El plan
A las 21 horas cogí el bus para dejar Kariba y dirigirme Harare. Volvemos a Mbare Musika Station!. El plan para el día siguiente era ambicioso: dejar Harare, atravesar Mozambique y llegar a Malawi por el sur, para desde allí empezar a explorarlo en dirección norte. Quería hacerlo en un día e intentar dormir en Blantyre (la ciudad más importante del sur de Malawi y un nudo de comunicaciones). Todo dependía de los transportes, pero pienso que es posible. Podéis ver en el mapa el recorrido previsto.
Amaneciendo en Mbare Musika Station
A las 3 a.m. llegamos a Harare. El viaje había sido muy tranquilo, al ser de noche hay menos paradas y se llega antes. Mi compañera de viaje es Pam, una chica de Zimbabwe que viaja con dos niños. Es habladora y enseguida me da conversación. Otro caso de emigración a Sudáfrica. Trabaja en Devon, su marido también. Es conductor de camiones y está mucho tiempo fuera. Ella trabaja en una oficina, está contenta con su trabajo y sus jefes la tratan muy bien, pero anhela Zimbabwe y echa mucho de menos a sus niños. Imaginaros de nuevo!. El menor tendrá unos 4 años y el mayor unos 8. Son todavía pequeños. Su abuela los cría.
Al llegar a Mbare mis compañeros y el «conductor» (recordad, el que recoge el dinero del bus y se encarga de acomodar la mercancía. Si sabéis el nombre en español me lo decís, please) me dicen que espere, no es recomendable salir a esas horas y caminar por la estación. La gente se queda durmiendo en el bus, y yo lo mismo. No veo ningún peligro por la estación, pero aquí la gente es muy cuidadosa, yo diría que algunos hasta temerosos.
A las 5:30 ya es de día y el conductor, superamabale, me quiere coger la mochila y me acompaña a buscar mi bus a Nyamapanda. Anduvimos un rato por la estación, es mucho más grande de lo que pensaba, y dimos con un mini-bus, porque los buses grandes solo van a Mutare, donde hay otro paso de fronteras más transitado.
Nuevo transporte a Nyamapanda
Me acoplo en el mini-bus. Mis vecinos siempre amables, me dan conversación, la justa para sentirme a gusto, y cuando avanzamos en el llenado, se pone en marcha y dejamos Harare. Tomo algunas fotos por el camino, como ésta donde unas personas leen el periódico. Ya sabéis que los quioscos aquí están en tierra ;-).
Conforme abandonamos el centro empiezan unas zonas residenciales con bastante buena pinta. Parcelas con sus casitas de planta baja, apenas alguna con una altura. También un pequeño taller para el hinchado de ruedas. Todo aderezado del residuo plástico. El asqueroso plástico lo inunda todo, esas bolsas azules que se emplean tanto en los mercados están en todas partes. Los take-away (las cajitas de poliestireno donde envasan la sima y el condimento) son los mayores enemigos de la naturaleza.
El camino a Nyamapanda es hermoso, el paisaje es al principio sabana pura, descubro unos nuevos árboles con flores rojas, que combinados con el amarillo del monte bajo ofrecen una estampa preciosa. El efecto que produce la visión de la sabana es difícil de explicar, nunca se hace monótona, te atrapa, transmite una paz…
Y luego los mopane trees, pareciera que estamos en Bvumba Montains, con ese colorido variable…
Sin despedida de Zim
Llegamos a Kotwa, la estación es pequeña pero muy viva, ya son las 11 horas. Y por supuesto la parada de rigor para ver si se rellenan los huecos de os pasajeros que han ido bajando. El conductor es un chaval jovencillo, aunque aquí no acierto nunca con las edades. (Ya me dijo Jose Luís que calcular las edades en los africanos es muy difícil). Tiene un rollo jamaicano graciosísimo, y es muy simpático. Charlamos y me presenta a unos amigos. Mi cámara triunfa.
Quiero ser optimista, me queda todavía tiempo de viaje y descubrimiento, pero dudo que me puedan regalar estas sonrisas en ninguna otra parte del mundo. Sin pedirlas, como si supieran que hoy podía ser un día triste porque dejo Zimbabwe.
Y todo esto, para que fuera más perfecto, aderezado de la música de Methias Mhere con su Gospel Vimba NaJehovah.
Pero no me despido esta vez, apenas pienso en que dejo un hogar porque lo llevo conmigo. Una sensación de gratitud me inunda de nuevo, jamás, por mucha cooperación en que participe o contribución económica que realice, podré devolver a este lugar lo que sus gentes me han dado. Amo este país, y eso es para siempre.
