Bye bye Makuzi
No tengo más remedio que dejar el paraíso y volver a la realidad, que implica además decir adiós a Malawi. Esta noche cogeré el ferry que cruza el lago Malawi y con el cual cruzaremos a Mozambique.
Richard se ofreció ayer para llevarme a la carretera en coche pero en el desayuno le surgió un problema y tuvo que salir a primera hora sintiéndolo mucho él, pero más yo 😉 pues me tocaba volver a andar los casi 2 km. Era todo demasiado perfecto.
Casualmente Phil, uno de los camareros de Makuzi acaba a las 14 horas y conoce un atajo, así que le sigo. Habla muy bien de Richard, dice que el dueño del lodge vive en Lilongwe y que Richard lo tiene arrendado. La verdad es que se le ve currante, igual te sirve la comida que hace de relaciones públicas con los clientes. Phil se acaba de casar, dice que por ahora no se plantea tener hijos, pero que tendrá no más de 2 o 3. Tiene una pinta de buena persona tremenda.
El camino aunque cansado y caluroso con su conversación es muy llevadero. Por supuesto se ofrece a ayudar aunque le digo que cuando me canse le aviso. Nada más llegar a la carretera hay una combi. Intercambiamos emails, nos despedimos agradecidos y salto al interior de la camioneta.
En Chintheche nos hacen cambiar de combi para rellenar una que sale antes. Me toca al fondo y me apaño para conseguir ventana porque el olor es fuerte. Creo que son los bultos del maletero, no sé si tendrán pollos vivos o muertos pero el olor es desagradable. Sin ventana no lo resistiría. Normalmente no siento que las combis huelan mal, a pesar de la cantidad de humanidad que respira ahí dentro, del calor, de lo variopinto de la mercancía, etc. pero esta vez no lo aguantaba. Y nos tocó esperar a que se llenara. Por suerte estaba animada la estación, también gente estupenda.
Día de ferry en Nkhata Bay
Al llegar a Nkhata Bay la ciudad es todo un mercado, es el día del Ilala Ferry y vienen viajeros hasta de Mzuzu para coger el transporte que tiene una parada semanal en este puerto. Se vende de todo. Voy directa a comprar el billete para llegar a Likoma Island. Convencida de que podía pagar en dólares no tengo apenas kwatchas. Pero negativo, no se aceptan dólares. Suerte que coincido con Daudi en la taquilla. Es un coreano muy amable, charlamos y me cambia dólares por kwatchas, lo justo para comprar el billete.
Daudi viene de Tanzania y tiene un par de meses para recorrer el sur de África. Como nos apetece seguir charlando le digo de cenar en H&M, y le presento a los dueños. Charlamos un buen rato, me da información sobre qué visitar en Tanzania, la conoce bien, lleva un año viviendo allí colaborando en un proyecto de voluntariado. Ahora debe volver a Corea a acabar sus estudios, pero cuando finalice tiene idea de regresar a Tanzania y montar allí algún negocio. Le ha gustado África. Varias veces me mira cuando hablo y se ríe, dice que se me ve eufórica con mis vivencias de África. Se nota que soy feliz, añade….
Economic Class en Ilala
Me acompaña hasta la entrada al ferry y nos despedimos. El ferry sale a las 20 horas, llego a las 18:10 h. y alucino con lo que veo en Economic Class: superando toda gestión de cargas que he podido ver en las combis el ferry está abarrotado de trastos, mercancías y personas. Colchones, ristras de plátanos, sacos de maíz, manojos de verduras, repollos… todo tipo de cosas. Casi todas van a las islas, donde es difícil aprovisionarse.
Tras deambular un rato ni siquiera tengo sitio para sentarme en los bancos. Mucha gente sentada, trastos ocupando sitios..,va a ser un duro trabajo encontrar un lugar para las aproximadas 8 horas de trayecto. Lo primero deshacerme de la mochila grande. Veo una torre con mantas y la dejo caer encima. Ante mi cara de perplejidad y de no saber que hacer, una señora me dice que me deja un sitio. Bendita mujer. El banco es todo menos cómodo. Luego viene otra mujer y se sienta a mi lado. No habla inglés pero charra que no veas, no para de reírse, mirarme y hablarme, después de varias veces decirle que no la entiendo, decido hablarle en español. Acaba por parar de hablar. Como no para de rascarse la cabeza, decido ponerme un pañuelo por si hace de barrera sobre los posibles piojos, menos mal que me traje el champú. Siguen subiendo personas y con ellos montones de bultos.
Cuando el barco se pone en marcha, en los pasillos hay gente sentada en el suelo, encima de trastos y también de pie. Parece obvio que no existe un límite de aforo. Las torres de productos quieren alcanzar el techo. Economic class es realmente un peliagudo caos.
