Encuentro con Lake Malawi in Cape Mclear

Para situarnos deciros que Malawi es limítrofe con Zambia, Tanzania y Mozambique a lo largo de sus 900 km. de largo y de sus entre 80 y 150 km. de ancho. Es un país alargado y una quinta parte de la superficie del país la ocupa el grandioso lago Malawi, que con sus 29.600 km2 es uno de los grandes lagos de África y una de las principales atracciones del país, por no decir la primera.

Otro dato: El principal río es el río Shire que fluye desde la parte baja del lago y es tributario del río Zambezi en tierras mozambiqueñas.

Nuestro primer contacto con el lago es en Cape Maclear, un punto base para explorar el lago. A mi Cape Maclear me tiene confundida, lo esperaba con devoción pensando que podía asemejarse a las Islas Perhentians de Malasia y resulta que me encuentro, sí, un magnífico lago, pero los alrededores que en época de lluvias son verdosos y exuberantes de vegetación ahora están secos y descoloridos. Tiene su encanto, pero creo que radica más en el pueblo que está pegado al lago, ocupando la segunda línea de mar, pues la primera línea está reservada a los lodges ;-). La gente se agrupa alrededor de los baobabs, sus calles son de arena y las casas de adobe y techo de paja. Está todo bastante aseado quitando el eterno plástico que se acumula en algunas zonas. Aquí sorprendentemente tienen fuentes y no hay que bombear el agua (trabajo que casi siempre hacen mujeres) como en el resto de zonas rurales que he visto hasta el momento tanto en Zimbabwe como en Malawi.

No resulta sencillo encontrar un restaurante local, pues como el lugar es muy turístico parece que tengas que ir a comer a los cucos restaurantes también en primera línea. Mientras busco, como estoy hambrienta pruebo este cordero que fríen en la misma calle. Ya lo he visto en otros sitios, aquí les encanta, y lo fríen y lo comen todo, a excepción de los huesos. La verdad que quitando el tema del aspecto y la falta de refrigeración de la carne, estaba buenísimo y me sentó estupendamente.

Finalmente localizo este mini restaurante donde me preparan este estupendo plato de arroz con judías, ensalada y algo más. Vuelvo al día siguiente, las chicas no hablan inglés pero siempre encuentro algún otro amable cliente que me hace de intérprete, aunque igualmente nos entenderíamos. Abajo en las fotos: la sala con Kevin, otro cliente muy majo (es de Mangochi en Malawi y ha venido con otros compañeros por temas de trabajo) y la cocina, que ya veis lo modesta que es.

Por otra parte, la gente parece encantadora y mirad estos niños que super simpáticos. Se acercan, se camelan al turista dando conversación y haciendo mil gracias y piruetas para que eches la mejor foto y luego te sueltan un: dame dinero y se quedan tan panchos. Y si dices que no dinero, empiezan a escudriñar con la vista lo que puedes sobresalir de los bolsillos de tu bolso y te piden lo que vean, la botella de agua, la libreta, un boli, lo que sea con tal de no irse de vacío. El «give me, give me» es agotador por no decir que me tiene más que harta. Al final del día, cuando me piden fotos ya les digo que no y me muestro un poco estúpida (cosa que me sabe fatal), diciéndoles que no se acostumbren a pedir. Curiosamente además la guía Lonely Planet en consejos al viajero en el caso de Malawi insiste en no dar a quien pide, mejor contribuir comprando algún producto que ellos (mejor sus familias) puedan ofrecer o realizar alguna aportación económica a algún proyecto concreto. Es curioso, los padres y madres no piden, solo los hijos, ¿los tendrán educados así?. Qué lástima! Pero como hemos comentado por aquí otras veces la culpa es nuestra, de los turistas, que los corrompemos, y que pensamos que les ayudamos, cuando dándoles algo no les estamos solucionando ningún problema.

