Nos espera el edén en Makuzi Beach

Salida gloriosa de Mushroom

A las 6 horas ya estaba saliendo de Mushroom para ver si pillaba el transporte público pues parece que a primera hora hay algo. Y si no, cualquier otro transporte privado que me quisiera bajar por un módico precio. Estaba amaneciendo y la luz es preciosa. Busqué un sitio en el camino y me senté a esperar. Leí el libro de Joseph Conrad “El corazón de las tinieblas” sobre su aventura en las tierras de El Congo, me pasé a la Lonely Planet, luego a estudiar portugués, así hasta dos horas, lo que tardó en bajar el primer coche. En cambio las personas sí que transitaban el camino. Unos se paraban a charlar conmigo, otros se volvían a ofrecer para llevar mi mochila a cambio de unas kwatchas, otros preguntaban…pero todos saludaban. Unos andaban descalzos, otros con chanclas, unos con zapatos de punta bastante deteriorados…Un señor que paró me enseñó sus cuadernos religiosos, era muy creyente, hablaba de God con devoción. Alguno me decía que no tenía para pagar el transporte público. No sé si alguno después tendría que volver a subir pero es una caminata increíble: desde Livingstonia a Chitimba tres horas para ellos. No quiero imaginar las horas que serían para mi ;-).

Cuando llegó el transporte me alegré sin saber que lo que iba a sufrir. Era una especie de pequeño camión con dos sitios en la cabeza y una plataforma pensada para transportar todo tipo de materiales o mercancías a excepción de personas. Pues en esa plataforma íbamos los pasajeros a pelo, sobre el suelo. Os digo no recuerdo algo parecido en mi vida en cuanto a dolor físico se refiere. Me senté en el suelo primero y dejé las mochilas también ahí, pero al poco de ponerse en marcha me había golpeado el trasero de tal manera que decidí sentarme en la mochila. Tampoco era la solución pues frecuentemente salía despedida y yo creo que casi levitaba. Luego recordé que el ordenador y la cámara saltaban con la mochila pequeña. Me la tuve que poner. No tenía donde cogerme, tanta vibración me expulsaba de cualquier punto de soporte. El camino era el más infame que he visto en mi vida, pero creo que era peor el ruin camión que no debía tener suspensión de ningún tipo. Iba literalmente dando tumbos. Maldije lo imposible, incluso a mi misma por ese impulso masoca que me empuja a viajar en transporte público. No se me ocurría forma mejor de gastar 50 $ que pagar a los de Mushroom por bajarme a Chitimba. Pensé incluso en pedir que parara y bajar andando, pero iba a tardar mucho más y tenía que llegar hoy a mi próximo destino. El viaje duró 1 hora y estamos hablando de no más de 15 kilómetros.

No vi ninguna cara de sufrimiento ni lanzamiento de improperios por parte de ninguno de los pasajeros. Debían alucinar conmigo y con mi rostro desencajado. Alguno tenían posibilidad de cogerse mejor al ir cerca de la cabeza del camión, otros estaban sentados en sus sacos de arroz o maíz, que quizás no volaban tanto como mi mochila, pero había una señora mayor sentada directamente en el suelo y estaba tan tranquila. Cuan acostumbrados están a soportar el esfuerzo y padecimiento físico, me doy cuenta que mi umbral de sufrimiento es ínfimo al lado de estas gentes. Siento que soy de cristal o porcelana.

Deshaciendo el camino: A Mzuzu

Enseguida llegó la combi que iba Mzuzu y no estaba llena, bendito sea! Enseguida subió un hombre que venía de pescar, y se sentó él con su ristra de pescados. Sin problemas, nadie se inmutó lo más mínimo. Todos le felicitaban por los epces. Yo tuve que hacer la foto. Después subió Fanikaroa (escribo tal cual suena), una mujer graciosísima que me dio conversación. Era simpática, estilosa y menuda sonrisa tenía. Ella me tocaba la piel y decía que los blancos la tenemos más fina que los blancos. Yo tocaba la suya y le decía que no veía la diferencia, pero ella insistía. Le dije si quería que le hiciera una foto y enseguida dijo que sí, se arregló un poco el tocado e hizo cambiar de sitio al cobrador de la combi para que pudiera tomar la foto bien de frente. Es la mejor!. Luego me pidió mi número de teléfono (a ella sí que se lo di), y me hizo tomar el suyo. Dice que la avise la próxima vez y que venga a visitarla. Me encantaría volver a verla.

 

Lunch en Nkhata Bay y partida a Chintheche

Tenía que volver a Nkhata Bay para coger la combi que me dejaba en Chintheche, donde iba a pasar una noche y volver al día siguiente de nuevo a Nkhata Bay para coger el ferry. Todo un poco rápido, pero como estaba a 40 kilómetros pensé que era factible. Además los holandeses me habían insistido en intentar ir a Makuzi Beach, en Chintheche, y por ahora han acertado en todas sus recomendaciones.

