en una orilla de la poza y en la otra, a menos de 10 metros, los elefantes. Sólo el pequeño charco nos separaba. Nos olvidamos de todo y solo observamos esa grandiosa exhibición.
En el momento en que nos despiden mostrándonos su trasero volvemos a la realidad y a pensar qué hacer. Parte del grupo dice que nos van a pedir mucho dinero para salir de allí, que van a aprovecharse de la situación, pero a mi me da que no. Simple intuición o pura inocencia….
Adela presiona para que le nuevo coche nos saque de aquí, hace ya más de una hora que esperamos sin éxito. Se reúnen varios trabajadores y tras varias conversaciones incluida la crítica al guía por no venir a por nosotros, deciden llevarnos a Sekerreti. Bien!!. Alfred es el conductor. Es muy majo, adora el fútbol, prefiere Real Madrid que Barsa, y por supuesto conoce a más jugadores que yo. Dice que está cansado de trabajar en los parques, él es del Walvis Bay y quiere volver allí. El año que viene, con 60 años se jubila y vuelve allí con su familia. Está encantado, y nosotros emocionados habiendo salido airosos de la situación. De repente nos cruzamos con nuestro coche, que parece ser iba a buscarnos. Genial! Nos despedimos de Alfred con una propina, no sé quien más contento con quien. De camino a la salida del parque nos sorprende una manada de elefantes, increíble! Algunos muy babies!. Están bebiendo, se mojan y luego se duchan con arena, según Paco para desparasitarse.
Comemos ya a las 16 horas en Sekerreti. Un almuerzo igual que el de siempre pero bien distinto.
La noche acaba como no podía ser de otra manera, con más incidencias ;-). El guía se ha quedado sin dinero, le mandaron poco y no ha podido estirarlo más. Mañana tiene solo para poner gasolina, y Jeffrey, el dueño de la agencia no le contesta los mensajes. En fin presumimos un mañana entretenido, no viajer@s? 😉