Por fin Río…

Arco Verde y el imponente Cristo Redentor de Corcovado.

Aparecimos en Río sobre las 9 de la mañana, había cola en la estación de autobuses debido a que era una hora en que muchos autobuses de todas partes del país entraban en la Rodoviaria de Novo Río.
Tan campante me fui a buscar la Tourist Information, y allí estaba Brenda, una brasileña majísima que habla algo de español y tiene unas ganas de ayudar increíbles. Me da información de Río y le pregunto si puedo llamar a algún hostel para reservar. Me dice que llamamos desde su teléfono y entonces empieza lo bueno. Llamando a hostels muchos responden que están completos, y algunos de los que tenían plazas, éstas son a precios astronómicos. Una cama en dormitorio compartido por 200 0 300 reales (unos 80-170 €) Me quedé muerta! Ella llama a varios, super amable y paciente, y lo mejor que conseguimos es 120 reales en Arco Verde. Me dio el folleto, pues este no estaba en la guía (luego entendí por qué) y me puse en marcha.

Según había leído en la guía que tiene ya unos años coger buses desde la estación no es muy recomendable, y aconsejan coger taxi. Yo venía un poco obsesionada por la seguridad después de leer la guía y todo lo que nos llega de Río, pero Brenda me dijo que cogiera un autobús que va directo a la ciudad y no tendría ningún problema. También la guía decía que mejor no llevar cámara, y yo pensaba: cómo voy a estar en Río de Janeiro y no hacer fotos? Es imposible!!. Poco a poco me fui tranquilizando, no veía a nadie con pistolas ni armas, ni a gente con aspecto de atracador o desesperado. Todo lo contrario, se respiraba un ambiente tranquilo. Nada más llegar a la parada del bus un chico con uniforme de la empresa de transportes me preguntó dónde iba y me ayudo a localizar el bus, luego el conductor le comenté la parada y me dijo que él me avisaba, sin tener que pedírselo. Empezaba el trayecto a la ciudad, mi hostel estaba entre Botafogo y Copacabana. Me bajo en la parada cuando me avisa el conductor y me empiezo a guiar por el plano y por la respuesta de un señor. Mal hecho, siempre hay que preguntar dos veces lo mismo a personas distintas. Siempre! Me equivoqué y me di un pateo tremendo para llegar al hostel, y lo peor era la cuesta hasta alcanzar el Arco Verde, que era el nombre de lo que iba a ser mi casa en los próximos días. Porque está en una colina, una ubicación única pero que con mochila (y también sin) es demencial. Me tuve que parar un par de veces para tomar aire. En una de ellas me senté en unas escaleras y los señores de la casa me ofrecieron ayuda y agua. Les dije que solo necesitaba descanso, me parecieron encantadores. Ahora que yo debía dar un poco de pena, con la carga el agotamiento y el calor que hacía en Río.
Me recibe Raimunda, la dueña del hostel, que realmente es su casa y la de no sé cuantos más de familia que tiene ella allí, presuntamente trabajando. La casa por fuera es cuca y rodeada de vegetación, pero por dentro está guarrísima. El hostel más sucio donde he estado y pagando tarifa de NH. Tiene delito! Pero es el precio de estar en Río en la entrada del año. (No tenía ni idea de que fuera un evento tan famoso y que atrayera a tanta gente. Quizás de haberlo sabido no estaría aquí)
Me ducho, y salgo hacia el Cristo Redentor. Cojo el bus y al llegar abajo para coger el trenecito que sube, una cantidad de gente tremenda, resulta que se me ha ocurrido venir en los días que más turismo recibe Brasil el todo el año. Qué mala suerte! El trenecito está vendido hasta las 18:30 horas y son las 14 horas. Hay solución porque se puede subir en minivan, tras realizar una cola de 20 minutos. Cuando me llega el turno resulta que me siento al lado de Luciana y Silvina, dos chicas argentinas, de Buenos Aires. Charramos un montón, son muy simpáticas y viajeras. Seguimos juntas todo el recorrido compartiendo la jornada y las múltiples colas. Me dieron muchas recomendaciones interesantes para Argentina y quedamos en encontrarnos en Buenos Aires, donde me sacarán a conocer la gran capital.

 

De un día espléndido paso a nublarse y después de múltiples colas conseguimos alcanzar al Cristo y cuando subimos a sus pies estábamos por encima de las nubes. Por momentos estaba todo tan cubierto de nubes que estando a sus pies, no podíamos ver el Cristo. Pero luego se despejaba un rato. Visitarlo en un día soleado debe ser increíble pero también me maravilló el movimiento de las nubes, y el efecto de estas en las fotos.

El gran Río de Janeiro! Estas imágenes tantas veces vistas y admiradas… pero esta vez son mías…mejor dicho, nuestras ;-)! Es impresionante, no viajer@s? A veces no me creo que esté aquí.

 

 

 

 

 

 

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