De Nampula a Ilha
Por una vez descanso de transporte público. Anoche, cuando después del viaje en tren llegué a Ruby Nampula, una guest-house monísima en la impersonal Nampula, coincidí en el dormitorio con Karen y con Claire. La primera es belga pero dejó junto con su marido Bélgica hace 8 años para vivir en Mozambique y ni se plantea volver a Europa. Hablamos de cuan diferente en cuanto a dimensión humana son estos dos mundos. Claire, es francesa pero vive en Londres y resulta que ha alquilado un coche con conductor local (que se llama Marzo) para aprovechar bien los únicos dos días que estará por el norte de Mozambique. Quiere escalar el monte Gurué, pero antes quiere dar una vuelta por Ilha de Moçambique, así que me invita a ir con ellos. A las 8 a.m. partimos y llegamos a Ilha sobre las 10 a.m, un recorrido que con chapa puede costar 4 horas. El coche está hiperlimpio y tengo todo el asiento de atrás para mi sola. No doy crédito. Cuando entramos en Ilha incluso no me siento cómoda, paseando por sus calles en el, para mi, ostentoso coche.
Un curioso estrecho puente de un solo carril con algunos ensanchamientos para permitir la espera de vehículos a lo largo de sus 3 kilómetros nos adentra en Ilha de Moçambique, que con sus 3 kilómetros de longitud y 500 metros de ancho atesora siglos de historia y es Patrimonio de la Humnidad de la UNESCO desde 1991. Superado el puente y aun todavía sin apreciar su belleza, siento que algo diferente se respira en Ilha…
Pronto dejamos el coche para pasear a pie por la ciudad. Claire apenas tiene tiempo para dar una vuelta y comer, pues a las 14 horas deben salir para llegar de día a los pies del Gurué y mañana escalarlo. Estamos embobadas admirando su belleza. Nos colamos en algún lugar para admirar las vistas desde los tejados.
Comemos juntas en una barraca y después de dejarme en la guest-house nos despedimos. Clair se quiere quedar, no es bueno venir a Ilha por solo dos horas, te atrapa en los primeros minutos, pero tras unos momentos de incertidumbre decide seguir sus planes. Es una tía super maja, muy abierta y amigable, y también ama viajar. Quedamos en volvernos a encontrar.
Ilha de Moçambique
Ilha enamora a primera vista, te caza su mar con esos inexplicables tonos turquesa, la convivencia de lo rehabilitado con lo mayoritariamente derruido, esos tonos descoloridos, lo resquebrajado, ese cielo impoluto de un azul intenso, las palmeras alcanzándolo….
No paro de preguntarme: ¿cómo tanto deterioro puede ofrecer tanta belleza? Y te desdoblas porque no quieres que siga resquebrajándose hasta caer pero la imaginas toda rehabilitada, y aunque preciosa, perdería gran parte de la fascinación que ejerce, la mitad de esa belleza fantasmal que es lo que para mi la hace diferente de cualquier otro lugar del mundo.
Pero algo más ocurre entre el viajero e Ilha, algo se cuela y traspasa la piel hacia el interior, llegando a lo más profundo, como un flechazo…La dimensión tiempo aquí dejó de existir…Pasado y presente se confunden y la paz de este lugar lo inunda todo.
Inconscientemente tu viaje ahora es distinto, y vuelves a ese pasado en el que la isla jugó un papel esencial en la costa este africana… A principios del siglo XV cuando era un importante centro de construcción naval y antes de ello cuando empieza su experiencia como asentamiento comercial con vínculos con Madagascar, Persia, Arabia y otros lugares…
A los tiempos en que Vasco de Gama alcanzó la isla en 1498 camino de India, y a 1507, cuando los portugueses establecieron un asentamiento permanente en la isla, prosperando poco después como como estación comercial y como base naval, conectada con lugares lejanos como Goa y Macao, en India y al sur de China respectivamente…
Y a finales del siglo XVI, cuando tras la construcción del fuerte se constituyó como capital de Mozambique hasta que a finales del siglo XIX el Gobierno se trasladó a Maputo, en el sur del país, que floreció gracias a su cercanía con Sudáfrica.
La ciudad de piedra
Salgo por la tarde a pasear de nuevo. Illa ya me ha conquistado, es muy tranquila, apenas hay vehículos. Se divide en dos zonas bien diferenciadas, la ciudad de piedra en la parte norte de la isla, donde se ubican la mayor parte de los edificios históricos construidos entre principios del siglo XVI y finales del XIX cuando los portugueses conquistaron la isla y empujaron a los antiguos habitantes a la zona continental. Denota riqueza, señorío y mucha paz…
Muchos extranjeros están comprando casas en la ciudad de piedra y rehabilitándolas. También muchos extranjeros regentando negocios, veo algunos dueños de hoteles portugueses. Me encuentro una española, catalana, que vive aquí, se prendó de Ilha y acabó por quedarse. La entiendo, una parte de mí querría hacerlo, pero por otra parte se están quedando sin casas de propiedad mozambiqueña, otra suerte de colonialismo más elegante y refinado que con la excusa de mantener las casas en buen estado se adueña de esta ciudad…
Makuti town
Y luego tenemos en la mitad sur la ciudad de Makuti, que ofrece todo lo contrario, pero también está llena de encanto con sus casas de adobe, los techados de hojas de palmera seca (macuti), sus estrechas calles polvorientas donde las gallinas campan libremente conviviendo con la basura y los niños descalzos hacen un juego de cualquier cosa…Para nosotros el barrio pobre, donde la mayoría de los habitantes de la isla viven.
Makuti curiosamente se ubica a un nivel inferior que el resto de la isla. Se debe a que de esta zona extrajeron la piedra para construir la fortaleza y quedó como una gran hondonada. Tienen una suerte de drenajes o acequias para vehicular el agua de lluvia, porque si no en la estación lluviosas estarían siempre inundados.
Las dos zonas son fascinantes, son mundos distintos pegados pero bien diferenciados.
Ruby backpackers
Ruby backpackers es mi sitio en Iha. Como me había adelantado Claudia, la propietaria de ésta y de la guest-house de Nampula, es muy bonita. Se ubica en una casa antigua rehabilitada en la ciudad de piedra. Tengo sitio en un dormitorio compartido ubicado en un altillo, camas al estilo japonés, colchón sobre el suelo de madera, todo bonísimo y superacogedor. La terraza de estilo marroquí es impresionante pero por el día el sol es demasiado fuerte para disfrutarla. Mis compañeros de dormitorio son Albert, un barcelonés que lleva unos meses viviendo en Maputo por trabajo y dos indios que son primos y viven en Nacala. Los tres también bajo el hechizo de este lugar. Disfruto estos días del trato con viajeros.
Soy feliz en Ilha… ¿se nota no? Es imposible no serlo, viajer@s. Creedme, es un lugar prodigioso.
Hola mi wapa!! Alucinante, genial, magico..pero no te quedes alli enganchada…vuelve…viajera…
Te mando un abrazo fuerte
no amore, no me quedo, te veo pronto, otro fuerte abrazo y un montón de besos