A Masvingo por el camino de los baobabs….

A quien madruga…

Ya hay algo de luz a esas hora, las 5:45 horas, y ando tranquila hasta la carretera. Llego con tiempo y enseguida una combi me para y subo. Vamos a salir de la zona montañosa y a mi me dejarán en la carretera Mutare-Masvingo, pues la combi va a Mutare y yo a Masvingo.

Deshacemos el camino de ayer y a eso de las 7:30 horas la combi se para en mitad de las montañas porque se ha quedado sin gasolina. El chico que recoge el dinero de la combi, ha salido lanzado a buscar gasolina. Estamos en las montañas, no sé donde va encontrar combustible. Me dice mi vecina y compañera de viaje que queda lejos el próximo punto de repostaje, así que yo la sigo y me bajo a reclamar el dinero. Nos lo devuelven y a esperar a la siguiente combi!.

Dios le ayuda … con baobabs

No tardó mucho en llegar y fácilmente nos reubicamos. Tardamos horas en alcanzar la carretera y enseguida me organizan el salto a otra combi que me iba  a llevar a Masvingo. Nunca se olvidan de mí…;-) A mi nuevo conductor y cobrador les pido permiso para ir al baño y decido comprar unas galletas en una tienda que había junto a la carretera. La tienda es la imagen de un economato humilde humilde, es decir nada atractivo y con pocos artículos a la vista. Al salir de la tienda veo que mi combi está en movimiento y con ganas de acelerar, así que voy zumbada hacia ella, y empezamos el recorrido. A Masvingo por el maravilloso camino de los baobabs…Una absoluta sorpresa, no sabía que me esperaba este paisaje con estos magníficos árboles. Esas formas amorfas, cada uno absolutamente singular…. transmiten movimiento y vida… Tienen alma!.

 

Venid clientes!

Hacemos varias paradas, una de ellas sobre las 11:00 h. en un conglomerado de casas al pie de la carretera rodeado de puestos de todo tipo y vendedores ambulantes. Es un lugar de parada obligada de las combis, y la nuestra aguanta un buen rato con tal de captar más clientes. Me dicen que quedan un par de horas para Masvingo. Desespera un poco esperar dentro de la combi sobre todo sin saber cuánto tiempo, así que salgo y me doy una vuelta para disfrutar del ambiente. Por supuesto no más turistas a la vista, hace tiempo que no encuentro a ninguno y me apetece algo de intercambio de impresiones, pero estoy superbien acompañada siempre, así que no me preocupa demasiado.

De nuevo la gente amable y mostrando su sonrisa con esos blancos dientes sobre fondo negro. Una mujer se me acerca y me pregunta si les hago fotos para luego reírme de ellos. Me quedo perpleja con la pregunta, por la desconfianza que transmite… no es lo que acostumbro a ver aquí. Le explico que nada más lejos de mi intención. Cuando me doy cuenta estoy rodeada de negros curiosos que quier ver las fotos en mi cámara y yo intento que todas las cabezas puedan ver algo. De repente una combi pita más fuerte. Es la mía!! Y está en movimiento. Les digo rápidamente adiós mientras corro y la alcanzo.  No creo que me hubieran dejado, pero es tontería arriesgarse. Así es el frenético ritmo de las combis ;-).

Llego por fin a Masvingo, son las 13 horas, me despido de mis compañeros de viaje y me voy a la oficina de información y turismo, donde la encantadora Margaret me da toda la información que necesito y me permite dejar la mochila mientras visito un par de agencias para preguntar por los buses a Sudáfrica. Porque desde aquí me bajo a «Joburg», que es como aquí en el sur de África todo el mundo conoce Johannesburgo.

Hago mis gestiones, no tengo claro qué bus tomar todavía. Como un estupendo plato de sadza con ternera, voy a un Internet café y compro algo para cenar y desayunar, porque me voy a dormir al dormitorio que hay al pie del Great Zimbabwe Monument, y me imagino que aquello estará bastante despoblado.

