Otro día visité Chinotimba, uno de los townships de Vicfalls, donde está la renkini, o estación de autobuses. La casa de Farai está muy cerca de la estación y me invitó a verla y visitar a su familia. Diríamos que está bien ubicada, lo único bueno que tiene. Me impactó más que el Victoria Falls Hotel, por la absoluta pobreza que transmite. Lo que podríamos llamar el jardín, sin serlo propiamente pues es un suelo terroso y un poco abrupto, estaba lleno de críos, de variadas edades, algunos sucietes. Tienen un Mercedes Benz aparcado dentro del jardín, que por supuesto no funciona. Lo tienen de adorno, les gusta pensar que tienen algo bonito.
Quise ver la casa por dentro aún a riesgo de lo que me podía encontrar. No sé si recordáis la casa de su hermana Brenda en Bulawayo el año pasado. Es un palacio al lado de esto. No quise ni hacer fotos porque me parecía ofensivo, apenas hay nada y lo que hay está desvencijado y sin rastros de limpieza. Poca luz, las paredes oscuras y sucias. En un par de colchones en el suelo se organizan para dormir el montón de criaturas que hay. Farai ha dejado su colchón a los niños y el duerme en una especie de alfombra que ni os digo como estaba. Soy absolutamente incapaz de dormir en esta casa, prefiero dormir al raso, que es lo que hace él de vez en cuando gracias al permisivo clima de Vicfalls.
Su padre murió hace años de malaria cerebral y el año pasado falleció su madre, mejor dicho, la que hacía las veces de madre, pues su padre se caso varias veces y su madre de sangre murió cuando el tenía 20 años. Parece que el cabeza de familia ahora es su hermano Frank, que es muy majo y me cuenta que tiene aquí a sus hijos y a los de otros hermanos que se han ido a trabajar a Sudáfrica. Él me dice que no trabaja, madre mía! ¿cómo vivirán?, dice que hay gente que les ayuda.
Las mujeres en la parte trasera estaban trabajando duro con la colada, una labor incansable y desagradecida pues los niños ensucian con inmediatez. Aquí nadie puede estar pendiente de que los niños no se manchen. Knowledge (en español Conocimiento) es la mujer de Frank y la intendenta de la casa. (Sobre los nombres ya comentaremos, son de lo más peculiar), es también muy simpática y le gustan las fotos. Le ayuda su madre con la colada, que no sé si también vivirá aquí.
No me pidieron nada pero luego cuando fui con Farai a pasear por Chinotimba, paramos en una tienda y les compré comida, cosas básicas: el maíz para la sazdsa, azúcar, sal, pan, aceite (que es carísimo y por supuesto es de girasol), huevos… Por el camino montones de criaturas se ofrecían a posar sonrientes. Estos pequeños cargando con un hermano son imágenes constantes en África.
Los niños juegan con cualquier cosa, la pobreza agudiza la creatividad, veo continuas muestras de esto.
Fuimos a visitar a una prima de Farai. Esta vivienda si que la fotografié porque aunque pobre me parecía una vivienda digna. Ella acaba de dar a luz hace 15 días y tiene un bebé monísimo. Al ver la cama me alegré por ella, pero me dijo que en la cama duerme su madre, seguramente que con más criaturas, y ella en el suelo de la cocina. Uff, nunca aciertas los límites de la pobreza…
Volvimos a casa de la familia de Farai y me invitaron a almorzar, lo preparó Frank, y es sorprendente lo digno y la buena pinta del desayuno. Mirad! Tienen costumbre de hacer un te con limón que me encantó.
Luego tuvimos un acontecimiento excepcional, las niñas encontraron un televisor y se las apañaron para cargar con él hasta la casa. Parecía que pesaba pero ellas le pusieron empeño y lo consiguieron. Hala!, un trasto más en el jardín, pero ¡ Y lo orgullosas y contentas que estaban ellas con su descubrimiento! Pronto empezaron a estirar de unos cables y otros y a despedazarlo. Por ahora tenían entretenimiento para un rato.
Un poco después era la hora de la ducha. Un cubo con agua y jabón en el jardín es la base de la limpieza. La niña mayor, Ester (o algo así supongo que se escribe) es encantadora y muy educada. Ella era la responsable de duchar a la pequeña que parecía todo el tiempo asustada y no logré verla sonreír. No importa, Ester sonreía por las dos. Luego se vistieron y estaban impecables.
Frank se venía con nosotros a la ciudad, salió todo elegante con una camisa blanca impoluta. ¡Como en una vivienda tan pobre puede vivir gente tan digna!. No alcanzo a entenderlo.
Me invitó Frank a quedarme a dormir, yo me excusé diciendo que no quería ser una carga y que ya eran bastantes. Dice que cabemos todos y que los niños muchas noches duermen en el jardín. Farai dio por hecho que no me quedaba, hicimos las últimas fotos, cogimos las cosas, nos despedimos y quedamos en seguir en contacto, porque por supuesto Frank tienen Facebook y le ha abierto un perfil también a los niños ;-). Frank se quedaba en la ciudad, dice que iba a buscar trabajo, pero yo creo que la idea era salir de casa y desconectar. Farai me dijo lo mismo, no tenía intención hoy de encontrar un trabajo. Espero que otro día sí…
Qué pobre es la casa, Farai! Le dije, y asintió sin decir mucho. No le gusta hablar de eso, yo creo que se siente extraño en esa casa. Entiendo que se pase la vida en la calle.
Han pasado días y todavía tengo las imágenes en la cabeza. Cuando hablan de la pobreza o ves imágenes en la televisión de personas sin nombre, se siente… a veces con pena, con rabia, otras hasta con indiferencia, pero cuando lo ves en alguien más cercano es realmente duro, indignante y tremendamente injusto. Duele de verdad. No hay clientes que paguen el precio de Victoria Falls Hotel sin que existan estas bolsas de pobreza. A solo 2 kilómetros…