Después de visitar el pueblo y comer paseo por el lago. Es cuando me empiezo a encontrar los niños, y también empiezan a salir al paso un montón de jóvenes vendedores de lo que sea, que intentan aproximarte dándote conversación para luego decirte si te pueden enseñar su género (lo llevan encima en una pequeña bolsa, normalmente telas pintadas, pulseras, collares….), y siempre las mismas preguntas: de dónde eres, dónde te alojas, cuando has llegado, cuando te vas, cual es tu nombre…Acabas la conversación con uno y hay otro esperándote con la misma retahíla. No hay muchos turistas, por no decir que pocos, y por tanto salimos a un montón de vendedores por turista. Yo lo siento por ellos, pero es difícil disfrutar del paseo de esta forma, con los primeros puedes ser simpática pero no hay manera de mantener la sonrisa con los últimos.

No obstante lo dicho el lago tiene algunas vistas estupendas y son fascinantes esas canoas de madera de formas irregulares varadas en la orilla. Se prestan a mil fotos.

Para los habitantes del pueblo el lago es su baño y su lavavajillas. Como es grande lo absorbe todo y ellos aman su lago, ese mar de agua dulce que les facilita la vida en estas áridas tierras de la zona. Lo disfrutan con devoción.

   

Conseguí hacer esnórquel en la isla de Tuvi siguiendo la recomendación de unos italianos con los que coincidí en Bushman’s Baobab. Pregunte a los “beach boys” ya que no hay agencias que organicen esto si no que son autónomos 😉 que deambulan por la playa y por las guest-houses. Tienen su barca y se ofrecen como patrones y guías para llevarte a ver las islas o a hacer snorquel. Tienen montada una asociación para regular condiciones y precios. El chico de la guest-house me presentó a uno de ellos que no me moló nada, un rasta muy sobrado que iba demasiado de guay. Aunque me rebajara no me iba con él, además no tenía más gente para mañana y pasarme toda la mañana con el tipo y encima pagar me parecía ya ofensivo. Decidí preguntar en otros sitios y entré en Kayak África, en la parte de Scuva Diving, donde Patrick, el instructor, me dijo que iban a hacer una inmersión y que me podía unir a ellos por 10 $ y mientras ellos buceaban yo podía hacer esnórquel. La verdad que era un chollo, pues el rastas me pedía 30 $ haciéndome descuento y además con Patrick tenía compañía porque había una pareja de polacos que eran los que iban a bucear, y eran muy majos y buenos viajeros. Planean después ir a Zimbabwe y les cuento mi experiencia. Los machotes hacen varios viajes al año, él parece que en parte por temas de trabajo pero los combinan para descubrir lugares. Este año los atrevidos se han ido a Malí, dice que no a la zona de conflicto, por supuesto, pero han podido visitar el resto del país y dicen que sin problemas. Ya veis que no soy de las más valientes ;-). Estuvo muy bien, pude ver muchísimos peces, eso sí, eran pequeñitos, pero el colorido era preciosos, mayoritariamente azules, pero una gama variada de azules, unos de un azul eléctrico impresionante, otros rallados con dos tonos de añil, también combinación de azul y amarillo, amarillos enteros, alguno blanco, la verdad que mereció mucho la pena. El agua era transparente pero también fría para los que venimos del Mediterráneo. A los polacos les parecía templada ;-). Hablando con uno de los chicos ayudantes de Patrick me dice que todos los sitios de primera línea, academias de buceo como está, guest-houses, lodges…tienen dueños sudafricanos, a él le pagan 50 $ por trabajar de 7 horas a 16 horas, todavía no es instructor, cuando lo sea ganará algo más. No sé cómo funciona este negocio, pero teniendo en cuenta que por cada inmersión el cliente paga 50 $…. no sé, me parece un poco abusivo el ínfimo salario.

Me dejo por ver Mumbo Island, pregunté en Kayak Africa y el viajecito a la isla y ofreciendo como única opción haciendo noche, cuesta 180 $. Está todo incluido pero hablamos de salir a las 9 horas de la mañana y volver a las 9 horas del día siguiente, me parece un dineral, creo que lo haré cuando no viaje de backpacker 😉

Os dejo unas imágenes de mi guest-house. De nuevo sola en el dormitorio,desde el que oigo las olas del lago.

       

 

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