Transporte humano

Por la tarde mi querida Zimbabue me sigue asombrando. Me voy a buscar la combi que me dejará en el Technical College, donde enlazo con la otra que me llevará a Great Zimbabue. Son las 16:30 h. Pregunto en la explanada de las combis y enseguida un amable hombre me redirecciona hacia la que busco. Me monto y llego a mi parada para cambiar de combi. Me indican que siga andando recto hasta dar con la combi que me llevará. Y cuando me preguntaba donde estarían me sale al paso un chico que me pregunta si voy a Great Zimababwe y me muestra su furgoneta un poco más adelante. Siempre más que fácil moverse por este país….Me coge la mochila y dice que suba pero me asomo y está hasta los topes. Entonces es cuando viene la sorpresa. El chico saca las cosas del maletero y tumba el respaldo de los que estaban en la última fila, formando un nuevo asiento en el mismo maletero. Ahí nos posiciona a mi y a dos más. Alucinante! Pero esto es sólo el principio, porque según me aclara el compañero de maletero de mi izquierda, tenemos que ser cuatro, y cuando lo conseguimos me digo que no me vais a creer si no lo veis, así que les pido que me hagan una foto. (proceso no sencillo porque prueban varios chicos hasta que uno acierta a manejar la cámara en modo automático). Mi respaldo son las espaldas del del asiento de delante, e ídem las mías para él. ¿Qué os parece viajer@s?

Bueno, pues sigo, porque digno de los máximos retos del “Qué apostamos” llega una mujer con dos niños, uno de ellos a la espalda. Entonces el chico de la combi hace bajar a uno de los que habitaba el maletero y lo pasa delante no se dónde (a saber!), y la mujer ocupa su lugar en el maletero con el crío pequeño en brazos y a continuación yo,  sin pensar y haciendo gala de mi máxima capacidad de adaptación, siento un impulso y le hago una señal al niño mayor para que se suba en mis rodillas, bueno en la pierna que me queda libre, pues en la otra apoyo la mochila. Así que ni cortos ni perezosos nos montamos 6 en el maletero y como buenamente pueden cierran la puerta intentando no dañarnos las rodillas que hacen contacto con el portón.

A mi me hace mucha gracia y mis compañeros también se ríen. Estas crazy combis..never full!! Nadie protesta, a todos les parece bien y a mi me parece loable este máximo aprovechamiento de los pequeños recursos del que son capaces mis avispados zimbabueses, aunque por otra parte me pregunto si no es peligroso este modo de empaquetarnos ;-). Me tranquiliza pensar que aquí los vehículos no adquieren velocidad y el impacto sería menor.

Está atardeciendo y llovizna. El tiempo es desapacible pero en nuestro maletero la atmósfera inmejorable. Suena una animada canción y mis compañeros la cantan. El niño en mis rodillas también, y a continuación empieza a bailar en mi regazo. Madre mía, cómo seguía el ritmo esa criatura, era algo increíble!…. adivino otro gran bailarín negro. No es que le gustara bailar, es más que eso: ese niño no podía evitar bailar… En nuestra trastienda, ya somos una familia, nos miramos y sonreímos, se crea un vínculo que va más allá de la amistad, porque es humanidad en estado puro… Sabéis viajer@s, es un momento de absoluta felicidad, no sé como explicarlo, una sensación de paz y alegría  inunda nuestro pequeño espacio y me siento más privilegiada todavía, porque sin tener nada lo tenemos todo, porque somos capaces de disfrutar de la grandeza de las pequeñas cosas.

