A las 19:30, tras la interesante visita a Matobos, llegué a la estación. El tren partía a las 20 h. En mi compartimento estaba Charity, una joven madre de 27 años, con sus dos niños. Tenía dos billetes y había elegido, como es lógico las dos camas de abajo. Me tocaba arriba de nuevo, pero la cama-asiento parecía un poco mejor que la del tren de Vicfalls. Luego llegó Mrs Chicano con su pequeña niña, Ropa y el revisor intercedió para que Charity le cediera la cama de abajo y Panache, su niño mayor, durmiera arriba. No hubo ninguna pega. Como todo el mundo aquí, son estupendas y nos llevamos muy bien. De repente un aviso en la estación diciendo que el tren retrasa su salida hasta después de media noche. Terrible espera!!!, ya no aprovechaba el día en Harare y encima metida en ese cubículo tanto tiempo…
Salí a la estación pero el restaurante ya estaba cerrado y el supervisor me remitió a la sala de la 1ª clase. Aquí también funciona como el Euromed y el Ave, con lounge para los que pagan más. Solo que aquí más modesto, a tenor del precio pagado. Nada de refrigerios, pero al menos podía cargar el portátil. El retrato de un Mugabe joven y lozano presidía la sala, el mismo que repetidamente está presente en casi todos las oficinas e instalaciones del Estado y afines. Estaba sola, la gente esperaba en el tren. Algunos ya durmiendo. Finalmente salimos a las 2 de la mañana, la friolera de 6 horas de retraso!. Parece que se había estropeado uno de los motores y lo habían tenido que reparar. Uno de los responsables se preocupa de explicarme bien el problema y pedirme disculpas, yo le digo entre risas si nos van a compensar de alguna manera. Se ríe, y me dice, siguiendo la broma, que con un almuerzo al llegar a Harare. Me dicen mis compañeras, y ahora mi familia en el tren, que no es frecuente que pase esto, lo cual me consuela pensando en estas maravillosas gentes, que no merecen esta pobreza de infraestructuras. No hay mal que por bien no venga ;-), como empecé a dormir antes de que moviera el tren cogí fácilmente el sueño lejos de esos chirridos y movimientos incesantes, y pude descansar bastante.
La mañana se hizo larga, pero leyendo, charlando, haciendo y viendo algunas fotos y poniendo algo de música en el portátil logramos sobrellevarla. Los niños se portan fenomenal aunque Rope nos ha salido un poco más llorona. Se le ve la mirada apagada y delgada, yo creo que está malita. A los niños de Charity les fascina teclear en el ordenador, así que de vez en cuando les dejaba que con sus manitas no limpias marcaran en un documento montones de letras sin sentido. Me confirma Charity que no es la primera vez que ven un ordenador, pero hay que ver cómo se entretiene. Luego me costaba trabajo que me devolvieran el ordenador para aprovechar y seguir escribiendo ;-).
Hacia las 13 horas nos acercábamos a Harare. El paisaje llegando a la capital es hermoso, se parece a Matobos, pero es triste ver la cantidad de basura que se cierne en los confines de la capital. No hay conciencia medioambiental todavía, pasaba también en Asia. Estas gentes tiran cualquier cosa por la ventana del tren, sea biodegradable o no, y el imperecedero plástico lo inunda todo. Qué rabia e impotencia! Me espanta ver esto! Creo que no son conscientes del impacto que en suma producen. Los niños imitan a las madres. Confío en que la escuela y el tiempo cambien estas perjudiciales costumbres.
Otra de las estampas curiosas que oteabámos desde el tren era la de varios grupos de negros vestidos de blanco inmaculado y con turbantes sentados en el suelo y presididos por algún pastor rodeado el escenario por telas de colores. Parecían que rezaran y me aclaran mis compañeras que si, que es un tipo de religión, la iglesia adventista creo que me dijeron. Aquí hay muchas religiones dentro del cristianismo, yo me pierdo en ellas, metodista, adventista…
Apenas estuve unas horas en Harare pero la paseé bien y lo pasé muy bien. Primero nada más llegar buscando una agencia de viajes con la que pudiera unirme a un viaje organizado de un día para ir al Parque Nacional de Mana Pools (al norte del país), y luego por la tarde, más relajada, rondando sus calles principales y viendo como se mueven sus gentes.
