De nuevo en Ilala
Cambié de compañeros. Ahora de día, menos trastos y personas, el barco parecía otro. Hasta lo estaban barriendo. La gente de mi banco muy maja, ningún blanco a la vista.
Hablé con el del despacho de billetes y me dijo que no tenían dólares pero que no me preocupara, que buscaría a otro pasajero que pudiera cambiarme.
Yo por mi cuenta también pregunté a pasajeros, solo con los de primera y segunda clase podrían tener opción a cambio, los de economic class iban todos a Malawi.
Finalmente di con uno que era un pirata. Yo solo tenía 20 $ así que eso era lo que tenía que cambiar porque dólares nadie tenía para devolverme. Me cambiaba la mitad en kwatchas para pagar el billete y la mitad en Meticals (la moneda de Mozambique). Y quiso sacar tajada descarada de lo apurado de mi situación. En un principio le dije que no, pero los de la tripulación me decían que qué otra cosa podíamos hacer. Pensé en dejar la mochila grande y bajar a tierra a por cambio en Metangula, estaba segura que allí me cambiarían, pero esta vez no era como Likoma, pues pocos pasajeros bajábamos en Metangula y el barco no iba a esperar mucho tiempo. Finalmente negocié con el usurero, mejoré su oferta y pude comprar mi billete. Perdí un par de euros en la transacción, pero no tenía muchas opciones.
Solucionado este tema me pude relajar. Jugúé con Gifith, un niño muy activo y simpático pero con un carácter tremendo. Lo pusieron a comer en el suelo. Era totalmente autónomo. Aunque la comida de vez en cuando tocara tierra y luego fuera a su estómago, no pasaba nada.
Congoja y preocupación
De repente me da mirar el mapa. Efectivamente Metangula ya es Mozambique, soy consciente de que he dejado Malawi. La última vez que lo pisé es Likoma Island. Se me ocurre pensar dónde me van a sellar el pasaporte de salida de Malawi. En Likoma había una oficina de inmigración donde hubiera ido de ir a Cobué, pero al cambiar de planes y volver al barco ni lo pensé. Para quedarme tranquila, me acerco a preguntar en el barco al encargado de los billetes y me confirma que el último puesto de inmigración es Likoma. Me informa además de que en la larga parada en Likoma los de inmigración subieron al barco y sellaron el pasaporte (la salida de Malawi) a aquellas personas que iban a Metangula. Y yo ni enterarme, o ¿acaso era cuando yo bajé a tierra?. ¿Entonces qué? Me dicen los de la tripulación que tendré que hablar con los de inmigración de Mozambique y explicarles el caso, y a ver que pasa. Pueden entenderlo y dejarme entrar, o pueden decirme que necesito el sello de Malawi y que debo volver a por él. A veces son duros estos de inmigración, añaden los de la tripulación. Vaya tela, un no significaba ir a Nhota Khota (un día más de ferry) y luego dos días de viaje por tierra más para alcanzar Mozambique. Se me rompían absolutamente los planes. Recordé la cara de perro del agente de inmigración cuando crucé Mozambique para alcanzar Malawi. Me entraban escalofríos. Bien, cuando me calmé, cogí mis apuntes de portugués y me puse a redactar el discurso que les iba a soltar a los de inmigración, porque iba a pelear hasta la última porque me dejaran quedarme. Como podéis imaginar las dos horas que quedaban fueron todas menos tranquilas.
Dios, parezco una viajera principiante, cómo no lo tuve en cuenta!! Me acordaba de caso del chaval de Malawi, que no tenía sellada la salida de Sudáfrica. Quien me iba a decir que me iba a encontrar en situación similar en unos días! Jamás me ha pasado nada igual!.
Intenté en vano conseguir cambio de Meticals en dinero pequeño, por si me hacían pagar una sanción o algo así (Había que barajar todas las opciones), pues posiblemente si acordaba un precio y no tenía el dinero exacto iban a decir que no tenían cambio.
Incertidumbre y optimismo
Llegamos a Metangula. Descendemos a la barcaza, éramos cuatro gatos, el usurero incluido. Yo bajé con esperanzas. Arremangada y descalza, todavía en la playa, me viene un agente joven de inmigración a pedirme el pasaporte. Le explico someramente. Parece amable. Otro agente me hace mostrarle los medicamentos que tengo en la mochila, la cámara y ordenador. Me toca sacar media mochila en la misma arena, pero el hombre es muy agradable y paciente con mi portugués. Cuando un tercer agente me da conversación y me pregunta si viajo sola, y poco después me suelta que quiere casar con una española, la verdad es que me tranquilizo y pienso que en este puesto fronterizo no me lo van a poner tan difícil ;-). Me dice el que tiene mi pasaporte que le acompañe. Hay una pequeña cola dentro de la oficina. Él va a consultar a su jefe. El jefe se preocupa por la visa, ¿la tiene? Le digo que sí ─bendita gestión en Harare. Al momento me dice el chaval joven que sí que me autorizan a entrar. Aleluya!! esta vez voy con un coro de ángeles.
Allí mismo, en la playa, cambio dinero. Un hombre en silla de ruedas es quien maneja el tema de las divisas. Puedo negociar un poco y me cambia 10 $ por 300 Metical. Me ofrecía 280. Es lo que se ofrece en el mercado negro ─ me dice ─, pero como quiere ayudarme me da 300 Mt. Qué gracioso es! Todo el mundo es simpático y amable, se suma que yo estoy eufórica. Soy feliz! Estoy en Moz!
