Hola viajer@s, ya desde Paraty. Lo primero que me llamó la atención de Paraty, es la horda de turistas que recorrían sus calles. Llegué sobre las 19 horas y el hostel que había reservado estaba en pleno casco antiguo. Me asusté un poco, aunque mayoritariamente parecían turistas brasileños, casi no se veía locales, y eso a mi no me gusta. Obviamente pocos lugareños viven en el caso antiguo. Éste está básicamente poblado por restaurantes, clubs, posadas y hoteles, y tiendas, montones de tiendas muy estilosas. Todo esto confirma lo hiper-mega turístico que es Paraty.

Llego al hostel, es mínimo, pero hemos mejorado de la casa de Raimunda a éste ;-). En la habitación que comparto hay dos chicas argentinas, Delfina y Adela, y nos ponemos a hablar enseguida. También está Rafael, un brasileño de Sao Paulo, de padre italiano pero que no habla italiano aunque un inglés estupendo. Las chicas están encantadas con Paraty, acaban de llegar y ya han hecho amigos. Me invitan a salir un rato pero estoy cansada y quiero escribir, así que lo dejamos para mañana. La habitación no os he dicho, es pequeña, son 2 literas de 3 pisos y un baño. No tenemos luz natural, solo hay una ventana y siempre cerrada porque da a la cocina de un restaurante colindante que por las noches tiene mucho movimiento. Tenemos que tener activado todo el día el ventilador del techo para no asfixiarnos con el olor a comida en nuestro pequeño espacio. Bueno, quitando esto, la cama es cómoda y el chico que se encarga del hostel, hijo de la dueña, es muy atento y amable y lo mejor el ambiente en la  mini-room es estupendo. Además es barato 30 reales (aprox. 12 €) con desayuno incluido y wi-fi,  Aquí en Brasil todos los sitios tienen wi-fi gratis, y también ordenadores con Internet. Hasta el hogar de Raimunda tenía, y la wi-fi funcionaba hasta en las habitaciones. Sorprendente!! Es uno de los pocos puntos fuertes que le pude destacar 😉

Al día siguiente me puse en marcha para visitar la ciudad, la verdad que es preciosa. Salí sobre las 9 horas y ya habia gente por las calles, pero se podía pasear y tomar fotos con tranquilidad. Las casitas son preciosas, esta supercuidado, en absoluto tiene aire decayente, es lo único que eché un poco en falta. Tiene varias iglesias en restauración, sólo se puede ver la fachada. La única que se puede visitar es la Iglesia Matriz, a la que se accede a través de una plaza ajardinada muy agradable. Me senté un rato en los bancos, es sencilla, tranquila y se respiraba mucha paz….

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Luego en la casa de cultura estuve escuchando los testimonios de personas que viven en Paraty, un poco de su historia y por qué les gusta vivir aquí. Algunos hablaban de sus antecesores y muchos de ellos tenían abuelos que habían sido esclavos. Me pareció muy interesante e innovador esta parte del museo. 

Para comer decidí salir del centro, no quería pagar el coste de ser turista en Paraty ;-). Anduve y di con el sitio! Era un pequeño local y por el plato que veis en la foto pagué 7,90 R (algo más de 3€) y además por fin pescado! Casi había olvidado su sabor. Estaba todo buenísimo.

Tuve que llevar las cosas a la lavandería porque en nuestro escueto hostel no había ni sitio para tender la ropa. Me cobraron 18 reales (8 €) por lavar y secar. Como era el mínimo independientemente de la ropa que llevaras aproveché y metí casi todo. Uff qué gusto, por fin toda la ropa limpia.

Una cosa que no he comentado es el pavimento de Paraty. Se ha mantenido el pavimento original, lo cual le da un encanto increíble pero es muy incómodo. No hay nada horizontal, hay que estar mirando el suelo para ver donde vas a meter el pie. Es especial para esguinces. Yo con mi desajuste en la carga de pesos entre piernas me resiento enseguida, me va fatal. He dejado de hacer los ejercicios por unos días y ahora esto es lo que me faltaba.

Por la tarde reposé porque no había parado de andar en todo el día. Miré cómo ir a Foç de Iguazé e intenté planificar un poco.

Por la noche fui con Adela y Delfina a tomar algo con sus amigos franceses y luego a cenar pizza a un sitio que ellos ya conocían y que estaba buenísima. Aunque nos tocó esperar un rato mereció la pena. Cené en frente de una gran foto de Río de Janeiro tomada desde el Corcovado. La tomé parecida pero con nubes ;-). Debió ser fotografiado hace tiempo porque ahora hay muchos más edificios grandes. Luego Delfina y yo dimos una vuelta y nos paramos a ver como un grafitero pintaba cuadros con sprays en un plis plas. No sabíamos que pintaba, hasta que dije: si es Río!! Qué fuerte, me persigue, no? 😉

Las tiendas son de mírame y no me toques, solo entramos en un par. Cinturones y complementos un poco hippyes monísimos pero barato no había nada. Yo con mi fiebre anti-consumo y lo escandalizada que estoy con los precios de Brasil, pues me parece todo carísimo, no tuve ninguna tentación.

Buenas noches viajer@s….