Cruzando a Mozambique
En Nyamapanda, los dos chicos del mini-bus me acompañan hasta la barrera y nos damos un buen apretón de manos. Parece que soy la única de la combi que va a cruzar. En la frontera es todo un poco caótico, un montón de camiones aparcados a un lado y a otro. No veo ni un solo turista. Unas edificaciones destartaladas y sucias disimulan mucho su papel como oficinas de inmigración. Me sellan el pasaporte de salida de Zimbabwe, un puro trámite porque ya he dicho que no me voy ;-). Entro en Mozambique, busco su oficina de inmigración, igual de cutre. Me pregunto que me deparará este nuevo país, y me encuentro con la cara de perro más tremenda de los últimos tiempos estampada en el rostro del agente de inmigración. Nada que ver con mi entrada triunfal en Zimbabwe el año pasado cuando los agentes me saludaron con un sonriente Hola! al ver mi pasaporte. Bien, sin prejuicios, todos podemos tener un mal día 😉
Y ahora a buscar un transporte que me lleve hasta Zobué, la frontera de Mozambique con Malawi. Lo más cómodo para cruzar fronteras por tierra es contratar un transporte con el que puedas realizar todo el recorrido. El bus se espera a que los pasajeros realicen el trámite en la oficina de inmigración y luego todos de nuevo al bus. No te tienes que preocupar de nada. Pero entre Harare y Blantyre no hay bus todos los días, y yo no tenía días para esperar el siguiente. Así que hay a buscarse la vida entre frontera y frontera! Sigo caminando hasta pasar la barrera. Además de camiones, gente sentada a la sombra, algunos puestos de venta de no se qué, algún bar… Todo polvoriento y pobre pero muy animado.
Empiezan a acercarse chicos ofreciendo cambio de dinero. Metical es la moneda de Mozambique, y claro que necesitaré pero no me he preocupado de saber ni a como está el cambio. Qué felicidad la mía! Ellos lo dan por hecho 10 $ son 300 meticales. Me tendré que fiar de ellos pues no hay puesto oficial de cambio de divisas. Por suerte más adelante parece que una combi me espera y lo mejor, dentro hay unos chicos de Malawi. La que parecía la jefecilla del grupo, Manreen, es una chica gordota y majísima. Me dice que no me preocupe que ellos van conmigo a Malawi y que me irán orientando. Me indican que es correcto el cambio de divisas y también me dicen el precio de la combi. Ahora la combi (chapas se llaman en Mozambique) nos lleva a Tete, y desde allí cogeremos una que nos llevé a Mwanza-Zobué. Todo controlado y a relajarse entonces!
Camino a Tete
En la combi la gente no sonríe, parece que ni me miran. El que recoge el dinero no es nada simpático y al llegar a Tete salta diciendo que le tengo que dar más dinero por la mochila, cuando ellos me la habían quitado de las manos para colocarla detrás sin decir ni pío. Le digo que no y Manreen les empieza a reñir diciendo que eso no es correcto, que tiene que decirlo desde el principio. Les monta un pollo que no veáis, la chica tiene carácter, y al final por supuesto no me cobran. Parece que la gente aquí es más dura, ella me lo confirma, la gente de Mozambique no le gusta, son desagradables. Zimbabuenses y malauís son como hermanos (buscando en google el genitlicio me encuentro que Madonna tiene adoptados dos niños malauís ;-)) pero mozambiqueños no. Mamma mía, y yo tengo 3 semanas destinadas a Mozambique 😉 !
El camino a Tete es bonito, salpicado de baobabs y pequeñas chozas. Tan humilde como Zimbabwe, la pobreza aquí no entiende de fronteras.
A Teté no le veo ningún atractivo, suerte que no tengo que hacer noche.
De Tete a Zobué, la frontera con Malawi
Saltamos a una combi a la acera de enfrente, negociamos lo que me cobran por la mochila y esperamos a que se llene. Seguimos hacia el norte, son alrededor de las 13:30 horas. Poco antes de las 17 horas llegamos a la frontera, a las 18 horas cierran. En esta frontera, desde el puesto de Mozambique al de Malawi hay5 kilómetrosde tierra de nadie, así que no se pueden recorrer a pié. Poco antes de llegar a Zobué, Manreen se baja de la combi porque ella va a Lilongwe, la capital de Malawi, y tiene que subir por otra frontera. Me da pena que se vaya, me da sus datos para visitarla si voy a Lilongwe. Dos chicos de Malawi se quedan conmigo y uno, el más hablador, me dice no se qué de que ella se ha quedado un dinero suyo. Resulta que no son amigos, sino que venían juntos en el bus de Sudáfrica pero que por no sé que historia de papeles el bus no ha podido salir de Zimbabwe y habían arreglado con el conductor el coste del resto del trayecto, y el chaval dice que el dinero lo llevaba ella. Uff, mal rollito, le digo que como no lo han hablado antes, todo el rato juntos en la combi y no lo aclaran?. Un poco apardalado el chaval, me veo que me pedirá dinero.