Chapa a Lichinga
Enseguida había una chapa (aquí las combis se llaman chapas pero es exactamente el mismo sistema de transporte y funciona igual) esperando para ir a Lichinga. El mundo es maravilloso ;-). Dejé mi mochila y tuve que volver a la playa porque echaba en falta la camisa. Pensé que con el lío de sacar los medicamentos se había quedado por allí. Pregunté al cobrador, que era muy majo, y me dijo que fuera rápido (nos habíamos alejado unas cuadras) que me esperaban. En la playa volví a topar con el agente que buscaba casar con española, me ayudaron a buscar pero no había nada. Me insistió en que estudiara la oferta ;-). Muito obrigada ─ le dije sonriendo.
Volví corriendo al lugar donde había dejado la chapa. Ni rastro de ella. Aterricé de golpe, se habían ido con mi mochila, me confié con el buen comienzo en Moz y a lo mejor aquí son unos villanos. Me ataqué! Tonta e injustamente, porque no paré a pensar que esto funciona así, se habían ido a buscar a más gente. Unos de otra chapa, además de querer llevarme, me tranquilizaron, diciendo que esperara aquí. Efectivamente volvieron. Subí y seguimos dando vueltas. Hacía calor. Cuando al cabo de un tiempo estábamos al completo fuimos a una casa y luego a otra, una cosa un poco rara. Resulta que había problemas con la rueda y tenían que cambiarla. Los muy pillos se esperaron a tener la chapa llena para solucionar el problema. Tuvieron que buscar neumático, pues no tenían, y luego herramientas para cambiar. La cosa llevó su tiempo y sin salir de la chapa cambiaron finalmente la rueda. El señor que iba detrás de mi tuvo que salir por la puerta del maletero para llevar a su crío a hacer pis. Sin problema. El calor era sofocante y nosotros bien metiditos en la chapa. Algunas personas se quejaron sobre la jugada. Yo porque soy novata con el portugués que si no…De todas formas nadie puso realmente empeño a la protesta. Una hora después de subir por primera vez a la chapa, parece que nos poníamos en marcha. Eran ya las 15 horas, seguramente ya no llegábamos de día a Lichinga.
Cuando nos ponemos en marcha bien apiñaditos, además del cobrador que no tiene sitio y que siempre mete medio cuerpo en el sitio del pasajero pegado a la puerta, sube un chico que había ayudado a cambiar la rueda y que parecía trabajar con el conductor y el cobrador. El pasajero de la puerta, encima del cual también se planta este nuevo chico, ya sin casi aire en su asiento se enfada porque no tiene nada de espacio. Y tiene toda la razón!. De repente en un plis plas el pasajero y el nuevo chico empiezan a pelear, salen de la chapa y parece que se dan bien. No veo mucho porque están en el otro lado, pero salen varios a separarlos, como en las películas, y cuando parece que consiguen distanciarlos el pasajero tiene la camisa destrozada. La mujer sale de la parte de atrás de la chapa con una nueva camiseta, se la pone, lo cambian de sitio y a funcionar. Parece que la gente se lo tomaba no demasiado en serio. Mis compañeros de la chapa son muy amables y buena gente.
Next stop: Lichinga
El transporte a Lichinga fue tranquilo después de las incidencias del comienzo. Llegamos anocheciendo a la ciudad. Si bien según la guía se indicaba que era una ciudad bonita, no era eso lo que me encontré, aunque la ciudad tenía cierta gracia y las calles y casas del centro parecían bien urbanizadas.
Paramos en la estación de autobuses. Solo después de ver muchos descampados-estaciones, uno puede intuir que este pedazo de tierra arenosa ahora despejada es el nervio de los transportes de Lichinga. Al bajar de la chapa y aprovechando el lío de la bajada me robaron el jaboncito de manos que tenía en un bolsillo de la mochila pequeña. Menos mal que me di cuenta de que alguien me hurgaba en el bolsillo del pantalón, porque si no también me cogen un pequeño monedero. Algunas personas muy solícitas me intentaban orientar sobre donde estaba el hotel, cuando el cobrador (un tío joven que hace todo el viaje descalzo, con el cuerpo fuera y solo un brazo dentro de la combi) me hace volver a subir porque dice que me acercan al hotel, pero la liamos, porque no sé que entendieron que me sacaron de la ciudad, pretendiendo dejarme en un sitio que llamaban Praça entre casas pobres y sin luz, cuando el lugar que buscaba estaba en el centro ciudad (la Praça principal). Volvimos otra vez cerca de la estación y me dejaron en la puerta del hotel. El cobrador también quería casarse conmigo, aquí impera el carácter latino ;-). “Punto y final” es el lugar más barato según la guía y por el que tuve que pagar 900 Meticals. Estamos hablando de 30 sangrantes dólares por un cuarto sin gracia y sin baño en un hotel decente y a la vez cutrecillo. Menos mal que Paolo, el responsable de recepción, era un encanto y se esforzaba por entender mi portugués. Me fui a buscar algo para cenar y probé el famoso frango (pollo) mozambiqueño. Estaba asado y con un sabor exquisito. No estaba nada seco, todo lo contrario. Delicioso!
Primer día en Moz, viajer@s!. Lo primero disculparme por mis prejuicios sobre sus gentes. Han sido fantásticos! Ya me siento como en casa. Y quizás es solo el principio…
Mariluz…vols casar-te amb mi?
amore, faltaria més! parlem dels detalls quan torne 😉
muaksss
Nena no te cases…que nos pilla un poco lejos para ir de boda jajaja.
Jajaja!. Guapa, no sabes cuanto me agradeceríais la excusa para venir a conocer este gran lugar ;-), besosss