La tripulación la forman montones de personas, con unos uniformes que tela marinera ;-). Me asumo a la cabina donde descansan. Colchones tirados por el suelo sucios hacen las veces de camas.
Llega la hora de dormir, la señora que me ha dejado el sitio me dice que ella se va a dormir al suelo, y así lo hace. Despeja un poco de trastos, y allí se tumba con chaquetón y todo. Su gran bolso es la almohada. Yo flipo, imaginad como estaba el suelo, a la suciedad que había se suma los restos de la cena, pues aquí no existen las papeleras. Pero no es la única, otras señoras y niños también eligen esa cama. Mi descanso en el banco es casi imposible. La señora al dejar el banco me deja algo de sitio, puedo estirar las piernas y echo una cabezada. El hombre de mi izquierda, el marido de la mujer que ha bajado al suelo, decide ponerse a ver en el móvil una película. Solamente se escuchan tiros, lo tengo en la oreja, qué fatalidad! Cuando deja de ver la película decide tumbarse en el banco, no sé que va a hacer con sus piernas, pues estoy yo, pero no sé como narices se las apaña para extenderlas por encima de mi mochila pequeña. Empieza a ser una lucha soslayada por organizar nuestros miembros de manera y lugar que nos permita cabecear mínimamente . En algún momento tengo sus pies con calcetines cerca de mi cabeza. Por otra parte la charraora también quiere mi espacio, pruebo mil posturas. Ya no hay opción de poner los pies en el suelo porque en el suelo está la mujer… Duermo a ratitos pero cuando no se me duerme una pierna se me duerme otra, esto sazonado por algún calambre. Realmente una noche penosa con muy poco descanso.
Unos días después de que ocurriera esto y escribiendo estas líneas reflexiono que ciertamente la mujer que se tumbó en el suelo durmió estupendamente, según yo la vi y ella luego me confirmó. Supongo que otros tantos que hicieron lo mismo ídem en cuanto a reposo se refiere. Yo, sin embargo, no dormí apenas nada y no sé como no tengo alguna lesión de espalda. Por tanto me pregunto ¿no merece la pena con tal de asegurar un buen descanso rebozarse un poco en el polvo, viajer@s? 😉 Desde luego África te rompe los esquemas…
Likoma Island
Estaba previsto llegar a las 3 a.m. pero cuando alcanzamos Likoma Island eran casi las 5 a.m. Mediante barcazas los pasajeros eran traspasados del barco a la isla. Llegando a la orilla te tenías que descalzar y arremangar bien si no querías choparte la ropa. Aun así te mojabas, lo importante era que no se mojaran las mochilas.
Como era de esperar a la vez que salían viajeros para quedar en tierra, llegaban las barcazas de la orilla con gente queriendo subir al barco, que seguía su recorrido por el lago. El orden no existía, subían y bajaban todos a la vez.
Para bajar me uní a Lucinda, una local que me iba a orientar sobre donde coger las barcas a Cobué. Mi idea era en Likoma (la isla aunque está en el lado mozambiqueño del lago pertenece a Malawi) coger la barca a Cobué (en tierra continental y ya territorio mozambiqueño), desde allí viajar en combi a Metangula (6 horas aprox.) y luego a Lichinga (otras 3 o 4 horas) el mismo día. Me dijeron que las barcas a Cobué no salían hasta las 10 horas, con lo cual vi claro que no era posible el plan que tenía previsto. Y pasear por Likoma, que también era lo previsto a primera hora, lo veía complicado cargada con las mochilas después de la complicada nochecita. De la isla me conformaba con estas fotografías.
Un señor me indica que el ferry va a Metangula y que es lo más rápido. No sé cómo no me informé sobre esto, pero pienso que es lo mejor y decido volver a subir mediante una de las barcazas que están de retorno. Me despido efusivamente de Lucinda, nuestro encuentro ha sido breve pero inolvidable.
Así que en un plis plas cambió de planes y vuelta a Economic Class. El tema es que no tengo kwatchas, veremos qué nos depara Ilala está vez, viajer@s…
Me has hecho recordar una noche en una estación de autobuses de la India. Un grupo de mujeres ataviadas con sus preciosos saris hicieron un corro para cenar en el suelo. No les importaba que estuviera sucio y lleno de polvo. Al terminar, descansaron allí mismo tumbadas sobre los restos de comida y apoyadas unas en otras… Y yo desde mi incómodo banco, donde apenas pude dar una cabezadita, las observaba mientras dormitaban felices…
Muy similar experiencia Jose Luís, coincidimos en el análisis. Reflexiones de un viajer@ ;-). 1abrazo!