Bulawayo again

El que dormía era un holandés, pero tenía pinta de israelí. Desayunamos juntos, era majo, hablador, y sobretodo viajero, como buen holandés. No sé si lo hemos comentado alguna vez, pero para mí son los más viajeros, allá donde vayas hay uno o varios holandeses recorriendo el mundo, sobretodo en Asia. Él venía del norte de África, bajaba desde Etiopía, atravesando Kenia, Tanzania y no recuerdo si a través de Mozambique o Zambia  alcanzó Zimbabue. Le pregunté por Nairobi, si era tan peligrosa como decían, y me dijo que no, que a él incluso le gustó la ciudad. Se había tomado unos días de descanso en Bulawayo, era el sitio perfecto para eso, y Paradise el lugar. Luego iba a Namibia, donde había quedado con otros viajeros para recorrer el país en coche.

Yo me fuí  visitar el Museo de Historia Natural, de Bulawayo, recomendación de Reverte y de Mrs Val, la maravillosa asesora de la oficina de información y turismo, y creo que la única blanca en Bulawayo.

Al llegar me dicen que no hay luz y que no se sabe cuando volverá. Puede tardar media hora como tres o más, pero espero un rato y ni atisbo de subsanación del tema. Los trabajadores no parecen ni sorprendidos ni preocupados, no es desde luego la primera ni la última vez, por no decir que pasa más que de vez en cuando. Me resisto a abandonar la idea de visitarlo, y comento que llevo linterna, mejor dicho dos, una que yo tenía y otra que me regaló Ken, el marido de Obie. La chica de seguridad me dice que se las deje, que va a probar y vuelve diciendo que se puede ver y que puedo visitar el museo. Así que ella, Portia se llamaba, me acompañó por todas las estancias, con ambos brazos en alto para facilitarme al máximo la observación, a la vez que me iba aportando información sobre el museo y me relataba lo que íbamos viendo. Tenía, por tanto, tres en uno: iluminación focalizada, seguridad y guía. Qué mujer! Yo le hacía parar para descansar los brazos, pero decía que no estaba cansada. A ella se la veía feliz, estaba encantada de ayudarme y de mostrarme los tesoros de este  heterogéneo museo. Como Museo de Historia Natural tiene muchísimos animales, nada más entrar una especie de galería con grandes animales disecados, los Big Five y hasta cebras de tamaño enorme. Menos mal que estaba Portia porque con esa oscuridad, el reflejo de esos ojos inertes me daba escalofríos. Mamíferos, aves de increíble variedad, tamaño y colorido, peces, reptiles, vertebrados invertebrados, absolutamente todos los imaginables estaban expuestos en las distintas salas. La riqueza de este país es inconmensurable y sin embargo la mayoría de sus gentes viven como pobres. Qué injusticia!

Volviendo al museo, tiene también una parte de historia en el que varias vitrinas exponen el avance de la colonización y presentan varios objetos que fueron propiedad o testimonio de la época del colonizador Rhodes.

Cuando acabamos el largo recorrido, le pregunté a Portia por la estatua de Cecil Rhodes y casi ni se acordaba de ella, nadie la ve,como ya atestiguó Reverte. Salimos y dimos la vuelta al edifico y allí estaba, en gesto envalentonado pero sin ningún efecto. Inexplicablemente la gente no le tiene rencor a este individuo sobre lo único que he leído positivo es que sentía cierto amor por África. Un amor no extensivo a los africanos… Es imposible con estas muestras no sentir rechazo hacia el colonialismo.

Portia es joven, me cuenta que tiene un bebé y cuando habla de él sonríe todavía más, a pesar de que gana menos de 150 $ al mes y no sé como se las ingenia para vivir. Yo puse mi granito de arena para mejorar su economía, con un par de dólares que, sorprendida, agradeció. Me acompañó a la calle y no se separó de mi hasta que me vio montada en un taxi compartido al que ella misma hizo parar. Solo con la visita al museo y encontrarse a esta mujer, uno podría darse por satisfecho,  pero ese día, como cualquiera en África, me deparaba mucho más.

En el Mzilikazi Arts and Crafts Centre me esperaba otro gran nombre: Lorlette. No era un guía como tal, era como el responsable de producción de la pequeña factoría de cerámica. Me enseñó amablemente cada una de las fases del proceso (como podéis observar totalmente artesanal) respondía a mis preguntas con detalle y cuando llegamos a la tienda, ni él, ni la chica que cuidaba la caja me presionaron para que comprar nada. Así que decidí llevarme algo! Aunque era cerámica, me dijeron que lo podían envolver bien para que no se rompiera. Le di una propina a Lorlete, me había tratado estupendamente. Me había presentado también al director, no sé cómo nos acercamos a su despacho, y el director era muy simpático. Nos pusimos a charlar y me dijo que tenía una tienda de artesanía en el centro, era la que había junto al ayuntamiento. Me dijo que fuera de su parte y me harían un descuento. Tomé buena nota ;-).

Cuando la chica de la caja tenía envuelta ya la taza (que es monísima y me costó sólo 1 $) de repente entra una policía, y me dice la mujer que lo tiene que deshacer, yo le digo que no se preocupe, que está bien envuelto así, y me dice que no es por mí, si no por la policía, que tiene que comprobar que lo que se envuelve es el producto que me han cobrado. Alucino, no sé que tipo de contrabando están evitando con esta función, aunque si es por crear puestos de trabajo no me parece mal ;-).