Pero como todo lo bueno, se acaba, y en una parada se bajan los niños y la madre. Nos despedimos con miradas que lo dicen todo….Y seguimos. Yo no me preocupo de mi parada, el tiempo y el espacio dejaron de existir hace rato. Más adelante, en una intersección de caminos me dice mi compañero que me prepare para bajar. Yo me había imaginado todo menos el punto en el se detiene la combi para dejarme, a mi sola, en medio de una carretera. Nada en ninguna dirección, solo la carretera y afortunadamente más allá, un par de personas esparcidas por ella. Por supuesto, no veo el Great Zimbabwe Monument por ninguna parte, pero mi compañero adivina mi pensamiento y me dice que en 500 metros aparece. Intento adaptarme en segundos a mi nuevo estado de soledad tras la cálida y verdadera proximidad de nuestro maletero, pero no siento pena, solo agradecimiento por lo vivido y sentido. Me despido del resto con un bye bye que quiere decir hasta siempre y continuo mi imprevisible camino….

Más sorpresas: una de cal y …

Me pongo a andar, está anocheciendo y hace fresco, está muy nublado. Camino unos 400 metros y veo algo más allá, pero de repente me para un coche y me dice que me lleva. Mi fortuna no tiene límite… Me subo y resulta ser el Director del Monumento, que es superamable y me lleva hasta la recepción del complejo. Lo que estaba a 500 metros era la entrada del hotel pero luego llegar hasta donde estaba la recepción de los dormitorios había más de 1 kilómetro y la lluvia arreciaba.

Resulta que el monumento tiene a su alrededor una serie de pequeños edificios que forman parte del complejo y que son propiedad del estado, repartidos en una amplia zona verde. Junto a la cabaña de recepción hay una área de pequeñas casitas que son las habitaciones y a unos 300 metros dos amplios dormitorios. Además hay una zona de camping. Es la única alternativa que hay en la zona al lujoso y caro hotel. Si no, hay que alojarse en Masvingo, donde el Backpackers Rest, la única guest-house es horriblemente fría y no dispone de dormitorios, según me habían informado cuando los visité por la mañana. El chico de recepción me acompaña al dormitorio. En uno de los dormitorios había alguien y en el otro era donde me querían ubicar, supongo que para tener más intimidad, pero no aparecía la llave. Dicen que se la tiene que haber llevado el anterior viajero y se ve que no tienen segunda llave. Tengo que esperar un buen rato y cuando aparece la llave entramos y no hay luz. No hay luz porque no hay bombillas!. Haceos una idea del estado de abandono de las instalaciones. Es una amplia sala con un montón de literas pegadas unas a otras, sin gracia ninguna. Como un barracón del ejército. Las camas están peladas, solo un fino colchón enfundado en un plástico duro y no hay nada, a parte de unas coloreadas cortinas, que hagan la estancia un poco cálida. Pero eso sí incomprensiblemente hay una televisión dentro de una especie de jaula. Un sinsentido en el contexto en que nos encontramos. Dudo que funcione.

Me voy a cenar en la pequeña cocina que me ofrecen y que es donde se cocinan los trabajadores, porque no tienen previsto nada para quien se quiere cocinar, a sabiendas de que no hay más restaurante que el del hotelazo. Es mínima y está bastante desastrada con cacharros por el suelo.

Una pena de sitio, porque la ubicación es excelente pero está muy mal mantenido. El agua caliente solo funciona en el aseo de caballeros. A la vuelta ya han puesto las bombillas en el dormitorio pero la luz es muy tenue y no me doy cuenta hasta la mañana siguiente de la cantidad de polvo que tienen todas las camas y por supuesto la mía. Menos mal que ya no creo que vaya a volver a usar el saco sábana en lo que me queda de viaje….

En fin viajer@s supongo que el desapacible lugar de descanso es el contrapunto a otro día maravilloso…Ya sabemos, la ley de compensaciones ;-)…Buenas noches querid@s!

 

4 pensamientos en “A Masvingo por el camino de los baobabs….

  1. Que maravilla, no dejas de sorprenderme, me dan ganas de dejarlo todo y salir corriendo, pero de momento me conformare con la lectura, que dicho sea de paso, de la manera que esta relatado has conseguido que me meta en el ambiente.

    • Si, la verdad es que es una maravilla viajar de esta forma y poder contároslo, realmente sientes que la vida está llena de sorpresas. Me encanta sacar esas almas de viajer@s ;-)) Gracias por dejar huella en la llamada!

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