Tejemanejes en la frontera
Este mismo chaval al llegar a la frontera tiene un problema en el lado de Mozambique y le retienen el pasaporte. Menudo ayudante me he buscado ;-), pero por suerte una mujer y un hombre de la combi suben también hacia Malawi y ella me dice que vaya con ellos. El chaval se queda en la frontera, dice que necesitaba dinero pero a saber. Su amigo o compañero me dice que cree que ha saltado la frontera de Sudáfrica. Vaya tela! La mujer es muy maja y lo controla todo, me da seguridad. Me dice si necesito cambiar dinero, que ella conoce a alguien. Carteles enormes anuncian que está prohibido el cambio de divisas en el área, así que nos metemos por entre unos camiones y salimos a una terracita oscura, nos hacen sentarnos, y negociamos. Nos ofrecen buen cambio a tenor de lo que otros chavales nos habían ofrecido. Supongo que la policía es permisiva con esto, porque si no menudo comienzo en Malawi ;-).
Salimos sanos y salvo y con nuestro cambio, y ahora los 5 kilómetros de tierra de nadie qué?. Ella me dice: ¿qué tal ir en moto con tu mochila? Le digo que ok, y al instante no sé de donde salen 4 motoristas para montarnos los 4 que somos. Increíble! Está empezando a anochecer y tenemos que llegar al otro lado, cruzar la frontera y conseguir transporte a Blantyre! Así que a toda prisa y con casco!
De nuevo trámite al llegar al lado de Malawi. No necesito visado y todo resulta sencillo. Sigo a la mujer, del otro chaval que ha dejado a su amigo en el puesto de pasaportes no me fió tanto. Ella lo sabe todo, y efectivamente como dice hay una combi más allá.
Hacia Blantyre
Esperamos a que se llene y salimos ya de noche sobre las 18:30-19 horas hacia Blantyre. En unas 3 horas parece que llegamos. A mi lado se sienta un pastor de la iglesia de Pentecostés. Hay un montón de iglesias distintas por aquí. El hombre es majo, charlamos un buen rato. Ah, antes de salir, aparece el poco espabilado, se ve que ha logrado negociar con los agentes, me pide 200 kwachas para pagar e bus. No se las iba a dar, le protesto, pero total es poco más de medio dolar, así que me sabe mal, no es dinero, y se las doy.
Ya de noche cerrada, yo dormida de repente oigo follón en la combi y el vehículo para. Despierto y veo la gente saliendo a toda prisa del vehículo. Un chico del asiento de delante pega un salto hasta donde yo estaba. Pienso que hay un incendio, hace calor y huele raro y salgo como puedo. Resulta que es el agua del refrigerador, que ha hervido demasiado y ha fugado. Nada grave al parecer, ahora todos ríen. Tirados en la carretera y todo el mundo tranquilo. El chofer lo va a solucionar, ha llamado a no sé quien para que traiga agua de un sitio cercano. La gente se sienta en la cuneta, unos charlan y otros callan. Yo me pregunto si llegaremos a Blantyre. El pastor me dice que no me preocupe, que se va a solucionar, God está con nosotros y llegaremos sin problema. Yo, siempre escéptica desconfío, y me equivoco, porque tras casi una hora y dos viajes a por agua el problema se soluciona y seguimos la marcha. Estas gentes siempre me enseñan, la paciencia y la esperanza no hay que perderlas nunca. Total ¿que se gana con protestar y enfadarse si no es culpa de nadie y una hora no va a ninguna parte?
El pastor pide que paremos en un mercadillo de camino, le había dicho que tenía hambre. Y algunos bajamos a comprar comida. Unas patatas fritas que me están de muerte y cojo un trozo de pollo, que luego resulta estar más frío que frío, porque el negocio ahí son las patatas.
Y finalmente llegamos a Blantyre, se supone que me dejaban en la estación y la guest-house estaba al lado. Pero ni rastro de la estación. Para en una calle, la gente se baja y algunos se suben en una pick-up, otros desaparecen y yo me quedo sin saber qué hacer. Me preguntan y los de la pick-up me dicen que me dejan donde voy, me toca pagar de nuevo pero al menos llego a Doodles y encuentro sitio para dormir.
Doodles es una enorme guest-house, un gran bar ambientado al ser viernes noche, y varios dormitorios en la parte de atrás. En el que me dan estoy sola, resulta complicado este viaje el contacto con otros viajeros, pero tras una noche sin dormir en cama y un intenso día de cruce de fronteras e incidentes todo me parece perfecto, o no viajer@s 😉 ?
«Autobusero» Mari Luz, es el siempre conocido como «autobusero»…..jajajajaja……
Bon viatge..!!!…Te «seguimos siguiendo»….;-)
Jajaja! Cierto Alfonso, y yo torturándome con el dichoso nombre!! Thanksss! 1abrazo!