Bajo los efectos de Ilha…

Fortaleza de São Sebastião

Ubicada en el norte de la isla, la fortaleza es una construcción imponente, por fuera y por dentro. Según leo es el más antiguo de los fuertes que actualmente se mantienen íntegros en el África Subsahariana. Su construcción se inició en 1558 y las últimas piedras fueron ubicadas 50 años después. Una pequeña capilla se emplaza más allá del fuerte y tocando el mar: La Capilla de Nuestra Señora de Baluarte, que construida en 1552 es considerada la más antigua de las edificaciones europeas en el sur del hemisferio y uno de los ejemplos de arquitectura Manuelina (variación portuguesa del estilo gótico final y del arte luso-morisco o mudéjar desarrollada en el reinado de Manuel I de Portugal (1495-1521)) en Mozambique  La fortaleza tuvo un papel muy importante en la defensa de la isla y en el comercio de esclavos, pues aquí los «almacenaban» hasta embarcarlos a los distintos puntos de destino.

El comercio de esclavos merece una reseña aparte. Es interesante, a la vez que escalofriante, conocer este capítulo de la historia de África que introducimos en el siguiente post.

Durante la visita, a la que me acompaña Nelo (el guía que antes nos ha explicado el Palacio del Gobernador) somos los únicos que ahora habitamos la fortaleza. Es maravilloso poder disfrutar a solas de este grandioso lugar. Únicamente un guardia en la entrada exterior está al ciudado de esta construcción..

La fortaleza, en sus tiempos de prosperidad, disponía de cuarteles para tropas, capilla, hospital y almacenes. En el interior también se ubica una gran cisterna que recogía el agua de lluvia y la almacenaba para uso de la fortaleza. Bajo estas líneas aljibe y la capilla de Nuestra Señora de Baluarte

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Después de la fortaleza coincido con Hendy, oriundo de la isla que ha trabajado en Tofo (otro punto de interés turístico pero en el sur de Mozambique) en una academia de buceo pero que ha decidido venirse de nuevo a su casa para estudiar la puesta en marcha de un negocio. Quiere montar una guest-house en una isla cercana a Ilha, la idea es buena, pero hay que invertir, ese es su problema… Le pregunto por un lugar local para comer y me acompaña. Huyo de los cucos restaurantes para turistas.

Hospital de lha

En lo que cualquiera de nosotros vería como un edificio abandonado que amenaza ruina tenemos el Hospital de Ilha de Moçambique. No doy crédito cuando me dicen que está activo, la fachada lo disimula estupendamente. Por la parte de atrás se puede deambular y aparecen indicadas algunas de las consultas: Estomatología, Radiología…y es sorprendente la gran sala en la que hay varias personas tendidas en el suelo. Hendy me indica que no son pobres como yo sospecho (aunque está claro que ricos tampoco son ;-)), sino que las personas que tienen a alguien ingresado “se alojan” aquí para poder acompañar a sus enfermos. En un patio anejo con pequeñas edificaciones y pequeñas ventanas elípticas, me indica que viven los trabajadores más humildes del hospital.

La verdad que todo el edificio es fascinante, parece ser que un extranjero intento comprarlo y rehabilitarlo para hacer un hotel, pero afortunadamente no se lo permitieron. No obstante los isleños merecen sin duda una mejora de las infraestructuras sanitarias…

Playa de pescadores

Deambulamos por sitios escondidos buscando un sitio para comer. Primero probamos la casa de una señora que por 10 Mt ofrece arroz con frijoles y algo más pero ya no le queda comida. Acabamos yendo a una barraca que hace las veces de restaurante local, una sola mesa y dos únicos platos en el menú. Invito a Hendy. Por 105 Mt, menos de la mitad de lo que pagué ayer para cenar, comemos los dos incluyendo refrescos. Mientras los preparan me permiten entrar en la cocina, está llena de críos, la barraca está animadísima, se ve que nunca van turistas porque la gente me mira sorprendida y con curiosidad, pero todos son amables y los niños fantásticos. Disfrutan posando y mucho más después viéndose!

   

Aquí tenéis la comida: Un platazo de arroz con frijoles y ensalada y luego sima de color más verdoso (y un aspecto la verdad poco atractivo) con pollo en salsa. El arroz, aunque nunca se me hubiera ocurrido mezclarlo con la ensalada y frijoles, estaba muy bueno. El pollo apenas lo tomo porque está bañado de piri-piri, una salsa picante que adoran los mozambiqueños y que mi estómago teme. Jamás había comido arroz con las manos, la sima es fácil porque es compacta pero el arroz se escapa por toda la mano. Ellos son aseados comiendo, pero yo soy un desastre… se me caía por todas partes. Y encima con público, porque mis compañeros de mesa me miraban sin disumulo, con absoluta espontaneidad, como todo lo hacen aquí. Creo que sabían el esfuerzo que hacía y con sus sonrisas me lo agradecían.

Yo pensaba que nadie podría acabar un plato de arroz como el mío, pero no veáis el rapaz de la foto, que se acabó el suyo y luego aun se acabó el mío cuando Hendy le ofreció lo que quedaba. Aquí nadie hace ascos a la comida. Disfruto viéndolos comer.

    

Sin comentarios sobre esta preciosidad…

A la salida la playa está muy animada, han vuelto los pescadores y hay pescado para vender. Algunas mujeres lo limpian y lo preparan para luego cocinarlo y venderlo en el pequeño mercado nocturno de Makuti. Casualmente a esta misma mujer que fotografié más abajo, le compramos por la noche pescado. Tenía su lugar en el suelo, como otras. Había poca luz  y en algo que no podría tener la categoría de puesto y todo a la mano, ella tenía platos, un pequeño fuego para calentar el pescado y agua para lavarnos las manos antes y después de comer. En fin, todo lo necesario. Yo no la reconocí hasta que me puse a mirar el pescado, entonces la relacioné con la de la foto y por supuesto le quise comprar a ella. Ella sonrió de una manera.., claro que se acordaba de mi, dijo. Era mujer de pocas palabras pero un aspecto de gran persona increíble. Como tantos que me cruzo cada día por estas tierras… Muchas veces pienso que la población de buenas personas se concentra en África…

Sin querer, me voy despidiendo de Ilha. Tengo que volver algún día, lo sé. Ignoro lo que me encontraré entonces, espero egoístamente que sea un lugar decadente y mágico, como es ahora. Un pequeño lugar único surcando en el Índico y perdido en el tiempo. Comienza a fraguar mi corazón mozambiqueño….

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