De nuevo bien acogida por los zimbabueses. Nada más aterrizar pregunto a uno de los supervisores de la estación de tren y me acompaña hasta fuera del recinto para asegurarse de que cojo correctamente la calle que me llevará a la Oficina de información y turismo. Como no tengo guía, necesito un plano.
Ya en la oficina me dan poca información de Mana Pools, lo cual me hace sospechar que no va a ser empresa fácil conseguir una excursión para mañana. El hombre que me atiende está sustituyendo a su hija, que ha salido a hacer unas gestiones, y que es la que realmente trabaja allí. (Me encantan estos apaños ;-)). Aun así el hombre esta ducho y si no recurre a una gran guía que tiene. Es muy amable y me da bastante información y unos folletos de agencias.
Me voy cargada con las dos mochilas a Chesterton House donde se ubicaba una agencia y tras llegar y subir el viejo, sucio y destartalado edificio, recurro a ayuda y consigo localizar el habitáculo donde se supone que es la base de la agencia. Sin un mínimo rótulo, nada que ver con la imagen que transmite el folleto, todo él coloreado y buena impresión. Es una pequeña oficina, cutre cutre, con paredes sucias y oscura. La chica que hay, me dice que las personas que llevan la agencia están fuera y volverán en unos días, pero para compensar mi disgusto me permite usar Internet para localizar alguna otra agencia. La conexión va a pedales y apenas encuentro la información que busco. Voy a la agencia del otro folleto, esperando tener más éxito. Pero no lo tuve. De más nivel y también en un edificio de oficinas, me atiende la amable Cindy pero no tiene nada para mi. Puede que la semana que viene, pero no en breve. Por lo que veo Mana Pools no es demasiado turístico, y si lo es, solo en packs organizados, no para viajeros independientes. Desisto de seguir pateando cargada con las dos mochilas, dejo la excursión a Mana Pools para la próxima vez que visite Zimbabue y me voy a la guest-house “It’s a small World” que estaba a las afueras de la ciudad.
En la Oficina de información y turismo me habían indicado que en Nocim podía coger un taxi, no tenía ni idea de qué era eso, pero preguntando lo localicé. Era un edificio y en la puerta estacionaban los taxis compartidos. Como es habitual pretendían cargarme 5 $ y luego 3 $, pero les dije que me habían dicho que pagara 5 Rands y aunque me insistían en coger el taxi para mi sola, finalmente cargaron a 4 personas más en el asiento de atrás y nos pusimos en marcha por los 5 Rands.
Os explico lo de las monedas rápidamente: Utilizan dólares americanos porque el dolar zimbabues está más que devaluado, pero para las fracciones de dólar utilizan Rands (la moneda sudafricana). Una mezcla de monedas para compensar la carencia de la propia. 1 dólar equivale a 8 Rands. Es una locura pero te acostumbras rápido. Como no pueden acuñar moneda las más de las veces en el supermercado se quedan sin rands y te devuelven con caramelos o bombones. Y como no pueden imprimir dólares, las mayores birrias de billetes de dólares americanos, están sin duda en Zimbabue, y algunos se deshacen en las manos. Este entrañable y loco Zimbabue… 😉
Volviendo al taxi, al lado se me sienta un chico que dice ser escultor y enseguida me brinda su número de teléfono para que lo llame. Le digo que me voy mañana y que quizás a la próxima. Le parece bien. 😉 El taxista también es muy majo y ha estado en España por un tema de trabajo. Para variar repasamos el tema del fútbol español.
Había comprado sazda con pollo en un take away de comida local por 1,5 $ para comerla en la guest-house pero eran ya las 15 horas y estaba hambrienta. Decido empezar a comer, aquí a nadie le iba a parecer mal, todo lo contrario me miran sonrientes y parece que me animan. Al ser taxi compartido no te dejan en la puerta pero el taxista se asegura de que una chica que también baja y anda un tramo conmigo, me indique bien el camino. Siempre de la mano en Zimbabue, …
En la guest-house no encuentro a Miriam y Beto, no están,. Habíamos comentado de vernos en Harare e ir juntos a Mana Pools, quizás han desistido de venir a Harare o vendrán más tarde. Pregunto en la pequeña agencia de la guest-house por viajes al parque natural, mi último intento, y dicen que me lo organizan sin problema y que puedo salir mañana, pero son dos días de viaje y el precio para mi sola es excesivo. Dejo nota en recepción y pregunto a algunos viajeros pero parece que nadie se plantea ir a Mana Pools.