Me despedí de Lorlette y de la chica. Él, en su línea, me acompañó a la puerta y me explicó donde podía coger una combi. Se aseguró que seguía el camino correcto y se retiró. El barrio era humilde, hice algunas fotos a las modestas casas. Me hizo gracia la mini tienda que tenían montada en la puerta de esta casa, parecía que habían sacado lo que tenían en la despensa para ofrecerlo por unos dólares.

Comí por el centro, en un restaurante local, por supuesto sima, pero esta vez variamos introduciendo un poco de pescado. La chica que sirve los platos, me atiende con especial atención y sonriendo. Y yo le respondo con mirada  agradecida, mientras pienso cómo voy a echar de menos todo esto….

La sima, en cada sitio la combinan de una manera distinta, esta vez la guarnición era calabaza. Toda una novedad!

Por la tarde me paseo de nuevo por el mercado que me dejó prendada cuando estuve la primera vez. Volví comprar algo de fruta y descubrí un nuevo «manjar». En los puestos de legumbres me llamaron la atención estas «cositas» que me parecieron raras. Les pregunté qué eran y me dijeron «caterpillar». Yo me dije, caterpillar, ¿qué es? me sonaba mucho la palabra pero no recordaba la traducción. Caí en que alguna vez había visto una máquina excavadora con ese nombre. Si, un fabricante de maquinaria, pero ¿qué tiene que ver con lo que estoy viendo? Al instante caí: significa oruga! Mire a la chica, al ver mi cara se reía adivinando mi pregunta: ¿pero esto se come? Contesto un limpio sí.

Luego contrasté precios y autobuses para el viaje de mañana a Joburg, un viaje ya inevitable. Digo lo de los autobuses porque en un par de sitios me ofrecían subir al autobús que estaba aparcado fuera para apreciar la calidad del vehículo. ¿Curioso no? La verdad es que Bulawayo es un centro neurálgico en lo que al transporte de pasajeros a Sudáfrica se refiere. Hay muchísima oferta y dura competencia, y por tanto mucha oscilación de precios. Raro en mí, me decanté por el término medio y pagué 42 $, salíamos a las 15 horas y llegábamos a Johanesburgo a las 4 horas de la mañana. Casi todos llegaban sobre estas horas, y enseguida me decían: «pero tranquila te puedes esperar en el autobús hasta que se haga de día». No entendía muy bien porque lo decían.

Luego me fui a los puestos de artesanía que habían junto al Ayuntamiento. No pensaba comprar nada hasta que mi madre me dijo la ilusión que tenía mi sobrina Irene por lo que les iba a llevar de África. Me ronroneó entonces la idea de llevarme recuerdos de este maravilloso lugar y dejar mis dólares aquí y no en Sudáfrica.

Empecé por la tienda del director del Mzilikazi Arts and Crafts Centre pero no tenían demasiadas cosas que me interesaran, nada «regateable» y tampoco económico, aunque me hicieran un trato especial por mi familiaridad con el director ;-).

Giré a la otra parte de la manzana y encontré la amplia acera con una decena de puestos. Los pasee varias veces, de ahí tenía que sacar todos mis regalos. Empecé a ver cosas chulas y a preguntar. Creo que la única turista, lo cual me benefició pues ellos tenían necesidad de vender y yo de comprar. Recuerdo con mucho cariño mis únicas y últimas compras, lo pasé bien eligiendo auténtica artesanía africana y departiendo con estas gentes. Espero me perdonen si me puse dura con el regateo, pero eran los últimos dólares.

Al volver a Paradise, en el dormitorio había una chica alemana recién llegada. Enseguida nos pusimos a hablar y a contarnos nuestros viajes. Ella lleva un año estudiando en la Isla de la Reunión (minúscula isla en el sudeste africano perteneciente a Francia) y al acabar el curso dio el salto a Madagascar y empezó a viajar por África. Le pregunté mucho por esa gran isla que junto con Mozambique eran mis objetivos de viaje hasta que se me ocurrió mirar la web del Ministerio de Exteriores, cosa que no volveré a repetir, para no frustrarme un destino. Es mucho más recomendable obviarla y dejarse guiar por las opiniones de otros viajeros.

Volviendo a Madagascar, ella hablaba maravillas, también de Isla Reunión, pero transmitía un profundo cariño por la república africana. Era lo que necesitaba a oír para volverla a añadir a mis futuros periplos. Dice que es virgen, no hay turismo, ni mochileros, pero es cautivadora, sus gentes, sus playas, sus paisajes…Tienes que ir, me decía. Y eso haré, viajeros. Os dejo dormir imaginando un nuevo viaje. Buenas noches….

3 pensamientos en “Bulawayo again

  1. Quina visita al museu més original, no m’ho puc creure!!! Quines coses et passen sempre!!! En fi, com et vaig vore fa uns mesos personalment, sé que vas tornar en plena forma del viatge i que les teues històries sempre acaben bé. 😉 Per cert, molt bones les teues anteriors entrades i molt ben escrites, he gaudit molt de la resta de les teues aventures. Ara només que em queda llegir la darrera, i vaig ara.
    Besets!!!
    P.D.: Jo també crec que Madagascar deu ser un bon destí… 😛

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