Eran ya las 14 horas al llegar y fui directa a comer a H&M. El hombre, John, luego me acompañó a buscar postales pero no encontramos nada por todo el pueblo. Finalmente cogí la combi a Chintheche. Pude ir junto al conductor, el mejor lugar. Siempre hay dos sitios en el frente. Íbamos yo y Charemba, este estupendo hombre de la foto que me explicaba cosas por el recorrido. Pasamos por unas plantaciones de árboles de los que se extrae resina para fabricar goma. Tienen todos los árboles bolsitas en el tronco para recoger el líquido. Cuando cogí confianza le pregunté la edad: 75 años. Aluciné porque me pareció mucho más joven. El tema de las edades de los africanos, una gran incógnita.

Por el camino, desde mi sitio en el frente de la combi, pude tomar unas buenas fotos. Mirad esta de las dos niñas. Por un momento pensé que eran madre e hija pero enseguida me aclararon que eran hermanas. La pequeña es una cosita increíble! Y la cara de la mayor dice tantas cosas….

Se empañó el viaje porque los espabilados de la combi luego me pidieron más dinero pues el cruce al que iba estaba después de pasar el pueblo. Me enfadé un poco con el cobrador. Dije nada más subir a la combi que venía a Makuzi Beach y ellos ya sabían el cruce al que iba. «No me parece correcto» les dije, «lo sabéis desde el principio y no me decís el coste real hasta ahora que no hay otra combi que vaya a donde voy yo». Discutimos un poco, Charemba me dio la razón. No era por el dinero, era más por la forma, que te hace desconfiar. Esta vez no les pagué hasta que bajé de la combi. Y les recordé que no era forma de hacer las cosas.

 

Recompensa en Makuzi

Me dejaron en la carretera, en la indicación hacia Makuzi Beac. Serían las 16 horas, ignoraba que me quedaban todavía casi dos kilómetros de camino arenoso hasta dar con mi objetivo. Al principio hay casas, mejor dicho cabañas a los lados del camino. Animosa me pongo a andar y doy conversación a los que me saltan al paso, algunos se ofrecen como escolta para llegar hasta allí para ganar unas kwatchas. Prefiero ir con Louis, que también me guía. Su familia vive en el interior y el aquí por su trabajo. Es pescador. Viene del mercado de acabar de vender sus pescados. Parece un hombre magnífico. Encuentro buenas personas continuamente…

Me indica por donde seguir y nos separamos, empiezo a agotarme y a ansiar llegar de una vez. Cuando por fin doy con la única señal de Makuzi Beach desde la primera en la carretera ya estaba en el lodge. Casi no se ve venir, carece de indicaciones el camino al paraíso….

Richard, la persona que había contestado a mi email diciéndome que sí me podían alquilar una tienda, resulta que era el gerente. Sudafricano para más señas ;-). Cuando llegué, ya a punto de anochecer, me dice que no les ha dado tiempo a ponerme la tienda y la cama, pero que no me preocupe porque me deja un chalet por el mismo precio, 20 $ con desayuno incluido. Sin duda y sin pretender hacer apología del sufrimiento, todo esfuerzo tiene su recompensa ;-). Recordé el tortuoso transporte matutino y la caminata cargada hasta aquí. Debió ser como el purgatorio.

Me da tiempo a apreciar esa playa perfecta antes de que quede a oscuras. Ceno y a disfrutar de mi cama enorme en el bungalow con baño, todo hiperlimpio y con ese inolvidable olor…

A la mañana siguiente me levanto para ver amanecer. A las 5:40 h. sale el sol-fuego detrás del mar.

 

El resto de la mañana a relajarme y disfrutar del lugar. Casi no se hacerlo…;-) Huelgan calificativos, para rabiar suficiente las fotos, no viajer@s? Sigo cautivada por esas irregularidades de las canoas artesanales.

Estoy casi sola, a veces pienso que esto no es real: esa arena como volcánica tan suave y fina con sus dibujos de ondas, esas rocas erosionadas, el lago con olas, el fondo tropical…Makuzi, una playa mágica, un espejismo…

    

4 pensamientos en “Nos espera el edén en Makuzi Beach

  1. ¡Hola Mariluz!

    Este año te estoy siguiendo desde el primer día. Les he quitado la Tablet y todo este verano a tu primo para poder ver lo que publicas.

    Me encanta todo lo que visitas. Con tus fotos me haces viajar contigo.

    Un beso.

    Fina.

    PD. La secretaria que me he echado también disfruta muchísimo con tus viajes. ¿Qué te creías, que iba a aprender yo solita?

    • Tía, qué alegría más grande leerte!!
      Sé que siempre estás ahí, siguiéndome, pero de vez en cuando me hace ilusión que me digas algo.

      Gracias por tus palabras, veo como lo disfrutas, gran viajera!!!
      Muchos besosss a ti y a esa estupenda secretaria

      mariluz

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