Me iba a coger una combi para bajar a Harare pero un señor que salía en coche de la guest-huse se ofreció a dejarme en el centro. Tengo que aprovechar la tarde para conocer un poco más la ciudad, pues posiblemente me vaya mañana. Paseo por las calles principales, hay edificios modernos y altos, propios de una capital pero el centro no parece demasiado grande y se puede abarcar caminando.
No resulta una ciudad especialmente bonita pero me encanta por la vida que tiene. Es un hervidero de gente en la calle. El grupo de la foto de abajo estaba atento a la plática de un pastor que apoyándose en la Biblia arengaba a los oyentes a rezar y a abrir sus almas para recibir la gracia de Dios. A continuación Coca-Cola y sus buenos propósitos ;-)…me temo que lejos de alcanzarlos está Harare… Preciosos los árboles morados que cubren algunas calles. Harare tiene ese sabor de lo moderno teñido por lo pobre, mirad si no los puestos de venta de móviles sobre cajas de cartón. Siendo gran ciudad la gente me saluda si les miro y sonrío. A duras penas veo algún blanco por el centro.
Pronto empieza a oscurecer, aun tengo que comprar algo para cenar y el desayuno, y cuando salgo del supermercado la ciudad está oscura. En la capital apenas hay iluminación, alucinante!. Son las 18 horas y me había dicho la chica de la guest-house que volviera antes de las 19 horas. Harare tiene fama de peligrosa en la noche.
Me dispongo a buscar la combi que según me ha informado se coge a lo largo de Harare Street. Apenas puedo leer mi plano ni los nombres de las calles por la falta de luz, pero las calles están plagadas de gente, que se mueven raudas de un lado a otro. Y de vehículos que cruzan y usan la bocina sin descanso. Y empiezo a ver montones de combis en aparcamientos y por las calles adyacentes. Salen como setas. Y en ninguna pone un mínimo cartel, sin embargo la gente parece saber cual es la que le llevará a casa. Y la mía, ¿cual de todas ellas será? La gente haciendo cola para cogerlas, como con prisas para no quedarse sin sitio para volver a su township. Yo no encuentro las que deberían estar en Harare Street, me meto por otra calle llena de combis y pregunto. Los que me asisten tienen que meter la cabeza delante de los faros para poder ver el plano que les muestro con la ubicación de la guest-house. Y me mandan a otras calles más allá de Harare Street. El tráfico es intenso, muchas combis arrancan cargadas con gentes hasta los topes. Muchos pitidos. Hay que apartarse rápido cuando arranca una combi, van aceleradas!. Es una fascinante locura! Pregunto a otros conductores y algunos no saben y otros me mandan a otro sitio. Ya mareada, doy con un hombre que me dice que me acompaña a buscarla. Como siempre viajando me asiste un ángel ;-)! Pateamos un rato y él todo el tiempo preguntando, haciendo corro para ver el plano y tras ir de aquí para ya, y con la ayuda de varias personas más que nos redirigen, me ubican en una combi que está a punto de salir. El conductor me dice que me lleva por 5 $. Yo le digo, de buen rollo, que si le parece bien 10 $ y se ríe. Me sube por 1 $ que es la tarifa local. Sin más problemas me deja en la esquina de la guest-house. Una experiencia alucinante la hora punta de las combis en Harare!
Mañana a las 6 horas en pie para coger bus a Mutare. Aprovecho que una pareja de escoceses de la guest-house va para allá para coger el taxi que nos lleva a la terminal de autobuses con ellos. Tras la larga noche en el tren, mi cama en el cuco dormitorio compartido de Harare me parece inmejorable lugar de descanso. Buenas noches viajer@s…